Haga clic para agrandar la imagen. Recomendaciones para prevenir la propagación del alga Didymo o Moco de roca en la Patagonia Andina. |
Moco de roca, alga Didymo (Didymosphenia geminata) especie invasora
Normas de seguridad para la práctica de ciclismo
Tanto en las modalidades de ciclismo de ruta o de carretera, como en alguna de las múltiples variantes del ciclismo de montaña, bicicleta de montaña o mountainbike, podemos hablar de ciertas normas básicas comunes que mejoran nuestra seguridad y la de otras personas, vehículos o bicicletas que podemos cruzarnos en nuestro camino.
Normas de seguridad en ciclismo y bicicleta.
En seguridad en ciclismo, como en cualquier otra actividad al
aire libre, podemos dividir las recomendaciones en dos: aquellas que
afectan a la seguridad grupal y que deben evidentemente ser respetadas
cuando se sale a andar en grupo; y aquellas que afectan a la seguridad
individual, y que son responsabilidad de cada uno, se viaje en grupo o
no.
Las recomendaciones de las que hablaremos se aplican a la circulación en bicicleta en lugares de tránsito público por necesidades de transporte diario, o por el propio placer de moverse en este fantástico medio. Es decir, por recreación u ocio, no en actividades competitivas realizadas en circuitos o trazados cerrados, donde las reglas que valen son aquellas determinadas por la propia disciplina deportiva (vueltas ciclistas, trial, descensos o down hill, BMX, etc.).
1) - Seguridad en grupos ciclistas
- Respetar las normas de circulación de vehículos y vialidad.
- Mantener la distancia de seguridad.
- Desplazarse preferiblemente en fila india.
- Evitar adelantamiento o actividades competitivas en ciclismo recreativo.
- Avisar antes de frenar.
- Avisar de la presencia de obstáculos y vehículos.
- Ceder el paso a caminantes, senderistas y montañistas.
- Programar el recorrido en función del tiempo de luz natural disponible.
- Prever lugares de descanso y reaprovisionamiento de agua.
- Ir en grupos con al menos dos Guías.
- Parar en las bifurcaciones de caminos (y consecuencias).
- Pedalear con la boca cerrada.
- No excederse al elegir el nivel físico o técnico del recorrido.
- En rutas y travesías al aire libre, llevar medios de comunicación y orientación.
- Llevar un botiquín de primeros auxilios.
- Hidratarse y comer adecuadamente, antes y durante el recorrido.
2) - Seguridad individual al andar en bicicleta
- El casco de ciclismo.
- El calzado del ciclista.
- La ropa o vestimenta del ciclista.
- Los gafas o anteojos de ciclismo.
- Los guantes para andar en bicicleta.
- El botiquín para la práctica de ciclismo.
- Las herramientas para ciclismo.
- La técnica de frenado en ciclismo.
- La técnica de ascenso en ciclismo.
- Señalización de seguridad en ciclismo.
1) - Seguridad en grupos ciclistas
- Respeto de las normas de circulación de vehículos y vialidad en ciclismo
Dependiendo el país en el que nos movamos con nuestra bicicleta, pueden existir ciertas normas de tránsito o de tráfico (normas de circulación vial) que se apliquen a los ciclistas que circulan por rutas, calles o carreteras pavimentadas específicamente. Es nuestra obligación conocer dichas normas, aunque (o sobre todo) cuando seamos extranjeros, viajeros o turistas de paso.
Como siempre, "el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento", y normalmente en casos como estos reduce la posibilidad de accidentes. Como visitantes, tenemos que adaptarnos a la costumbres y normas locales, y no a la inversa.
Como generalidad, podemos decir que en los países que tienen normativas para regular la actividad ciclista por calles y rutas asfaltadas, suelen respetarse a los ciclistas que van en grupo, en "pelotón", ocupando parte de la calle. Es decir, que en ese caso el grupo de ciclistas debe ser considerados por los conductores de vehículos motorizados como un todo a todos los efectos de circulación, como otro vehículo.
- Mantener la distancia de seguridad en ciclismo
Al igual que sucede con cualquier vehículo a motor, cuando se pedalea en grupo hay que mantener una cierta distancia de seguridad respecto del ciclista que va adelante nuestro. Esta distancia será al menos del tamaño de 1 bicicleta, y mayor cuanto mayor sea la velocidad a la que nos desplacemos con el grupo.
La experiencia rodando, cayendo o viendo caídas, nos irá enseñando cuál es la distancia idónea para, en caso de que nuestro compañero haga una maniobra brusca o pierda el equilibrio, poder esquivarlo sin provocar una caída de nosotros mismos, o un choque en cadena.
- Ciclismo y desplazarmiento en fila india
Es mejor desplazarse en fila india siempre que sea posible, sobre todo en rutas pavimentadas y pistas forestales (y, por razones obvias, también en pequeñas sendas donde no haya otra posibilidad). Y a su vez, es mejor hacerlo siempre por la derecha.
Moviéndonos de esta forma, dejamos libre el resto de la ruta para que cualquier vehículo nos adelante si es necesario, cosa que no sería mucho más dificultosa si avanzamos en paralelo o en pelotón. Al mismo tiempo, hay menos riesgos de atropellar a un senderista o caminante que circule por la misma calle ya que nos moveremos como "uno solo" afectos prácticos.
