Orientación por sendas, senderos o picadas

Cuando se participa de salidas o actividades al aire libre en las que se busca practicar el senderismo o trekking por rutas conocidas o ya marcadas con anterioridad, es cuando en vez de la brújula, el mapa o el GPS, principalmente vamos a utilizar las sendas, senderos o picadas para guiarnos a través de nuestro recorrido, hasta llegar a nuestro destino final o terminar por completo el circuito elegido.

 Una forma de determinar cuál sendero hay que seguir ante una bifurcación del camino...

Los caminos por llanuras, bosques, selvas, montañas o una combinación de estos escenarios, pueden estar divididos básicamente en dos tipos de sendas o senderos: aquellos marcados por el tránsito de animales o aquellos trazados por el paso del hombre.

Las sendas marcadas por el hombre, ya sea que este se desplace a caballo o a pie, suelen tener algún tipo de marcas ubicadas de vez en cuando, incluso en los casos más precarios en los que disponen de un mantenimiento casi nulo. Estas marcas buscan orientar a aquellos que las transiten sin un conocimiento de la zona o del terreno.

Generalmente se encuentran en lugares claves del camino, o en aquellos sitios que pueden confundir a los caminantes, es decir, donde la senda se pierde por alguna causa, o en los lugares en los que el camino dobla o zigzaguea de forma abrupta debido a la inclinación o las características del terreno.

Sabemos, por ejemplo, que una "buena senda" zigzagueará al encontrar una cuesta pronunciada, ya que esta es la forma menos cansadora de subirla, mientras que rodeará aquellos lugares del camino que estén obstruidos por un obstáculo prominente y difícil o imposible de saltear de otra forma (árboles o rocas caídas, por ejemplo).

Las marcas de las sendas son círculos, rectángulos o flechas que suelen estar pintadas tanto en los árboles que la bordean, como en las piedras. En ambos casos, suelen ubicarse a la altura de los ojos o en un lugar claramente visible desde la pendiente y la dirección que lleva el camino. Idealmente, las mismas se encuentran en ambas direcciones del recorrido, en lugares diferentes a la ida y a la vuelta, pero su ubicación mantendrá el principio de visibilidad antes mencionado. Están hechas con pintura de un color lo más llamativo posible (rojo o colores fosforescentes), aunque en sus versiones más primitivas o improvisadas consisten en una marca hecha con un hacha, piqueta o machete un árbol prominente de la zona (si lo hubiere).

Dichas marcas pueden responder a un estándar previamente fijado por las autoridades locales de las que dependa dicha área natural, del club alpino encargado de la zona por la que transite la senda, de las personas o empresas que administren los refugios de la zona, o simplemente pueden haberse ido realizando por diversos senderistas o montañistas con el paso del tiempo.

Cuando las marcas siguen un estándar regido por las autoridades o por grupo o empresa responsable o adjudicataria del terreno, suelen está pintadas sobre un tabla o chapa que se clava a los árboles en lugares críticos del camino en cuanto a orientación se refiere. En muchos casos, sus colores o combinaciones de rallas y colores determinan la distancia (mayor o menor a una serie de kilómetros) y/o el tipo del recorrido o circuito que señalizan.

En cambio, cuando las marcas son la suma del trabajo desorganizado entre los diferentes grupos, personas o paisanos que recorren o han recorrido la zona (algo frecuente en Sudamérica) las mismas no siguen un patrón definido, pudiendo variar el color, la forma y el tiempo transcurrido desde que fueron hechas, estando por eso algunas más borradas que otras, o incluso marcando caminos que en la actualidad han dejado de ser transitables.

En el caso de que la senda haya sido marcada exclusivamente por el paso de animales, ya sea de ganado o de animales salvajes, la orientación va a depender casi exclusivamente de nuestro conocimiento del terreno, unido al derivado de los mapas y la brújula, y/o el GPS. La senda en ese caso va a cumplir únicamente alguna de sus dos funciones primordiales: facilitar el tránsito por lugares de densa vegetación, o preservar el resto del terreno de la erosión que causa el caminar sobre vegetación virgen.

Pese a la dificultad de orientación que surge al transitar por sendas que han sido marcada únicamente por animales zonas relativamente inexploradas, cuando por alguna causa se ve que la senda se bifurca en más de un camino sin ninguna razón aparente, hay algo que puede ayudar a decidirnos que camino tomar, y ese algo es el nivel de tránsito o erosión del mismo. Es decir, ante dos caminos “iguales” de un recorrido o circuito que termina en la civilización o lugar conocido (léase, refugio, pico, etc.) conviene elegir el más transitado o erosionado, ya que este es el tendrá más posibilidades de ser el camino correcto.

Otra forma de ver si un camino que se bifurca es correcto, es tener en cuenta si asciende o desciende, considerando si el camino debe o no subir o bajar en ese punto (algo que, a veces, hay que decirlo, es imposible de saber).

Además hay que considera que muchas marcas están pensadas para la temporada más asidua de visitantes, que puede ser verano o invierno exclusivamente. Si, por ejemplo, las marcas solo están pensadas para el verano, en invierno pueden fácilmente estar tapadas por la nieve.

Por último, mencionar que algunas marcas están hechas para aquellos que transitan a caballo, y el punto de vista de alguien a pie o en otro tipo de vehículos puede ocultarlas o hacerlas difíciles de ubicar. Esto, obviamente, se aplica también para aquellos que vayan a caballo por picadas pensadas para ir a pie.

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