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Distintas formas de perderse

A los que nos gusta la aventura y disfrutamos de la exploración, la práctica de la supervivencia y la vida al aire libre, siempre relacionamos el hecho de perder la orientación o perdernos con la ausencia de caminos o el no saber adonde estamos. Pero también existen otras formas de perderse.

 
Orientación y sendas...

Estar en el medio del desierto, sin ninguna población a la vista, casi sin agua, después de que nuestro vehículo se haya roto... Estar en una isla desierta, después de haber llegado nadando tras un naufragio... Estar en la ladera de una montaña nevada, en alguna parte de una alta cordillera, tras la caída de nuestra avioneta y haber sobrevivido milagrosamente al accidente... No saber dónde estamos exactamente cuando no encontramos referencia alguna para ubicarnos con nuestro velero en algún lugar perdido de un vasto océano... Perder la orientación dentro de una galería mientras exploramos una cueva por primera vez... No haber encontrado la civilización cuando cae la noche en un paraje inhóspito de los Andes...

Cualquiera de las frases anteriores podría indicar una de las situaciones típicas que asociamos con el hecho de "estar perdidos". Pero este tipo de cosas sólo le ocurren a aquellos que tienen la suerte (o no) de vivir situaciones aisladas del mundo y la civilización. Un ciudadano cualquiera puede perderse, y de hecho se pierde, a otro nivel, de otra manera. Incluso aquellos que hacen excursiones al aire libre en lugares muy urbanizados y con gran densidad de población por kilómetro cuadrado (como algunas regiones de Europa, por ejemplo), tienen otra experiencia de lo que es perderse.

Esa otra forma de perderse ya no implica "no saber donde está la civilización", sino "no estar siguiendo el camino correcto". Porque en un lugar civilizado todos los caminos llevan tarde o temprano, no ya a Roma, sino a lugares poblados, evidentemente. El problema ocurre en estos casos cuando se "pierde" la ruta, la senda o el camino que se pretendí seguir para llegar a donde se había planeado.

Así, un conductor insulta y despotrica contra todo objeto animado e inanimado (priorizando los mapas y su flamante GPS) cuando pasa de largo la calle en la que tenía que desviarse y no tiene forma de volver atrás sin infringuir normas de tráfico básicas o causar un accidente. De la misma forma, un senderista o un excursionista dentro de una "isla natural" entre pueblos, puede perder sus senda...pero no porque esta no esté marcada (como puede ocurrir, por ejemplo, en la Patagonia) sino porque en una bifurcación dobló hacia el lado equivocado, porque confunde un pueblo con otro hacia el que se dirigía, o porque pasó por abajo del un tendido eléctrico y al lado de unas antenas que no eran las que pensaba que marcaba su mapa.

Es decir, hay otra forma de perderse, mucho menos bucólica que la del aventurero, y es perderse por exceso de indicaciones o de posibilidades a elegir siguiendo un recorrido dado. Nosotros, sinceramente, preferimos la original...porque ya que vamos a perdernos, mejor perdernos bien perdidos y practicar un poco de supervivencia en serio ;)

Saber donde estás y por dónde vas siempre


Contratar a un Guía para que te conduzca por la naturaleza no implica estar desorientado o totalmente a merced de las capacidades de orientación de este profesional. Es más, resulta muy peligroso no saber donde uno está y por dónde va, independientemente de que alguien nos guíe.


Si bien, como recalcamos muchas veces, el llevar a las personas por un camino que no conocen no es la única función que cumple un Guía en el medio natural, lo cierto es que se cuenta entre las más evidentes y destacadas. Pero dejar todo en manos del Guía en cuanto a la orientación se refiere es un grave error.

Por eso, siempre deberíamos contar con al menos con un mapa de la zona en que transitamos, y además de saber nuestro destino (por ejemplo, un pico o una cumbre de una región de montaña) tenemos que conocer, aunque sea someramente, por dónde transita el camino y más o menos a dónde estamos a cada momento.