Además, desde el punto de vista de la ecología, moverse en fila india es mucho menos impactante para el medio ambiente, si resulta que transitamos por una ruta que transcurre por un suelo y o un entorno natural.
- Adelantamientos y actividades competitivas en ciclismo recreativo
En grupos que salen a andar en bicicleta para disfrutar del paisaje y/o de la propia actividad por lugares naturales, o también por calles o rutas con atractivos culturales (arquitectónicos, artísticos, etc.), es decir, haciendo cicloturismo o ciclismo recreativo, las actividades competitivas no sólo no tienen sentido, sino que pueden constituir un riesgo para la seguridad de todo el grupo ciclista.
El intentar adelantar a otro/s, por ejemplo (ya sea por iniciativa propia, o para "medir fuerzas" en un juego entre más de uno), implica salirse de la fila india o romper el pelotón, y por lo tanto un mayor riesgo de atropello para transeúntes o de chocar con otros vehículos que vengan de adelante o de atrás. Lo que en carreras ciclistas sería "una escapada" y es relativamente normal, en actividades de ocio o cuando la bicicleta es un simple medio de transporte, se transforman en un riesgo que podemos evitar fácilmente al no desplazarnos en paralelo o con pérdida de control. Porque llega un momento en que a mayor velocidad, menor control es el control de la bicicleta (y de cualquier vehículo, para el caso).
El que va en un grupo como estos que no tienen por objetivo el entrenar, competir o mejorar el rendimiento físico, sino el disfrute de la actividad ciclista, tiene que tener bien claro que las actitudes competitiva tales como querer ir primero, adelantar al Guía, llegar antes, no parar en las bifurcaciones, rodar lenta y tranquilamente o hacer descansos no encajan, molestan a los demás y atentan contra el grupo y la actividad que se pretende desarrollar.
El que quiere entrenar o buscar el rendimiento, lo lógico es que lo haga dentro de grupos que tengan ese objetivo, dejando a cada uno disfrutar con la actividad que le gusta.
- Grupos ciclistas: Avisar antes de frenar
Las bicicletas no tiene (al menos por el momento...) luces de freno que nos indiquen cuando están por parar, tenemos que verlo con nuestros propios ojos, y ese es otro de las razones por las que hay que mantener una distancia mínima de seguridad. Por eso es muy conveniente establecer señales que indiquen al compañero que nos precede de que estamos disminuyendo la velocidad, sobre todo cuando vamos a detener la bici totalmente en una distancia muy corta (frenada brusca).
El guía del grupo ciclista es el que tiene que establecer estas señales, y dejarlas bien claras antes de comenzar la salida. Señales típicas que se pueden adoptar son, por ejemplo, levantar una mano con la palma abierta o con el puño cerrado cuando se quiere indicar que hay que frenar.
También es recomendable, al frenar, siempre por defecto (por costumbre) tirarse a la derecha. Así evitamos la posibilidad de que autos, coches, camiones, camionetas, 4x4 o cualquier otro tipo de vehículo que no hayamos visto venir por atrás nos lleve por delante.
- Ciclismo en grupo: Avisar de la presencia de obstáculos y vehículos
Esta regla es obvia y se aplica sobre todo al Guía del grupo que encabeza la marcha, que es el que tiene que hacerla valer en principio. Cuando los obstáculos son fijos pero no lo suficientemente obvios (piedras o rocas filosas, canaletas que pueden bloquear las ruedas causando caídas, zanjas profundas pero poco evidentes, etc.), debe avisarse de ellos a los que nos siguen, y esquivarlos marcando la ruta correcta a seguir.
El Guía también tiene que advertir (decir "¡coche!", "¡auto!", "¡vehículo!" o como fuere) si observa que se acerca un vehículo a motor, un grupo ciclista, un grupo de personas, etc. Ya sea que este obstáculo móvil se acerque en sentido contrario o en el mismo sentido, de frente o por una calle o camino lateral, etc., pero siendo evidente que vamos a cruzarnos con ella en breve. Este aviso tiene como sentido el que los ciclistas del grupo reaccionen pegándose a la derecha del camino, y guardando una estricta fila indica con su respectiva distancia de seguridad. En algunos casos (cuando se cruza a grupos de personas, sobre todo en los descensos) implica también disminuir la velocidad para evitar accidentes o atropellos.
Otras veces, los obstáculos serán peligrosos en cuanto a la alta posibilidad de producir pinchazos o pinchaduras (zarzas o plantas espinosas en el camino, por ejemplo). En esos casos es mejor que el Guía primero frene al grupo, se baje de la bicicleta, y pierda algunos minutos despejando el camino de pinches y espinas, antes que perder mucho más tiempo arreglando unos metros más adelante media docena de gomas pinchadas.
La advertencia inicial del Guía ante obstáculos y vehículos debe ser "pasada", repitiéndola en voz lo suficientemente alta como para que nos escuche nuestro compañero de atrás, para que éste a su vez pueda pasar la voz al que lo precede y se entere todo el grupo antes de llegar al obstáculo o cruzarse con el vehículo, vehículos, persona o grupo de personas en cuestión.
