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Principios para la prevención de accidentes: prevención y causas

Podemos resumir ciertos principios que se aplican para poder prevenir accidentes en todos los casos.

 

I - Primero debemos prevenir activamente los accidentes.

II - Segundo, debemos conocer las causas de los accidentes.
Estas, al margen de las particularidades de cada caso, siempre suelen ajustarse a una norma general.

I - Prevención

La prevención, por tanto, es el imprescindible primer paso en salvamento y socorrismo, como así también en cualquier otro ámbito dónde se estime que haya riesgo de accidentes. La prevención de accidentes se basa en los siguientes principios:

1 - Identificar los riesgos existentes.

2 - Controlar los riesgos.

3 - Eliminar los riesgos.

 

1 - Identificar los riesgos existentes

Estos riesgos a su vez pueden clasificarse según diferentes criterios, entre los que podemos destacar:

1.1 - Las características físicas el entorno.

1.2 - Las actividades propias del medio en cuestión.

1.3 - El comportamiento de las personas.

1.4 - El tipo de personas y grupos.

 

1.1 - Las características físicas el entorno

El riesgo puede medirse en función de cual sea el lugar donde se desarrolle la actividad en cuestión, ya sean actividades físicas o deportivas, turismo, trabajo o la vida misma.

En el caso del actividades acuáticas y del socorrismo, por ejemplo, se debe tener en cuenta la profundidad del agua, los desniveles del fondo y su nivel de adherencia, el clima y la temperatura del agua, los animales marinos que la habitan y su peligrosidad, los puntos desde los cuales la vigilancia es imposible (puntos ciegos), las formas de entrar y salir del agua, el número de personas o usuarios que estarán en la zona, etc. Si se trata de una piscina o pileta, hay que prestar atención al estado de las escaleras, peldaños, trampolines, toboganes o cualquier otro "obstáculo" peligroso. En el caso de tratarse de la playa o aguas abiertas en generar, de los bancos de arena, corrientes, pozos, cambios bruscos de profundidad, resaca, mareas y zonas rocosas, como a los dobles fondos y escolleras.

En el caso del montañismo, podemos agregar la cercanía a un puesto de socorro, refugio o la civilización; la velocidad con que suele variar el clima y sus mayor peligrosidad posible de acuerdo a la época del año, las zonas de derrumbes, avalanchas o aludes, etc.


1.2 - Las actividades propias del medio en cuestión

Dependiendo la actividad que se desarrolle (laboral, transporte, turismo, recreación, actividad física o deporte) los riesgos a identificar también pueden variar o afinarse más.

Por ejemplo, en actividades en el medio acuático en piletas o piscinas, habrá que tener en cuenta las entradas en el agua (zambullidas) a base de clavados en las partes con poca profundidad, la realización de apnea o buceo sin material en aguas poco claras (riesgo de choque con otros bañistas o las paredes), los juegos bruscos en los bordes de la piscina, o el uso de material subactuático que implique cierta peligrosidad (como el de aletas de bucear o patas de rana que, en personas no entrenadas, hacen que se acalambres los músculos gemelos de las piernas, con el consiguiente riesgo de ahogamiento). En playa, podemos además considerar la lejanía de la orilla a la que se encuentren los bañistas o nadadores, y las diversas actividades acuáticas que se desarrollen al mismo tiempo, sobre todo si se mezclan actividades náuticas (yating, velerismo, motonáutica, surf y windsurf, kitesurf, etc.) con aquellas que no usan vehículos acuáticos (natación, buceo, snorkeling, etc.). 

 

1.3 - El comportamiento de las personas

Evidentement,e el cómo alguien se comporte puede determinar los riesgos que corra. Dependiendo de la actividad en cuestión, habrá que tipificar ciertos comportamientos que deberán evitarse o prohibirse por su alta peligrosidad.

En actividades acuáticas podemos mencionar: la exposición prolongada al sol o el tomar sol en las horas en que está más alto (riesgo de quemaduras), el meterse al agua tras transpirar por hacer ejercicio o después de comer copiosamente (riesgo de hidrocución), las temeridades varias (saltos mortales, aguantar sin respirar, etc.) o la simple y llana pedantería (riesgo que es propio de toda actividad humana).