Piensen sino, ¿qué pasaría si al Guía le ocurre algo “en medio de la nada”, pasando a depende solamente de nosotros una vez más?

En resumen: con saber a dónde vamos no es suficiente, hay que saber dónde estamos a cada momento y qué itinerario seguimos. Para ello es muy útil saber orientarse por medios naturales, como ser la ubicación del sol, la de la luna, la posición de las estrellas o las direcciones preponderantes de los vientos, los cursos de agua, etc. de la zona en que realizamos nuestro recorrido.

Por supuesto, esto se aplica tanto para el caso en que nos Guíe un profesional como un aficionado: no hay que salir con amigos dejando simplemente que estos te “arreen” por un lugar para uno desconocido.

En parte, esta misma recomendación se aplica, por ejemplo, a cuando viajamos en avión.

Por motivos de supervivencia, es conveniente conocer la ruta por la que se desplaza el avión ya que, en caso de accidente o de un aterrizaje o amerizaje forzoso, con solo conocer la hora en que se dió sabremos más o menos nuestra ubicación en el mapa, dato imprescindible para pedir ayuda por radio, por ejemplo. En casi todos los aviones comerciales modernos existe un canal que muestra a cada momento la ubicación del avión en el mapa, junto con la velocidad y otros datos, como la temperatura exterior, lo que facilita tener a mano este conocimiento sin mayores dificultades.
 
Porque nunca hay que olvidar que la aventura es muy bella, sí solo sí todo sale bien…

Las culpas son de nosotros, los tracks GPS son ajenos...


Hace tiempo es posible encontrar en internet los “tracks” GPS (o sea, el registro de un trayecto, ruta, sendero o camino recorrido por una persona con uno de estos aparatos de orientación) que otros han registrado y subido para su descarga y libre uso. Como Guía, he notado que esta posibilidad tecnológica hace que muchos se crean falsamente seguros para realizar itinerarios para los que no están preparados, poniendo en riesgo a ellos y a los que los acompañan.
GPS de Garmin, uno modelo de la línea Etrex.
Independientemente de que un track GPS de una ruta de montaña no implique lo que algunos definen como “dificultad técnica” en la montaña (por ejemplo, el uso de crampones, la realización de escalada, el cruce de un glaciar, etc.), seguirlo sin más no garantiza la seguridad si no se disponen de otros conocimientos, tanto de orientación como de otro tipo, que un Guía adquiere durante su formación.

Esto es así ya que, por regla general, toda ruta, recorrido o camino desconocido en montaña es peligroso: por la posibilidades de cambios meteorológicos, por la no disponibilidad de señales reales sobre el terreno, por el cambio de las condiciones del terreno, de la nieve, por estar aislado de la civilización y la dificultad de un rescate y por un largo etc. que se suma para todas aquellas personas que no dispongan de la formación de un Guía de montaña en cuanto a organización de grupos, conocimientos de primeros auxilios, manejo de aparatos de comunicación no convencionales en zonas sin cobertura de telefonía celular o móvil, y demás cuestiones que se aprenden cuando uno estudia y experimenta bajo una tutela adecuada la profesión de guiar grupos en el medio natural.

Por todo lo anterior, y de la misma manera que el uso de un GPS sin conocimientos de orientación es similar al uso de un carrito de bebé por parte de un bebé -entiéndase, el bebé depende de la madre por lo que, en realidad, no es el que maneja el carrito...-, de la misma forma, decía, que muchos usan el GPS “a ciegas” mientras manejan o conducen un vehículo, y es normal que muchas veces terminen perdidos o accidentados por sus erróneas indicaciones, de exacta igual forma, reitero, los que van a la montaña sin conocimientos y dependiendo de los tracks de GPS de otros, están tentando a la suerte.

Pongamos un ejemplo práctico para ilustrar lo que quiero decir con estas consideraciones.