- Ciclismo: ceder el paso a caminantes, senderistas y montañistas
Como regla general de sentido común, todo vehículo que se mueve a mayor velocidad que otro, debe disminuir su velocidad para evitar accidentes en actividades a aire libre, en este caso, las bicicletas a las personas que van a pie o a caballo.
Cuando andamos en bicicleta en la montaña, si nos cruzamos con personas o grupos de personas caminando o cabalgando, tanto en de frente como si van siguiendo nuestro mismo camino y las superamos, tenemos que tener en cuenta lo siguiente para evitar accidentes o molestias innecesarias:
1) - Disminuir la velocidad con suficiente antelación (no colear o derrapar). La de todos, si nos movemos en grupo, usando la seña convenida para avisar esto (ya sea una palabra como "¡gente!" o un gesto, por ejemplo).
2) - Avisar de nuestra presencia a los transeúntes, sobre todo si no nos ven venir de frente. No hacerlo a gritos si se trata de un grupo a caballo.
3) - También siempre hay que avisar de nuestra presencia y reducir la velocidad ante curvas pronunciadas o muy cerradas (sobre todo si vamos solos, primeros en un grupo o de Guía principal, adelante), porque puede que haya caminantes del otro lado, pero no los veamos hasta no doblar la curva, y que sea demasiado tarde para que ellos puedan esquivarnos o viceversa.
4) - Pasar por al lado de los caminantes en fila india y pegados a la derecha del camino, dejando espacio suficiente para no molestarlos. Si van a caballo, no gritar, y tratar de no hacer movimientos bruscos ni ruidos fuertes, para no asustarlos con fatales consecuencias para los jinetes.
5) - Si el camino no es lo suficientemente ancho para que transitemos nosotros con nuestras bicicletas y los senderistas, montañistas, caminantes o jinetes, tendremos que bajarnos de la bicicleta, salirnos del camino y cederles el paso.
6) - Y por supuesto, saludar a nuestro paso. ;-)
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Programar el recorrido en función del tiempo de luz natural disponible
Evidentemente, salir al aire libre sin tener en cuenta que allí la iluminación artificial es un medio limitado, y la mayor parte del tiempo inexistente, es cometer un error típico de ciudadano no acostumbrado al campo que hay que evitar. El caso extremo en donde la luz es absolutamente imprescindible lo constituyen las actividades espeleológicas, no exactamente al aire "libre", pero sí actividades en el medio natural.
Pero sin llegar a estos extremos, en cualquier otra actividad de multivamentura, cuando el sol se pone la luz la tenemos que poner nosotros...ya sea en forma de linternas en nuestras bicicletas, en nuestras manos o en nuestras cabezas, ya sea en forma de fogata, fogón u hornillo, pero no podemos confiar en que la Luna nos ilumine (aunque muchas veces lo hará, si las nubes lo permiten).
Por cuestiones de seguridad por tanto, siempre hay que planificar los itinerarios para salir y llegar de día a nuestro destino. Cuando se trata de actividades de más de un día en las que haya que preparar un campamento para pasar la noche, esto es más necesario todavía, ya que se precisará de algunas horas de luz extras para poder organizar dicho campamento para dormir, prender el fuego y/o cocinar según el caso.
Pero incluso en salidas de un día (y precisamente en salidas de un día) subestimar las horas de luz disponibles suele ser una de las principales causas de emergencias: al irse la luz, nos perdemos "en medio de la nada", empieza a hacer frío y resulta que no llevábamos más que ropa "para caminar de día", no tenemos linterna, etc... Si resulta que llevamos un grupo, la cosa se complica, porque seremos responsables de un incidente simplemente por no haber anticipado algo tan obvio como que el sol se oculta cada unas cuantas horas... Si estamos en un grupo y nuestros "Guías" hacen algo como esto por simple desidia y no por cuestiones puntuales que no pudieron prever (por ejemplo, un accidente los retraza) lamentablemente comprobaremos de la peor manera que no elegimos a los Guías adecuados...
Por cuestiones de seguridad por tanto, siempre hay que planificar los itinerarios para salir y llegar de día a nuestro destino. Cuando se trata de actividades de más de un día en las que haya que preparar un campamento para pasar la noche, esto es más necesario todavía, ya que se precisará de algunas horas de luz extras para poder organizar dicho campamento para dormir, prender el fuego y/o cocinar según el caso.
Pero incluso en salidas de un día (y precisamente en salidas de un día) subestimar las horas de luz disponibles suele ser una de las principales causas de emergencias: al irse la luz, nos perdemos "en medio de la nada", empieza a hacer frío y resulta que no llevábamos más que ropa "para caminar de día", no tenemos linterna, etc... Si resulta que llevamos un grupo, la cosa se complica, porque seremos responsables de un incidente simplemente por no haber anticipado algo tan obvio como que el sol se oculta cada unas cuantas horas... Si estamos en un grupo y nuestros "Guías" hacen algo como esto por simple desidia y no por cuestiones puntuales que no pudieron prever (por ejemplo, un accidente los retraza) lamentablemente comprobaremos de la peor manera que no elegimos a los Guías adecuados...