En otras actividades terrestres en el medio natural, podemos mencionar el uso de equipo inadecuado, viejo o en malas condiciones, el uso inconsciente del fuego (riesgo de incendios), el no llevar agua o comida, el no llevar mapa o brújula -o no saber usarlos...-, el no contratar un guía local o conocer la zona, etc.

1.4 - El tipo de personas y grupos

El comportamiento de las personas variará dependiendo sobre todo la edad y las características físicas y mentales de los mismos. Por eso hay que tener particular atención a los ciertos grupos de riesgo como son los niños, los adolescentes de actitudes temerarias, los ancianos, los enfermos y los discapacitados. Sin embargo, esta clasificación es arbitraria, y las personas de los más diversos tipos pueden actuar de forma sorprendente según cualquier criterio previo que tengamos.

A su vez, deben considerarse grupos de riesgo, en principio, todos aquellos que no tengan la experiencia necesaria para llevar a cabo una actividad dada. 

 

2 - Controlar los riesgos

El control de riesgos es esencial para la prevención de accidentes, una vez estos fueron identificados de acuerdo a lo que explicamos acá. Si se hace correctamente, el control de riesgos potenciales disminuirá las posibilidades de accidentes. Para ello habrá que tener en cuenta.

- El señalizar los riesgos que existen. A través de material divulgativo, carteles, folletos, banderas o información gráfica, que será clara, visible, sencilla y atractiva para todos los que estén expuestos a dicho riesgo. Esta información preventiva deberá recopilar normas y recomendaciones realistas y/o razonables antes que ser coercitiva o prohibitiva (es decir, dar las razones que la fundamentan, no ser fundamentalistas sin más).

- El comunicar verbalmente los mismos. Teniendo en cuenta que muchas veces la comunicación escrita no será viable o posible. Por ejemplo, cuando un socorrista acuático o guardavidas informa a un usuario que no puede bañarse en determinado lugar por alguna causa; o cuando un guardia forestal avisa de la prohibición de hacer fuego directamente a los excursionistas de una zona de bosque, etc.

- La comunicación por otros medios alternativos. Teniendo en consideración que pudiera haber personas con problemas de audición o capacidad de atención, etc.

3 - Eliminar los riesgos

La eliminación o anulación de los riesgos o peligros existentes identificados y controlados en la medida de lo posible, deberían ser idealmente eliminados en este punto. Sin embargo, esto no siempre se logra.

Por lo tanto, si no se puede anular un riesgo dado (y de hecho, el riesgo siempre existe en alguna medida) debe volverse al paso anterior (control) y señalizarlo lo más claramente posible dicho riesgo, para que pueda ser evitado. 


II - Las causas de los accidentes

Aunque cada accidente tiene sus propias causas, se puede hablar de tres causas fundamentales que son las responsables de que ocurra todo accidente.

Ya sea cuando estamos al volante, cuando trabajamos como personal de seguridad, rescate o socorrismo, cuando estamos realizando deportes acuáticos, deportes de riesgo o cualquier tipo de actividad física al aire libre de tipo recreativa, la posibilidad de accidentes (en mayor o menor medida) siempre existe. Pero las causas, aunque son distintas en cada caso particular, se basan en ciertas cuestiones y actuaciones que se aplican a cualquier tipo de accidentes, y que son las siguientes:

1 - Ignorar o infravalorar el riesgo que implica lo que hacemos o haremos.

2 - La ausencia de recursos de prevención de accidentes e intervención ante los mismos.

3 - La incapacidad para afrontar las dificultades surgidas.


1 - Ignorar o infravalorar el riesgo que implica lo que hacemos o haremos.

Normalmente esta causa de accidentes es consecuencia directa de la ignorancia sobre un tema determinado, asociada con la temeridad que implica el hacer algo peligroso sin saber que es peligroso... Algunos hombres son expertos en esto, sobre todo cuando (por ejemplo) quieren demostrar su "virilidad" frente a otros.