Supóngase que se sigue el tracks de GPS para subir al Cerro Lindo de El Bolsón, cercano al refugio de montaña homónimo, track que uno puede ubicar ahora mismo en una página de internet. Ese track figura como subido el año 2015, pero grabado en el año 2013. El que descargue y utilice ese track hoy, cuando escribo esto, a mediados de 2018, asumiendo que lo hace por desconocer el terreno, seguramente no sabrá que el año 2013 fue un año en el que había bastante más nieve que en el actual en altura para dichas coordenadas de montaña -y no necesariamente en los pueblos aledaños de la región de la Comarca Andina del Paralelo 42 a la que políticamente y en teoría pertenecen esos territorios y para las que se desarrollan los partes meteorológicos-.

Por lo tanto, aquel que ahora se guíe por ese track (y no estoy teorizando en este ejemplo, sino que me baso en lo he comprobado en el terreno) no va a poder realizar la ruta por encontrarse con un cañadón de varias decenas de metros que antes estaba cubierto de nieve, y con sendas dificultades para rodearlo.

La montaña siempre cambia y nadie le hace mantenimiento necesariamente a sus sendas -mucho menos, en la Patagonia Andina- . La montaña no está hecha por seres humanos ni tiene particular consideración por que ellos la visiten o la recorran. Los trekking de montaña no son rutas de automóvil.

Una obviedad lo que digo sí...pero desconsiderando obviedades es como se acerca uno más y más hacia los “accidentes” (entre comillas, ya que no son hechos fortuitos casi nunca, sino consecuencia de una mala decisión previa).

Volvamos a nuestro ejemplo. Si, a su vez, estos hipotéticos montañistas osados seguían ese track volviendo de la cumbre del Co. Lindo a ciegas por, a su vez, un hipotético mal tiempo que hace que la visibilidad sea nula -algo normal en la zona-, probablemente hubieran caído y se hubieran lastimado gravemente, sin la posibilidad de pedir ayuda -ausencia de señal-. Si se rodeara el cañadón “desconocido”, probablemente el tiempo que se dedique a la ruta se incrementaría en alrededor de un 20%, lo cual posiblemente podría hacer que se tuviera que terminar el trekking de noche, con todos los riesgos que eso implica…

...¿y si no se preveía esa posibilidad y no se llevaba linterna?
...¿y si se llevaba pero el frío hizo que no funcionara y no se tenían pilas de repuesto?
...¿y si con la linterna funcionando, igual no se reconoce el camino porque no está marcado o por falta de experiencia?

Podríamos añadir otras consideraciones técnicas relativas al funcionamiento del GPS que vienen al caso. Por ejemplo, que estos siempre tienen un margen de error en sus mediciones, y que en el mejor de los casos este no es menor a más/menos 3 metros, y que en la montaña a veces caminar tres metros para un lado o tres metros para el otro puede hacer la diferencia entre la vida o la muerte...

El que se deja “arriar” por un GPS no está manejando un GPS, sino el GPS lo está manejando a él. El arriero va, las vaquitas lo siguen...si las guía hacia el peligro no rechistarán...

Ahora, olvidemos todo lo anterior, y solo hagámonos una pregunta más:

¿Qué pasa si el GPS deja de funcionar?

Muchos paisanos de la Patagonia suben en invierno a buscar y arriar sus vacas que pastan por la montaña durante los días cálidos...a algunas nunca las encuentran…

He visto muertos que, como las vacas, no se encontraron hasta un año después, ya que fueron sepultados por la nieve tras un simple resbalón en una piedra, caminando por la montaña.

También he sabido de muchos perdidos que, pese a los dispositivos de búsqueda, nunca se han encontrado.

No, no quiero meter miedo, quiero reflejar una realidad. Si se asumen riesgos -igual que lo hace un fumador al fumar- al menos, no los neguemos, seamos conscientes de ellos, dejemos de lado la hipocresía o despertemos a la realidad,

Con estas líneas no descubro nada para cualquier persona con criterio. Pero los que creen que se puede prescindir de un Guía montaña por falta de dificultades técnicas y por tener la ruta en un GPS -aunque no los conocimientos y recursos de un Guía-, que me disculpen, no se cuentan entre estos. A ellos dedico estas reflexiones, aun sabiendo que casi seguro nunca las leerán, o -quizás, aún peor- las leerán pero no las tendrán en cuenta.