En todos los casos hay que tener en cuenta también que no siempre la hora en que nos quedemos sin "luz útil", coincidirá con la hora que se pone el sol en esa época del año. A veces la luz útil puede extenderse un poco más, gracias a cierta "resolana" que predomina en los días claros, o en lugares nevados. Otras veces será al contrario, al estar en lugares como valles, o cerrados por el oeste con altas montañas, la luz se irá mucho antes de que el sol se haya puesto en el horizonte "teórico". La experiencia en una región o zona geográfica determinada nos dirá cual es horario en que la luz ya no nos servirá para seguir caminado, pedaleando, andando a caballo, ascendiendo, escalando, bajando un río, levantando un campamento, buscando leña, haciendo nudos, esquiando, surfeando, etc. Pero siempre hay que considerar que en días nublados todos estos parámetros pueden cambiar, así que habrá que estar atento a la meteorología.
Evidentemente, en invierno las horas de luz disponibles serán menos, y por eso (además de por el frío) las actividades al aire libre no son tan populares en épocas invernales, exceptuando los deportes de invierno en situaciones controladas (esquí alpino en pista o snowoard, por ejemplo), o las que hacen aquellas personas que gustan del frío y los sacrificios (montañistas, esquiadores de fondo, alpinistas, escaladores en hielo, etc.). Estos últimos muchas veces planifican sus actividades dando por supuesto que empezarán o terminarán sin luz natural, y por lo tanto llevan los medios de iluminación necesarios para poder disfrutar de su deporte.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Prever descansos y reaprovisionamiento de agua
Como ya dijimos en más de una oportunidad, disponer de agua es imprescindible. Pero muchas veces encontraremos agua potable durante el camino, y por lo tanto tendremos que programar nuestras paradas, tanto para juntar agua como para descansar, al menos en esos puntos (de abastecimietno de agua) de forma obligada (así matamos dos pájaros de un tiro).
Esto no es excusa para no llevar siempre una resera de agua personal. Esos lugares, por lo tanto, tienen que tomarse como lugares para "reaprovisionar" nuestras reservas de agua; no simplemente para tomar agua y seguir el camino sin llevar reserva alguna del líquido elemento.
Además, hay que considerar que (por muy potable que sea) el agua natural no le cae bien al estómago de muchos ciudadanos no acostumbrados más que al agua clorada de sus casas, o al agua mineral comercial embotellada. Y aunque los efectos de esta intolerancia al agua natural (normalmente diarrea) no suelen verse inmediatamente, sino a mediano plazo, a veces el rechazo es una cuestión de gusto y la persona puede directamente negarse a tomar agua...pero al mismo tiempo no haber tenido la precaución de traer agua consigo porque "nadie le avisó". Conviene entonces que los Guías o responsables lleven al menos siempre un poco de agua "de ciudad" de reserva para casos como estos.
Por motivos ecológicos que detallamos en otro lado, no es recomendable parar justo a la orilla de los ríos, sobre todo en lugares muy transitados. Así que conviene hacer las paradas cerca de los cursos de agua, pero al menos a 50 o 100 metros de estos.
En cuanto al lugar de descanso en sí, a parte de ser un lugar preferiblemente cercano a una fuente de agua (imprescindible en descansos largos y a la hora de comer) hay que elegir un lugar en que no se dificulte el paso a otros montañistas, caminantes o senderistas que pudieran transitar por el mismo lugar mientras estamos descansando. Este lugar debe ser seguro en cuanto ante potenciales peligros naturales protegido (derrumbes, avalanchas, etc.), protegidos de las inclemencias del tiempo: del sol en verano, y del viento en invierno (o según las condiciones meteorológicas imperantes) y no ser paradas demasiado largas para evitar "enfriamientos" (musculares) excesivos, y que no cueste luego retomar la actividad.
Por último, no olvide que la necesidad de más o menos agua de nuestro organismo se determina en función del esfuerzo a realizar, y del clima: a mayor esfuerzo física, e igualmente, a mayor calor, o mayor viento, mayor será la deshidratación sufrida. El agua que llevemos o carguemos en cada parada, dependerá de estas variables, siempre considerando un resto de reserva que no usaremos, y que quedará para posibles situaciones de emergencia o primeros auxilios.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Ir en grupos con al menos dos Guías
En cualquier actividad al aire libre en el medio terrestre para grupos numerosos (más de 5 personas) y/o compuesto por gente inexperta en la actividad en cuestión (senderismo, trekking, montañismo, cabalgatas, esquí de fondo, raquetas, etc.) el contar con al menos dos personas responsables o Guías (uno que vaya adelante, y otro que vaya atrás) es imprescindible. Lo ideal es que (además del mínimo necesario de dos Guías) haya al menos un Guía, Monitor, Instructor, Técnico o persona responsable más por cada 5 o 10 personas en el grupo.