La ignorancia y la infravaloración como causa de accidentes se ve claramente ejemplificada en montañismo. Las personas sin experiencia creen que caminar por la montaña es cómo hacerlo por una calle peatonal...pero al estar esto totalmente alejado de la realidad, lo que hacen es crear las condiciones para la primera de las causas de accidentes: la infravaloración del peligro que corren. Al que va sólo a la montaña, el que va sin el equipo adecuado, el que no lleva un aparato para comunicarse en caso de emergencia, el que no avisa a dónde va, el que no considera las condiciones climatológicas, el peso que se transporta, la altitud, etc., lo que hace es poner en riesgo su vida, muchas veces no conscientemente, sino por ignorancia: porque no conoce o no sabe estimar el riesgo al que se expone.

Un ejemplo concreto en montañismo lo constituye la creencia de que si se subió a alta montaña ya varias veces, y no se sufrió mal de altura o edemas pulmonares o cerebrales, uno ya está "inmunizado" o es "apto" para ascender altas montañas. Esto muestra ignorancia (ya que está probado de que cualquiera, por mucha experiencia en altura que tenga, puede sufrir mal de montaña y edemas) y por lo tanto la infravaloración de un riesgo claro pero no tenido en cuenta o subestimado.

En socorrismo o salvamento acuático, un guardavidas o socorrista puede creer (tontamente) que desarrollar su trabajo en una sola piscina chica es lo mismo que hacerlo en una grande donde tenga que compartir responsabilidades de vigilancia con otros compañeros; o que hacerlo en esta última es lo mismo que hacerlo en la playa, en un lago o en un río. Infravalorar las condiciones en la que actúa de esta forma o de otra cualquier podría desencadenar un accidente.

2 - La ausencia de recursos de prevención de accidentes e intervención ante los mismos.

Aún sabiendo a lo que nos arriesgamos con una actitud determinada o en una circunstancia "x", esto no nos servirá de mucho si no disponemos de los recursos necesarios (sean humanos o materiales) para prevenir los riesgos que nuestra actividad o actitud implica, o para evitarlos; o si (una vez ocurrido el accidente) no tenemos los medios con los que intervenir para poder minimizar sus consecuencias negativas.

Siguiendo con el ejemplo del montañismo como deporte o actividad al aire libre riesgosa, podemos mencionar el hecho de que por mucho que tengamos claro que escalar la pared inestable de una determinada montaña puede implicar la caída de rocas sobre nuestras cabezas, si no llevamos puesto un buen casco de escalada la roca que nos caiga (si no tenemos suerte, o si la tenemos mala) nos causará un accidente. De la misma forma, saber que esa pared debería ser subida con alguien que vaya "de primero" de cordada con la suficiente experiencia, pero al mismo tiempo hacerlo solos porque no conseguimos la ayuda de una persona suficientemente experimentada en escalada, puede ser la causa de otro accidente. Por último, si tras caer un compañero en una grieta mientras cruzamos un glaciar, y aunque sabemos técnicamente como realizar un rescate en un caso como este, no disponemos de (por ejemplo) una soga o una cuerda lo suficientemente larga, el accidente irá seguramente a peor...

En salvamento o socorrismo acuático, por ejemplo, la ausencia de material de rescate (salvavidas, material de primeros auxilios, etc.) puede ser lo que complique un accidente o impida que termine en buen puerto.

3 - La incapacidad para afrontar las dificultades surgidas.

La falta de conocimientos teóricos y (sobre todo) la capacidad para aplicar esta teoría en la práctica, es decir, la falta de conocimientos prácticos (experiencia práctica bajo condiciones reales o lo más cercanas a la realidad) puede implicar el que no se sea capaz de evitar dificultades que podrían (de no hacerse lo correcto) terminar en un accidente.

A veces se trata de pura ignorancia, otra de poseer el carácter adecuado para aplicar los conocimientos que se tienen en situaciones críticas, mientras que en otros casos lo que ocurre es que la experiencia teórico-práctica que se tiene no fue adquirida en situaciones lo suficientemente realistas (simulación o simulacros deficientes), y "en la calle" las cosas no son resultan tan fáciles de manejar como se esperaba.

En montañismo (como en otros deportes extremos) puede darse una incapacidad para actuar tanto a un principiante como a un veterano, nadie está exento. Sin embargo, la experiencia ayuda, ya que el humano basa sus conocimientos en el aprendizaje, y al ir "sobreviviendo" a distintas dificultades surgidas en condiciones reales, va adquiriendo una mayor capacidad para afrontar a dificultades parecidas que surjan en el futuro.