¿Qué hacer si está perdido?

 A continuación daré algunas recomendaciones sobre como es deseable reaccionar en situaciones de desorientación al aire libre para intentar volver a ubicarse o auto-evacuarnos si no tenemos la posibilidad de pedir ayuda.

Guiarse entre un cañaveral compuesto por cañas de
un promedio de 3 metros, como estas, es francamente
tarea difícil, de noche, todavía más

Escribo estos consejos basándome en reflexiones que tuve luego de perderme con un compañero del GEA de noche en el Valle del Blanco, y que originalmente y en forma resumida fueron escritas en el diario de bitácora de dicha expedición de enero de 2004, la cual está documentada en formato de video en el documental "Taming The Blanco", sobre la exploración de distintas partes inaccesibles del planeta, el cuarto documental de la serie llamada X-plore producida por RedBarn

1 - Ante todo, algo que parece obvio pero que no lo es tanto: darse cuenta que uno está perdido, o reconocerlo.

Puede que, por ejemplo, pensemos que estamos caminando en la dirección correcta cuando en realidad no es así. Para esto no debemos olvidar contrastar frecuentemente el rumbo seguido con el mapa, brújula y/o GPS.

Por otro lado, consciente o inconscientemente, puede que no queramos reconocer que nos hemos perdido, porque esto implica reconocer que se tiene un problema, problema que puede llegar a ser grave. Hay que dejar a un lado el orgullo y los miedos y enfrentar la realidad, ya que igualmente ella misma, tarde o temprano, se enfrentará con nosotros de una forma mucho menos amigable.

2 - Una vez que sabemos o reconocemos habernos pedido, debemos mantener la calma.

Si el tiempo no apremia (es decir, si no estamos ante una situación de supervivencia en la que haya que reaccionar en forma inmediata so pena de perder la vida) debemos tomarnos con calma los primeros minutos, y pensar con cuidado nuestros siguientes pasos, ya que sino podríamos fácilmente empeorar la situación actual.

3 - Lo siguiente es quedarse en el lugar, no seguir andando o caminando (mucho menos corriendo) en dirección alguna hasta que no sepamos donde estamos, hacia donde tenemos que dirigirnos y/o si conviene o no seguir moviéndonos.

Las situaciones que se pueden dar son infinitas, pero en cualquier caso siempre se tiene que tomar un tiempo para pensar lo que se hará seguidamente.

Puede ocurrir que haciendo señales desde donde estamos (pitidos de silbato, llamados de ayuda) recibamos una pronta ayuda.

Puede pasar también que esté nublado u oscuro porque sea de noche, y no convenga seguirse desplazando porque se empeoraría la situación, y habría que evaluar el acampar de forma provisoria en el lugar hasta que haya más luz para considerar seguir.

4 - Si es necesario partir, antes de hacerlo debemos estar suficientemente seguros de donde nos encontramos.

Este paso es fundamental para pasar de la condición de "perdidos" a la de "molestos" por saber cuanto nos hemos desviado del rumbo correcto. Aquí influirá mucho el tener un mapa, plano o croquis, porque de ser así, habrá estudiarlo detenidamente y aplicar técnicas de orientación que deberíamos conocer.

5 - Si finalmente se decide que lo mejor es retomar un rumbo determinado, hay que estar seguro de que se podrá mantenerlo realmente pese a las condiciones del terreno y/o el tiempo.

Una vegetación virgen o frondosa en un bosque de cañas coihues (como los que existen en el Valle del Blanco) pueden impedir totalmente desplazarse en línea recta si no existe una senda previamente marcada, y los desvíos pueden llegar a ser tales que mantener un rumbo puede resultar muy difícil si no se identifican previamente puntos fijos de referencia visibles pese al follaje.