Como clientes de actividades de aventura o multiaventura, tenemos que tener claro que muchas agencias de viajes, de deportes extremos o de turismo activo o de aventura juegan con sus márgenes de beneficios, y por cuestiones comerciales pueden prescindir de los servicios de la cantidad de Guías que son obligados para realizar una actividad concreta al aire libre con las mayores garantías de seguridad. Pero nunca debemos transigir, nunca debemos ceder en este aspecto, porque esto iría directamente en contra de nuestra propia seguridad y de la de nuestros compañeros de grupo.
Además, tenemos que saber que los Guías en cuestión son personas con las habilidades suficientes como para cumplir su función. Esto podemos comprobarlo averiguando qué organismo los certifica como tales y/o (sobre todo y más importante) qué experiencia tienen realizando este trabajo en concreto, en el lugar y bajo las condiciones que en concreto se va a desarrollar la actividad de multiaventura en la que vamos a participar.
En este sentido, aunque no siempre es así, en general los Guías locales suelen ser los mejores. Y tampoco tenemos que creer que el título o la licencia que los certifica como Guías es lo más importante: recordemos que muchos Guías Sherpas en el Himalaya (por citar un ejemplo de Guías locales mundialmente conocidos) no tienen más certificación que décadas de experiencia a sus espaldas, no sólo realizando expediciones y ascensiones, sino viviendo día a día en condiciones que para nosotros son extremas. Dicho de otro modo, la experiencia real, como es obvio, vale más que un papel que diga que teóricamente se tiene dicha experiencia.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Parar en las bifurcaciones de caminos
Al igual que ocurre con el guiado de grupos en cualquier otra actividad al aire libre (a pie, en bicicleta o a caballo), cuando el que conoce el camino es sólo el Guía, y los que lo siguen dependen de sus indicaciones, debe reagruparse a la gente que conforma el grupo en todas las bifurcaciones, aprovechando ese momento para cerciorarse de que están todos (contarlos) y que continúan la marcha por el camino correcto, sin tomar el equivocado.
Cuando hay al menos dos Guías (Guía de primero o de cabeza; y Guía de segundo, Guía escoba, de cola o "Subguía") el encargado de realizar la tarea de recuento es el Segundo. Pero si el Segundo no conoce el camino y depende también de ver por donde va el Primero, éste último deberá esperar en las bifurcaciones al menos lo suficiente como para que los que lo sigan vean por el camino que toma.
En caso de que el tiempo apremie, el Guía que va de primero puede dejar a alguna persona de confianza en la bifurcación indicando el camino correcto, o incluso marcarla con alguna señal (eso sí, tiene que ser una señal previamente convenida y conocida por todos en el grupo). Cuando hay más de dos Guías, el o los Guías que van en el medio del grupo o distribuidos en él son los que se encargan de realizar esta función de "balizas" ante las bifurcaciones.
Es casi una cuestión estadística el que a más gente, más posibilidades de gente que vaya más despacio y gente que vaya más rápido; y también más posibilidades de "distracciones", ya sea viendo el paisaje, o al ir haciendo sociales entre los miembros del grupo, etc. Por lo tanto, esta parada en las bifurcaciones para esperar al último será obligada cuando se vaya grupos grandes. Cuanto más grande sea el grupo, más se va a "estirar", y por lo tanto más habrá que esperar a los últimos.
En estos casos, puede aprovecharse las paradas precisamente para descansar. Además, no es conveniente salir o empezar otra vez a pedalear inmediatamente cuando llegan los últimos, por razones obvias (los últimos también tienen que descansar, generalmente incluso más que los primeros). Si el grupo por este motivo las paradas en las bifurcaciones se hacen muy largas, se puede hacer alguna actividad de corta duración para "animarlas", y evitar que la gente se enfría o aburra.
Si estamos andando en bicicleta o a caballo, se puede rápidamente establecer un pequeño circuito alternativo para mantenerse en movimiento. Este circuito puede tener cierta dificultad técnica para hacerlo más atractivo, por ejemplo. También se puede hacer algún juego en el lugar, juego que variará dependiendo la edad y la cantidad de miembros del grupo. Así, nadie se va a aburrir, y todos van a tener la posibilidad de descansar en las paradas obligadas.
- Pedalear con la boca cerrada
Cuando se anda en bicicleta, ir con la boca abierta no sólo es ineficiente desde el punto de vista del rendimiento físico (se respira mejor y de forma más acondicionada por la nariz y así nos deshidratamos menos), sino que además puede transformarse en una desagradable sorpresa si transitamos por parajes naturales.
No sería la primera vez que alguien, por ir con la boca abierta arriba de la bici, se come algún insecto, incluso uno que pueda entrañar cierto peligro, como una avispa o una abeja. Recordemos que uno de los lugares en los que es más riesgoso que nos pique un insecto venenoso, es en las mucosas (es decir, donde no hay epidermis o piel), lo que incluye, por lo tanto, a labios, lengua o garganta. Seamos o no alérgicos a las abejas o avispas, una picadura de un insecto en las vías respiratorias puede ser, por lo menos, una experiencia muy desagradable.