En socorrismo o salvamento acuático, un técnico en emergencias puede estar debidamente titulado y poseer el equipamiento de emergencias adecuado, pero no haber practicado hace tiempo algo como la RCP, y ser superado por las circunstancias y el nerviosismo y, por lo tanto, "auto-impedirse" socorrer a una víctima con parada cardiorrespiratoria.

Hay casos, por supuesto, en que pese a todo lo que hagamos para evitarlos, los accidentes ocurren. De hecho, un accidente por definición es un hecho (trágico o no) fortuito. La suerte que tengamos podrá ser, por lo tanto, una importante causa "totalmente inevitable" de accidentes...o, si es buena, una inesperada solución también inevitable a los mismos...Por eso mismo, de la suerte no se trata aquí, ya que no podemos modificarla a nuestro gusto, es la variable que nunca podremos controlar.

Lista de control de grupos al aire libre

La conducción de grupos al aire libre en actividades como senderismo, montañismo, cicloturismo, ciclismo de montaña o cabalgatas implica una serie de controles que deben llevar a cabo los coordinadores, monitores o Guías de grupo. Uno de los más importantes es el llevado a cabo con una lista o listado de los clientes participantes en la excursión.

Conduciendo al aire libre un grupo numeroso.

Lo primero que debe saber el/los Guía/s o responsable/s de un grupo al aire libre, sobre todo cuando se trata de grupos numerosos, es la cantidad de personas que tiene a su cargo y ciertos datos de contacto de las mismas, entre los que podemos mencionar como más importantes:

- Nombre y apellidos.
- Posibles problemas de salud (diabetes, problemas de presión, epilepsia, etc.) y dependencia de medicación, incluyendo alergias a picaduras, antibióticos, anestesia, etc.
- Número de teléfono celular, si dispone de él, o número de teléfono de contacto de un familiar cercano.

Todos estos datos deben incluirse preferiblemente en una lista que portarán el o los Guías durante las salidas en donde participen dichas personas. En la lista se numerarán a los miembros el grupo, para poder saber (haciendo un rápido recuento en paradas o descansos) si están todos presentes.

En caso de que faltara una persona, el listado nos permitirá tomar lista y deducir quién es la persona que no está. El número de teléfono celular facilitará que, en caso de extravío, se pueda contactar con la persona perdida.

Por la misma razón, al menos uno de los Guías deberá en disponer de un teléfono celular, número del cual se pondrá a disposición de los clientes o participantes de la salida al aire libre. En caso de que una persona se perdiera antes de que los Guías detectaran su ausencia, ésta podría contactarse con su teléfono celular con los conductores del grupo.

En cuanto a la organización se refiere, este tipo de listado de los clientes también es útil para llevar la cuenta de pagos y cualquier otra incidencia que deba anotarse referida a un miembro del grupo en particular.

Por seguridad, todos los Guías deberán tener una copia de dicha lista de control, debidamente protegida de las inclemencias del tiempo.

De esta forma, cuando estemos en una situación en que no mojarnos sea una prioridad, tendremos una cierta experiencia de como evitarlo, y así maximizar nuestras posibilidades de disfrutar de una experiencia al aire libre.

Mantenimiento, cuidado, control y seguimiento de equipo de seguridad personal

Nos centraremos aquí en cómo realizar un mantenimiento, cuidado, control y seguimiento de equipo de seguridad personal (EPI) pensado para proporcionar aseguramiento en actividades en altura o protección en caso de caídas.

Preparando equipo de escalada.

Se trata de material que se usa en actividades recreativas y deportes de diversa índole, ya sea para escalar en todas sus modalidades ("equipo de escalada"), como para practicar montañismo en general, barranquismo, vías ferratas, espeleología, uso de tirolinas o rapel, realizar trabajos en altura u otras muy diversas actividades al aire libre (ya sean recreativas, laborales o de formación) donde se utiliza equipo del cual depende directamente nuestra seguridad individual y/o grupal.

El seguimiento del estado del equipo de seguridad es obligado para reducir las posibilidades de sufrir cualquier accidente o percance. Esto implica llevar un control de este material de seguridad desde el momento mismo de su compra, garantizando así su integridad durante su utilización o detectando cualquier falla de antemano.