Por supuesto, a veces mantener un rumbo relativamente fijo será imposible, y habrá que ir “recalculando” frecuentemente.

6 - Tras haberse perdido, no siempre conviene seguir una senda, no debe tomarse esta elección automáticamente.

Las sendas pueden no llevar a donde queremos ir. Salvo que la conozcamos y estemos seguros a donde va o de donde viene, es preferible guiarse con herramientas que garanticen un mejor orientación, ya sea artificiales (mapas, GPS, etc.) o naturales (montañas conocidas, cursos de arroyos o ríos, etc.).

Hay que ser particularmente cuidadosos si lo que hemos perdido es precisamente la senda que seguíamos. Volver a encontrarla no sólo será difícil, sino que a veces no será conveniente. Si queremos, por ejemplo, llegar a un punto o un lugar que conocemos y sabemos donde se encuentra (campamento, río, etc.), seguir una dirección general hacia él si la vegetación lo permite será al final más rápido y tendrá mucho más sentido que intentar encontrar una senda.

Por supuesto, en lugares relativamente "civilizados", las sendas o picadas serán caminos, e incluso habrá más de uno...pero esta situación no es la que se aplica a estar perdido totalmente, sino a la otra forma de perderse que menciono aquí, normal en lugares al aire libre gestionados por servicios forestales, en cuyo caso tendremos que dirigirnos por un camino dado hasta llegar a un lugar conocido, o a alguien al que podamos preguntar.

De la misma forma y por la misma razón, construcciones en lugares poblados son un punto de referencia al que hay que intentar alcanzar, pero en lugares relativamente poco poblados, pueden ser cabañas o refugios abandonados, cosas que puede venir bien para guarecerse, pero no necesariamente para encontrar la senda para dejar de estar perdidos.

7 - Tenga en cuenta no agravar la situación perdiendo además sus pertenecias.

Al encontrarse perdido puede que olvidemos cuidar el equipo que llevamos con nosotros, o nos desplacemos sin él.

Nunca parta dejando su equipo en un lugar, ya sea porque pesa o por cualquier causa, salvo que sea absolutamente imprescindible (haya que transportar a un herido, por ejemplo). Si no sabemos exactamente donde está el lugar en el que nos encontramos será muy difícil retornar a él para recuperar nuestras cosas.

8 - Muchas veces es recomendable seguir el rumbo de un río, o dirigirse hacia él para poder hacerlo.

Si sabemos en que dirección corre el río, y sabemos que siguiendo su curso hacia arriba o hacia abajo llegaremos a nuestro campamento o punto de reunión, hacerlo será lo más sensato. En lugares urbanizados o altamente poblados (Europa central y sur de Europa, por ejemplo), caminando río abajo suele llegarse a pueblos o lugares habitados, pero esto no es una regla, por poner un caso claro: hacer esto en un bosque patagónico puede contribuir a que nos alejemos más de la civilización, ya que la mayoría de los valles están deshabitados, y muchos arroyos caen hacia la cordillera de los Andes, en ríos que no necesariamente terminan en lugares con gente, y muchas veces están encajonados, son de difícil o imposible acceso, propensos a las crecidas con el riesgo que esto implica, etc.

En este caso, existe la ventaja de que los ríos o arroyos suelen escucharse a gran distancia, y nos podremos orientar por su sonido.

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que encontrar un punto determinado en la orilla de un río es algo muy difícil y por lo tanto poco recomendable. De la misma forma, será igualmente difícil dirigirse directamente hasta un campamento ubicado a orillas de un río. En estos casos lo que hay que hacer es "equivocarse" a propósito. Es decir, dirigirnos hacia abajo o hacia arriba del punto en la orilla del río al cual debemos dirigirnos, y una vez encontramos el río, sabiendo con precisión que estamos a un lado del objetivo perseguido, dirigirnos hacia él siguiendo el curso de agua.