Otro riesgo de ir con la boca abierta mientras se pedalea es el de sufrir un impacto de alguna piedrita que "salte" del camino, despedida por las ruedas de alguno de nuestros compañeros de grupo, o de cualquier vehículo que nos adelante o se cruce por nuestro camino. Los labios, aunque no son una gran protección, al menos nos protegerán de la posibilidad de un impacto directo en los dientes o de tragarnos alguna esquirla mineral lanzada a todo velocidad desde el camino.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: No excederse al elegir el nivel físico o técnico del recorrido
Cualquier actividad al aire libre o de multiaventura, como cualquier actividad deportiva, tiene un componente físico y técnico (de habilidad o dificultad) determinado. Muchas agencias de montañismo y de aventura califican este grado de dificultad en niveles numerados (nivel 1, nivel 2, etc.) o con nombres (dificultad baja, dificultad media, etc.) tanto a nivel conjunto, como separando la exigencia física de la técnica o coordinativa (nivel de exigencia física alta y técnica baja, nivel de exigencia física media y técnica media, etc.).
Sin embargo, es evidente que cualquier clasificación por niveles de dificultad tiene únicamente carácter orientativo, por el simple hecho de que todas las personas somos distintas debido a nuestra particular condición atlética y experiencia física y deportiva, en este caso en actividades al aire libre. Ciclismo, rafting, canoas, kayakismo, cabalgadas, trekking, montañismo, parapente, escalda, andinismo, ala delta, esquí, snowboarding, senderismo, acampada, supervivencia, mountainbike o cualquier otra disciplinas en el medio natural son actividades que tienen puntos en común, pero a la vez tan variadas que se pueden aplicar a personas con perfiles muy diversos. Así, tenemos que evaluar los niveles que indican las agencias ofrecen actividades al aire libre, y empezar siempre por el más bajo si no queremos llevarnos desagradables sorpresas.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchas veces esta calificación por niveles ni siquiera existe, y sólo se podrá comprobar la exigencia de una oferta de aventura probando o preguntando previamente. Esto será siempre así sobre todo cuando nosotros, ya sea por nuestra cuenta o dentro de un grupo de amigos, queramos organizar una actividad sin contar con ayuda de agencias o profesionales.
En este último caso, tendremos que evaluar a conciencia el esfuerzo físico y técnico que exija nuestro recorrido, para saber si se adapta tanto a nosotros como al miembro más débil del grupo. Y finalmente, adaptar siempre la actividad precisamente a la persona que cuente con un nivel más bajo, y no a la inversa.
- Por seguridad, en rutas y travesías al aire libre, llevar medios de comunicación y orientación
El teléfono móvil o celular se está haciendo imprescindible como medida de seguridad para grupos que realizan actividades al aire libre relativamente alejadas de la civilización. Esto es más cierto cuanto menos gente con experiencia y conocimientos haya en el grupo, siendo el móvil una herramienta para usar en caso de emergencia, y de la que nunca hay que abusar sin el consentimiento del Guía o la persona responsable del grupo.
Si vamos solos, cosa que debería ser excepcional (sobre todo cuanto más inhóspita, desconocida o peligrosa sea la zona) debemos aplicar el mismo sentido común, y no movilizar todo operativo de rescate simplemente porque tomamos la bifurcación incorrecta de un camino que, igualmente, nos llevará hasta un pueblo o ciudad cercana (aunque no sea al que pretendíamos llegar).
Ante accidentes y pérdidas del camino, se justifica pedir ayuda siempre que no podamos evacuarnos por nosotros mismos, o con la ayuda de otros, con la garantía suficiente de llegar antes de que deje de haber luz natural, y haya riesgos de que perdamos el camino, de sufrir un clima severo sin tener la vestimenta adecuada para afrontarlo, o cualquier otra situación que no podamos resolver con los medios y recursos (materiales y humanos) de que dispongamos en ese momento.
Así mismo, las radios o walkies son muy útiles incluso cuando no haya una urgencia, ya que sirven para deportes y actividades al aire libre en donde haga falta comunicación inalámbrica entre distintos miembros de uno o más grupos, que trabajan a distancias que hacen imposible la comunicación a viva voz, y donde la cobertura de telefonía celular no está disponible o es mucho más caro usarla.
Los medios necesarios para orientarnos (mapa, brújula y/o Gps), habrá que llevarlos siempre, aunque conozcamos el camino a seguir. Puede que sean necesario variar el camino, precisamente para llegar al lugar más cercano en caso de accidente; retomar el camino por otro que no conozcamos en caso de pérdida, o avisar nuestras coordenadas para que nos rescaten (GPS), por ejemplo. De todos, el más imprescindible es el mapa, ya que además es más seguro (no se puede quedar sin pilas, como el Gps o una brújula digital, por ejemplo), y conviene llevarlo en una funda de plástico para evitar que eventualmente se moje.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Llevar un botiquín de primeros auxilios
Es evidente que, por muy corta que sea una ruta o travesía al aire libre, y se trata de la actividad que sea (ciclismo, senderismo, montañismo, esquiar, andar a caballo, etc.) un botiquín de primeros auxilios siempre puede ser útil. Viajando en grupo, siempre debe llevarse al menos uno; y lo ideal es que además cada persona cuente con algunas reservas individuales para tratar pequeñas emergencias, o sus problemas de salud personales.