El material de seguridad y aseguramiento para trabajos en altura y seguridad ante caídas, puede en principio dividirse en dos grandes grupos, del cuál puede conocerse su definición siguiendo los enlaces siguientes:

  • Material blando

El material blando es equipo basado en materiales textiles, entre los que incluimos a las cuerdas, arneses, anillos de cintas, pies de gato, cordinos o cordines, cintas express, hamacas de pared, guíndolas, etc.

Este tipo de materiales son sensibles al rozamiento y a las condiciones ambientales en general (luz solar, humedad, temperatura, etc.) por lo que su vida útil está limitada a una cierta cantidad de tiempo determinada por el fabricante, tiempo de duración que comienza a contar desde el momento mismo de su producción, aunque se mantenga almacenado en las mejores condiciones posibles y sin usar.

  • Material duro


El material duro es equipo basado en aleaciones metálicas y que pueden incluir partes plásticas resistentes, tales como mosquetones, descensores, aseguradores, piolets, crampones, cascos, frenos, empotradores o fisureros, bloqueadores, poleas, clavos, friends, maillones, piquetas, anclas de nieve, estacas de nieve, anclajes, etc. Hay que hacer una salvedad en esta definición: en algunos casos se considera material "duro" a aquellos que incorporan exclusivamente materiales metálicos. Sin embargo, lo cierto es que muchos incorporan partes plásticas (por ejemplo, el grigri), y muchos fabricantes lo incluyen dentro de esta categoría. La distinción no es solamente académica, sino que influye en lo relativo a una futura fecha de retiro del aparato, ya que los materiales plásticos suelen tener una vida útil limitada en todos los casos, mientras que los materiales metálicos no necesariamente.

Este tipo de equipo no es muy sensible a las condiciones medioambientales en comparación con el material blando, pero sí es más sensible que éste a caídas, golpes y abrasiones, que pueden producirle microfisuras o debilitamiento del material del que están compuesto (normalmente aleaciones de aluminio o plásticos). Por ello su vida útil está estipulada por el fabricante, normalmente, desde el momento en que se empiezan a usar, y no mientras permanezcan almacenados bajo condiciones óptimas y sin utilización alguna (sin estrenar). La vida útil con un uso ocasional y con cuidados apropiados que contenga materiales plásticos, se estima entre 5 y 10 a 12 años, dependiendo del elemento y el fabricante en cuestión (para datos concretos, siempre guiarse por las recomendaciones específicas del fabricante) ; mientras con un uso frecuente y cuidados apropiados, entre 2 y 7 años. La vida útil de un material duro enteramente metálico, puede resultar indeterminada en principio, y sólo se procederá a su retiro en caso de que algo afecte a su integridad.

INDICE

1) - Mantenimiento y cuidado del material de protección personal

A) - Almacenamiento y limpieza del material

B) - Transporte del equipo

C) - Certificaciones, comprobaciones y revisiones

D) - Correcta utilización del equipo


2) - Control y seguimiento del material de protección personal

E) - Garantía, vida útil, sustitución y fecha de retiro

F) - Ficha de seguimiento, mantenimiento y control


1) - Mantenimiento y cuidado del material

A) - Almacenamiento y limpieza del material de protección personal

El material de seguridad, sea blando o duro, siempre debe mantenerse en un entorno higiénico, protegido del barro, polvo, arena, agua, etc., tanto durante su almacenamiento como durante su uso, limitando su limpieza a lo estrictamente recomendado por el fabricante. En general, el material debe almacenarse en un lugar con una temperatura que normalmente se recomienda esté entre -10ºC y 30ºC (puede ser más o menos, evidentemente, este es un dato orientativo), en un lugar seco, sin resultar aplastado por peso alguno y sin recibir luz solar (rayos UV).

A su vez, este tipo de materiales nunca debe entrar en contacto con productos químicos, de limpieza o de cualquier otro tipo, como pueden ser disolventes, cáusticos o ácidos (ácidos de baterías, agua para soldar, productos de limpieza, etc.) o vapores de ácidos, hipoclorito sódico (agua lavandina, cloro, lejía, agua de Javel, agua Jane o blanqueador), aceites (salvo autorizados para lubricar zonas concretas del producto), líquido anticongelante, alcohol o combustibles (gasolina, gasoil, etc.).

