Distintas formas de perderse

A los que nos gusta la aventura y disfrutamos de la exploración, la práctica de la supervivencia y la vida al aire libre, siempre relacionamos el hecho de perder la orientación o perdernos con la ausencia de caminos o el no saber adonde estamos. Pero también existen otras formas de perderse.

 
Orientación y sendas...

Estar en el medio del desierto, sin ninguna población a la vista, casi sin agua, después de que nuestro vehículo se haya roto... Estar en una isla desierta, después de haber llegado nadando tras un naufragio... Estar en la ladera de una montaña nevada, en alguna parte de una alta cordillera, tras la caída de nuestra avioneta y haber sobrevivido milagrosamente al accidente... No saber dónde estamos exactamente cuando no encontramos referencia alguna para ubicarnos con nuestro velero en algún lugar perdido de un vasto océano... Perder la orientación dentro de una galería mientras exploramos una cueva por primera vez... No haber encontrado la civilización cuando cae la noche en un paraje inhóspito de los Andes...

Cualquiera de las frases anteriores podría indicar una de las situaciones típicas que asociamos con el hecho de "estar perdidos". Pero este tipo de cosas sólo le ocurren a aquellos que tienen la suerte (o no) de vivir situaciones aisladas del mundo y la civilización. Un ciudadano cualquiera puede perderse, y de hecho se pierde, a otro nivel, de otra manera. Incluso aquellos que hacen excursiones al aire libre en lugares muy urbanizados y con gran densidad de población por kilómetro cuadrado (como algunas regiones de Europa, por ejemplo), tienen otra experiencia de lo que es perderse.

Esa otra forma de perderse ya no implica "no saber donde está la civilización", sino "no estar siguiendo el camino correcto". Porque en un lugar civilizado todos los caminos llevan tarde o temprano, no ya a Roma, sino a lugares poblados, evidentemente. El problema ocurre en estos casos cuando se "pierde" la ruta, la senda o el camino que se pretendí seguir para llegar a donde se había planeado.

Así, un conductor insulta y despotrica contra todo objeto animado e inanimado (priorizando los mapas y su flamante GPS) cuando pasa de largo la calle en la que tenía que desviarse y no tiene forma de volver atrás sin infringuir normas de tráfico básicas o causar un accidente. De la misma forma, un senderista o un excursionista dentro de una "isla natural" entre pueblos, puede perder sus senda...pero no porque esta no esté marcada (como puede ocurrir, por ejemplo, en la Patagonia) sino porque en una bifurcación dobló hacia el lado equivocado, porque confunde un pueblo con otro hacia el que se dirigía, o porque pasó por abajo del un tendido eléctrico y al lado de unas antenas que no eran las que pensaba que marcaba su mapa.

Es decir, hay otra forma de perderse, mucho menos bucólica que la del aventurero, y es perderse por exceso de indicaciones o de posibilidades a elegir siguiendo un recorrido dado. Nosotros, sinceramente, preferimos la original...porque ya que vamos a perdernos, mejor perdernos bien perdidos y practicar un poco de supervivencia en serio ;)

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