Hemos realizado una lista con un ejemplo de botiquín de primeros auxilios para ciclismo, pero que también se aplica a cualquier actividad al aire libre, que puede leerse más abajo. Es sólo una sugerencia, ya que siempre un botiquín debe adaptarse a las necesidades concretas de la actividad en cuestión que se vaya a realizar, del número de participantes, de su nivel de conocimientos medios y de primeros auxilios, de la forma en que se transportará el botiquín, etc.
* Botiquín de primeros auxilios para el ciclista:
Un botiquín de primeros auxilios es imprescindible para la práctica del ciclismo, al igual que para la de cualquier otra actividad al aire libre. Pero se diferencia de otros botiquines de primeros auxilios en algunos detalles.
Un botiquín de primeros auxilios para ciclismo debe ser fundamentalmente portátil por razones obvias: al igual que en montañismo, en bicicleta transportar peso adicional no es fácil. Debe incluir sobre todo material sanitario para la cura de heridas por rozaduras, típicas tras las caídas. Un ejemplo de botiquín para el ciclista sería uno que contuviera, por ejemplo:
- Apósitos adhesivos (curitas o tiritas) de distintas formas o tamaños.
- Antiséptico a base de iodo.
- Tijeras pequeñas (para cortar ropa quemada en caso de caída, o los apósitos adhesivos para adaptarlos a la herida).
- Gasas.
- Cinta adhesiva estéril (esparadrapo).
- Vendas (opcional).
Además, siempre tenemos que llevar algo de agua de repuesto en nuestra botella, para poder lavar las heridas rociándolas con agua a presión.
Si tenemos formación en primeros auxilios, adicionalmente podemos incorporar una mascarilla para realizar R.C.P. Para viajes largos o por donde la comida sea nueva para nuestro estómago (países "exóticos), pueden venir bien también algunos medicamentos para el dolor de cabeza, etc. (analgésicos), para la diarrea y pastillas para potabilización de agua.
- Por seguridad, en actividades al aire libre: Hidratarse y comer adecuadamente, antes y durante el esfuerzo físico
Como sabemos, el agua es imprescindible para la vida, más que la comida, y será siempre algo que tengamos que tener en cualquier actividad al aire libre de cierta intensidad física o duración. El agua no sólo será necesaria para beberla, sino que también puede ser útil (por ejemplo) para lavar una herida al aplicar primeros auxilios. Por eso, siempre habrá que tener en cuenta, y saber con seguridad, en qué lugares del camino se encuentra agua (ya sean fuentes artificiales o naturales), y en cualquier caso llevar agua de reserva por si acaso, aunque más no sea para tener durante el recorrido para cualquier incidencia.
La comida es menos necesaria, sobre todo durante el recorrido inferiores a un día (sobre todo si comimos bien antes de salir). Pero todo depende, por supuesto, de nuestro nivel de entrenamiento y costumbre, porque igual que puede haber una persona que no tenga problema en no comer por 5 horas, a otras ante el menor esfuerzo físico se les despierta el apetito.
En cualquier caso, igual que pasa con el agua, siempre habrá que llevar algo de comida de reserva personal en forma de hidratos de carbono (glucosa o azúcar), ya sea una barrita energética, frutas desecadas o algo parecido. Si alguna persona sufre una recaída por agotamiento físico, comer azúcar la "reavivará" por al menos 20 minutos, quizás lo necesario para que siga moviéndose por sus propios medios hasta llegar a destino, donde pueda descansar y comer mejor.
En cuanto al consumo de agua o bebidas isotónica antes y durante la actividad, si no tenemos experiencia práctica personal en el tema, podemos empezar guiándonos por las recomendaciones que mencionamos acá. Respecto al la ingesta de comida, y en particular de hidratos de carbono antes y durante la actividad, también podemos tener en cuenta estas recomendaciones para evitar problemas de recaída física durante nuestro itinerario.
2) - Seguridad individual al andar en bicicleta
- El casco de ciclismo, función y ajuste
Sobra decir que el casco es un seguro de vida, no sólo al andar en bicicleta, sino en muchos otros deportes y actividades al aire libre. Aunque existen y se venden cascos específicos para ciclismo, a diferencia de otras partes del equipo del ciclista, el casco puede ser usado para otras actividades al aire libre, aunque no para todas las que se usa casco.
Para empezar hay que advertir que un casco de ciclista no sirve para practicar escalada, salvo quizás como solución de circunstancia en un caso concreto en el que sea optar por esa protección para la cabeza, o nada. Pero los cascos de ciclismo no están hechos para parar el impacto de piedras o hielo que puede caer de arriba, y mucho menos para una caía desde varios metros de altitud.
Todo casco debe haber superado los test o cumplir con la normativa estándar homologada por la Unión Europea (CE), Estados Unidos (FCC) o algún otro organismo reconocido competente. Si se tiene dudas respecto de las certificaciones del casco (algo que se puede intuir en los que son muy baratos) mejor no arriesgarse.
Otra cosa importante al elegir un casco es prestar atención a las ranuras que tienen, pensadas para ventilar la cabeza. También se debe observar la existencia o no de visera frontal, porque les aseguro para el que no lo probó, que es poco menos que imposible mantener una gorra con visera abajo de un casco, ¡¡ya no hablemos arriba!!