9 - Otras veces será recomendable quedarse en el lugar en que nos encontramos o en sus alrededores, buscando un claro o un sitio despejado desde el cual hacer señales o eventualmente acampar.

Esto es muy recomendable si nos encontramos absolutamente perdidos, al menos como una primera medida. Tras un accidente aéreo en un lugar inhóspito, siendo pasajeros y desconociendo la ruta del avión, por ejemplo.

10 - Si se encuentra en una zona montañosa, tenga en cuenta que cuando se camina inconscientemente tratando de reencontrar un rumbo o un lugar, generalmente se tiende a ir hacia abajo.

Si este fue su caso, considere que es muy probable que tenga que subir para reencontrar el camino perdido.

11 - Por último recuerde: existen muchas formas de guiarse y que quizás conozca, pero pase por algo ante el nerviosismo del a situación. Por ejemplo:

- Puede guiarse por las estrellas (en el norte a través de la estrella Polar, en el sur gracias la Cruz del Sur podrá deducir los puntos cardinales, por ejemplo).

- Puede tomar como referencias accidentes geográficos visibles o conocidos del terreno: montañas, valles, ríos, piedras o rocas de gran tamaño. Para esto, es útil situarse en un punto elevado, si es que no los ve desde el nivel del suelo.

- Y por supuesto, puede utilizar si los tiene (y debería tenerlos) mapa y brújula o mapa y GPS.

En cualquier caso, evalué todas las posibilidades que tenga en base a lo que sepa y vea, antes de tomar una decisión medítela. Si se encuentra en grupo, haga lo propio con sus compañeros y escuche sobre todo los consejos de la o las personas con más experiencia en este tipo de situaciones.

12 - Si estamos en grupo, nunca debemos irnos por separado, ya que aumentará las posibilidades de accidentes y disminuirá la de que nos encuentren.

13 - Todo esto hay que hacerlo teniendo en cuenta no cansarse demasiado al principio, ya que no necesariamente vamos a salir rápido de esta situación.
Esto implica reservar alimentos si los tenemos, aunque no escatimar en agua (sobre todo si podemos conseguirla) ya que deshidratarse en situaciones de esfuerzo y nerviosismo no es bueno.

Orientación por sendas, senderos o picadas

Cuando se participa de salidas o actividades al aire libre en las que se busca practicar el senderismo o trekking por rutas conocidas o ya marcadas con anterioridad, es cuando en vez de la brújula, el mapa o el GPS, principalmente vamos a utilizar las sendas, senderos o picadas para guiarnos a través de nuestro recorrido, hasta llegar a nuestro destino final o terminar por completo el circuito elegido.

 Una forma de determinar cuál sendero hay que seguir ante una bifurcación del camino...

Los caminos por llanuras, bosques, selvas, montañas o una combinación de estos escenarios, pueden estar divididos básicamente en dos tipos de sendas o senderos: aquellos marcados por el tránsito de animales o aquellos trazados por el paso del hombre.

Las sendas marcadas por el hombre, ya sea que este se desplace a caballo o a pie, suelen tener algún tipo de marcas ubicadas de vez en cuando, incluso en los casos más precarios en los que disponen de un mantenimiento casi nulo. Estas marcas buscan orientar a aquellos que las transiten sin un conocimiento de la zona o del terreno.

Generalmente se encuentran en lugares claves del camino, o en aquellos sitios que pueden confundir a los caminantes, es decir, donde la senda se pierde por alguna causa, o en los lugares en los que el camino dobla o zigzaguea de forma abrupta debido a la inclinación o las características del terreno.

Sabemos, por ejemplo, que una "buena senda" zigzagueará al encontrar una cuesta pronunciada, ya que esta es la forma menos cansadora de subirla, mientras que rodeará aquellos lugares del camino que estén obstruidos por un obstáculo prominente y difícil o imposible de saltear de otra forma (árboles o rocas caídas, por ejemplo).