También debe protegerse al material de la cercanía del fuego y de las chispas. En caso de entrar en contacto con agua salada, agua de mar o el ambiente marino, el equipo debe enjuagarse (NUNCA usar agua a presión ni productos químicos no autorizados), secarse a la sombra (NUNCA al sol o al calor del fuego) y (si procede) lubricarse lo antes posible. En cualquier caso, nunca almacenarse un material sucio, sin limpieza o dejándolo secar sin más tras haberse mojado con agua salada (ya que la sal es un elemento corrosivo).

La limpieza, salvo que se especifique lo contrario, se hará a mano con agua tibia (30ºC), sin productos químicos (material blando: sin suavizantes) o, en su defecto, usando jabón neutro (siempre según recomendaciones del fabricante). Siempre se realizará un enjuague o aclarado con agua sola, hasta que no quede ningún rastro de jabón. El secado se realizará a temperatura ambiente (máx. 30ºC) y a la sombra (NUNCA en calefacción, secadora, al sol o al fuego). Si se trata de material metálico que incluya articulaciones o goznes, estos normalmente deberán ser lubricados, con un aceite aprobado para este fin según el fabricante (normalmente, aceites sin ácido y a base de teflón o silicona), después de la limpieza.

B) - Transporte del equipo

El transporte deberá realizarse en circunstancias lo más parecidas posibles a las descriptas para su almacenamiento (evitando productos químicos, posibles daños mecánicos, radiación UV, suciedad, etc.) para lo cual se usarán recipientes rígidos, semi-rígidos o bolsas protectoras, según convenga.


2) - Control y seguimiento del material de protección personal

E) - Garantía, vida útil, sustitución y fecha de retiro

Al mismo tiempo, todo material de seguridad de una marca seria y certificada cuenta con garantía, normalmente de entre 1 y 3 años, contando desde el momento de la compra. La garantía cubre los defectos de fabrica o que no dependan del gasto normal por un uso común, o los defectos ocasionados por un uso imprudente o para el que no fue previsto el equipo o aparato en cuestión. Igualmente, e independientemente de la vigencia de la garantía, los fabricantes muchas veces descubren ciertas anomalías en los productos, incluso con bastante posterioridad a su fabricación y distribución, y en esos casos lo informan a sus clientes, pidiendo (según el caso) la retirada o cambio voluntario o forzoso del material, por tratarse de equipo que compromete la seguridad de las personas.

Por otra parte, como ya mencionamos, existe una fecha límite de uso estipulada por el fabricante por motivos de seguridad en algunos casos, y en otros esta fecha no existe (su vida útil es ilimitada). Si bien esta fecha, de existir, es orientativa, porque depende de la utilización que se le de al material (asiduidad e intensidad de uso, condiciones de exigencia, incidencias sufridas, etc.) se recomienda hacer caso a la fecha de retiro si la hay ("vencimiento" o "caducidad"). Es conveniente nunca sobrepasarla, si bien a veces el material en cuestión debe ser descartado antes de esa fecha por haber sufrido algún incidente grave, como por ejemplo: caídas reiteras, desgaste, abrasión, decoloración (material blando), fisuras, corrosión, exposición a un medio o producto agresivo (productos químicos), utilización intensa, deformaciones, golpes (caídas, etc.), fracturas, cortes o roturas (aristas cortantes, etc.), exposición a ambientes marinos, exposición a temperaturas extremas, uso más allá de sus límites resistencia, etc. En particular, se recomienda RETIRAR el producto en caso de que:

- Se encuentra un defecto o durante la revisión dudamos de su integridad: desgaste de fibras, hilos sueltos o bordes o costuras dañadas.
- Entran en contacto con sustancias químicas.
- Haya sufrido o soportado una caída o esfuerzo importante (factor de caída mayor a 1).
- No se conoce su historial de uso completo (como ya mencionamos, NUNCA SEGUNDA MANO).
- La normativa o recomendaciones técnicas actuales lo consideran obsoleto, ya que hay materiales que ofrecen mejores garantías de seguridad cumpliendo la misma función, o una mejor complementación con otros equipos de seguridad con los que interactúa, y por lo tanto una mejora de la seguridad general.