Las marcas de las sendas son círculos, rectángulos o flechas que suelen estar pintadas tanto en los árboles que la bordean, como en las piedras. En ambos casos, suelen ubicarse a la altura de los ojos o en un lugar claramente visible desde la pendiente y la dirección que lleva el camino. Idealmente, las mismas se encuentran en ambas direcciones del recorrido, en lugares diferentes a la ida y a la vuelta, pero su ubicación mantendrá el principio de visibilidad antes mencionado. Están hechas con pintura de un color lo más llamativo posible (rojo o colores fosforescentes), aunque en sus versiones más primitivas o improvisadas consisten en una marca hecha con un hacha, piqueta o machete un árbol prominente de la zona (si lo hubiere).

Dichas marcas pueden responder a un estándar previamente fijado por las autoridades locales de las que dependa dicha área natural, del club alpino encargado de la zona por la que transite la senda, de las personas o empresas que administren los refugios de la zona, o simplemente pueden haberse ido realizando por diversos senderistas o montañistas con el paso del tiempo.

Cuando las marcas siguen un estándar regido por las autoridades o por grupo o empresa responsable o adjudicataria del terreno, suelen está pintadas sobre un tabla o chapa que se clava a los árboles en lugares críticos del camino en cuanto a orientación se refiere. En muchos casos, sus colores o combinaciones de rallas y colores determinan la distancia (mayor o menor a una serie de kilómetros) y/o el tipo del recorrido o circuito que señalizan.

En cambio, cuando las marcas son la suma del trabajo desorganizado entre los diferentes grupos, personas o paisanos que recorren o han recorrido la zona (algo frecuente en Sudamérica) las mismas no siguen un patrón definido, pudiendo variar el color, la forma y el tiempo transcurrido desde que fueron hechas, estando por eso algunas más borradas que otras, o incluso marcando caminos que en la actualidad han dejado de ser transitables.

En el caso de que la senda haya sido marcada exclusivamente por el paso de animales, ya sea de ganado o de animales salvajes, la orientación va a depender casi exclusivamente de nuestro conocimiento del terreno, unido al derivado de los mapas y la brújula, y/o el GPS. La senda en ese caso va a cumplir únicamente alguna de sus dos funciones primordiales: facilitar el tránsito por lugares de densa vegetación, o preservar el resto del terreno de la erosión que causa el caminar sobre vegetación virgen.

Pese a la dificultad de orientación que surge al transitar por sendas que han sido marcada únicamente por animales zonas relativamente inexploradas, cuando por alguna causa se ve que la senda se bifurca en más de un camino sin ninguna razón aparente, hay algo que puede ayudar a decidirnos que camino tomar, y ese algo es el nivel de tránsito o erosión del mismo. Es decir, ante dos caminos “iguales” de un recorrido o circuito que termina en la civilización o lugar conocido (léase, refugio, pico, etc.) conviene elegir el más transitado o erosionado, ya que este es el tendrá más posibilidades de ser el camino correcto.

Otra forma de ver si un camino que se bifurca es correcto, es tener en cuenta si asciende o desciende, considerando si el camino debe o no subir o bajar en ese punto (algo que, a veces, hay que decirlo, es imposible de saber).

Además hay que considera que muchas marcas están pensadas para la temporada más asidua de visitantes, que puede ser verano o invierno exclusivamente. Si, por ejemplo, las marcas solo están pensadas para el verano, en invierno pueden fácilmente estar tapadas por la nieve.

Por último, mencionar que algunas marcas están hechas para aquellos que transitan a caballo, y el punto de vista de alguien a pie o en otro tipo de vehículos puede ocultarlas o hacerlas difíciles de ubicar. Esto, obviamente, se aplica también para aquellos que vayan a caballo por picadas pensadas para ir a pie.

Orientación básica

La Orientación es una actividad principalmente “terrestre”, la desarrollamos aquí, en nuestro planeta...al menos por el momento. La formas más fáciles de orientarnos en la Tierra implican ciertas convenciones y formas de entender el universo que no son compatibles con otros hechos que la astronomía enseña. Aquí algunas normas básicas para orientarnos.


Al igual que ocurre con la Física de Newton, la Orientación nos sirve perfectamente para ubicarnos en la Tierra, mientras que no sería de utilidad en el espacio, donde en el caso de la Física habría que guiarse a partir de ese momento con las teorías de Einstein al respecto.

Desde el punto de vista “terrestre” entonces, existen por convención cuatro sitios del planeta, llamados puntos cardinales: Sur, Norte, Este y Oeste. Por otra parte, existe un punto llamado Norte magnético, o Norte de la brújula. Existe un magnetismo natural que proviene del Polo Norte, y es el que explica el funcionamiento de las brújulas o compases de navegación.

Aunque el Norte magnético no coincide totalmente con el Norte verdadero, o Norte del mapa, ciertas correcciones que se determinan sobre el terreno nos permiten establecer la declinación magnética y por tanto servirnos de este punto de atracción geográfico para ubicar el Norte real.

La declinación magnética es la diferencia, en grados, entre el norte verdadero y el marcado realmente por la brújula (el norte magnético). En la mayoría de los mapas se detalla la declinación magnética del sitio relevado.

Como las propiedades magnéticas de una región o terreno no son estables en el tiempo, la declinación magnética varía junto con el lugar y el tiempo en que se mida. Por eso es importante cotejar la fecha de creación del mapa o mapas que se estén utilizando, ya que la declinación magnética puede variar dependiendo de la fecha de edición de los mismos. Es aconsejable, por tanto, utilizar siempre mapas de ediciones lo más reciente posibles.

Las brújulas electrónicas nos liberan de las preocupaciones relativas a las declinaciones magnéticas, ya que están preparadas para determinarla en el momento y en el lugar que se desee.

¿Para qué hallar el Norte?

Es habitual ver en las películas de acción que el héroe saca su brújula e inmediatamente se ubica en el terreno, en una densa selva, o en el más caluroso de los desiertos, poniéndose en marcha hacia el lugar correcto y arribando más tarde feliz a su destino. Lamentablemente las cosas no son tan fáciles como se muestran en las películas.

En principio, como ya vimos, una cosa es conocer el Norte de la brújula, y otra el Norte verdadero. Teniendo una brújula magnética simple, es necesario que conozcamos además la declinación del sitio donde nos encontramos para estar seguros de que sabemos donde se ubica cada punto cardinal..
Una vez que se sabe donde está el Norte, no se sabrá a donde ir salvo que se uno sepa donde se encuentra, nuestra posición en el terreno, o se tenga un mapa del lugar y se sepa como ubicarse en él. El compás por sí solo nos dice nada más que los puntos cardinales.

Es primordial situar los puntos cardinales, ya sea con la brújula o por cualquier otro método, ¿pero qué podemos hacer, a partir de allí, con esa información?

Cuando uno busca orientarse es porque quiere saber como dirigirse hacia alguna parte. No tendría ningún sentido saber donde estamos para luego simplemente quedarnos allí. Es por eso que hay que saber hacia donde ir. Y para saber hacia donde ir, hay que conocer tres cosas:

1 - Hay que saber cual es nuestra posición, donde nos encontramos

2 - Hay que saber donde se encuentra dicho sitio, objeto, región o accidente del terreno.

3 - Hay que determinar un rumbo y / o una ruta a seguir desde el lugar en donde nos hallamos (punto de partida), hasta el lugar a donde queremos llegar (punto de llegada). 

Si desconocemos dónde nos encontramos, podemos averiguarlo orientando el mapa de acuerdo a los accidentes del terreno y triangulando nuestra posición (1). A partir de allí podemos ubicar en el mapa el sitio al que queremos ir (2) y determinar el rumbo a seguir con la brújula para llegar a él (3)

Cursos y salidas prácticas - Bolsón y Comarca Andina de la Patagonia

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