Un tercer aspecto al que hay que prestarle mucha importancia si decidimos comprar un casco duradero y seguro, es el mecanismo que nos permitirá ajustarlo a nuestra cabeza. Este puede ir desde una simples cintas con hebillas en los modelos más baratos y antiguos, que solían tener diferentes tamaños o talles y fijarse a presión por medio de gomaespuma o almoadillas que muchas suelen despegar con facilidad; hasta sistemas de ajuste más sofisticados y modernos (ahora estándar) a base de correas de plástico rígido y una combinación de broches y perillas que permiten un ajuste más automatizado, que se realiza normalmente rotando simplemente una ruedita.
En todos los casos, las hebillas laterales o cinchas para el ajuste final suelen unir dos cintas que forman un triángulo, y si queremos que el casco esté bien ajustado, el vértice de la hebilla (el que apunta hacia abajo) tiene que confluir a la altura de la oreja que corresponde a ese cada lado de nuestra cabeza. Una vez ajustada y cerrada la correa abajo de nuestra barbilla, el casco no debe bascular ni oscilar, y ni debe permitirnos abrir por completo la boca al hacer el gesto de bostezar, comer, no permitiendo que la abertura sea de un tamaño que permita que nos metamos en la boca una pelota de pingpong aproximadamente (es decir, se debe sentir la tensión al abrir la mandíbula). Si no fuera así, tras una caída el casco podría salirse, y no serviría de mucho, o serviría de tan poco como el casco sin abrochar que usan algunos imprudentes conductores de moto.
- El calzado del ciclista
Las zapatillas de los ciclistas profesionales son exclusivas para andar en bicicleta, pero aunque nosotros no seamos profesionales y no necesitemos usar ese tipo de calzado, hay algunas recomendaciones que se aplican al calzado normal parar practicar ciclismo como aficionados.
Las zapatillas para ciclismo incorporan un sistema de fijaciones que permite "engancharse" a los pedales (pedales especialmente preparados para este fin), con el objetivo de poder traccionar, al pedalear, no sólo hacia abajo gracias al pisar el pedal, sino hacia arriba, desarrollando una verdadera fuerza circular, alternativa y continua con ambas piernas; y sólo en momentos puntuales usar el pedaleo "en péndulo" (fuerza con una pierna hacia abajo, luego fuerza con la otra) que practicamos los que usamos calzado común y corriente.
Estas zapatillas, sin embargo, cumplen con otra característica que nos interesa más: tienen una suela dura, poco flexible. Con una suela de este tipo, el esfuerzo de la pedaleada se transfiere mejor en avance, ya que al no doblarse la zapatilla, la fuerza que parte desde la pierna pasando por el talón, llega a la punta del pie hasta los pedales con menos pérdida.
Esta última característica, la de la dureza de las zapatillas de ciclismo, es la que tenemos que buscar en nuestro calzado normal para salidas de ciclismo no profesionales. Como este mismo principio de dureza para ganar eficiencia y evitar fatiga se aplica a las botas de montaña y zapatillas de senderismo, un calzado de montañismo es ideal para andar en bicicleta. Unas zapatillas de senderismo o unas botas de caña media que cubran el tobillo, por ejemplo, pueden servir perfectamente.
Si no disponemos de calzado para montañismo o trekking, tendremos elegir, de entre los que tengamos, aquél que tenga la suela menos flexible. Esto lo podemos comprobar simplemente doblando la zapatilla con ambas manos, y eligiendo la que menos se dobla. Además, hay que probar que el dibujo de la suela de la zapatilla se agarra bien al pedal, porque a veces puede suceder que resbale.
En cuanto a las medias o calcetines, variarán en grosor dependiendo del clima. Las que se venden como especiales para ciclismo suelen tener un mayor refuerzo a nivel del talón, y también de la puntera. Pueden usarse calcetines exteriores de Goretex, lo cual es ideal para lo días de lluvia al impedir el paso del agua pero permitir la evacuación de la transpiración.
- La ropa del ciclista
Aunque por supuesto se puede andar en bicicleta con ropa de gimnasia (jogging o fitness), la ropa para específica para hacer ciclismo cumple con algunas importantes particularidades para la mejora del confort y la eficiencia sobre la bici.
* El Cullote
La parte prácticamente imprescindible si se practica ciclismo con cierta regularidad, son los pantalones (del tipo calzas o mallas) ajustados y acolchados en la zona de la entrepierna (la que está en contacto con el asiento o sillín) que se llaman "culottes", "culottes de ciclismo" o "calzas para ciclismo". Estos pantalones están hechos de un tipo de tela sintética liviana, transpirable y ajustable, que al mismo tiempo permite una muy buena transpiración, pero manteniendo el calor. No deben tener costuras, y un acolchado en la entrepierna es imprescindible.
Existe de dos tipos básicos de culottes de ciclismo: los de invierno (pantalones largos) de una o dos piezas (con tirantes o tiradores estos últimos). Sí sólo podemos comprarnos unos, serán preferibles (al igual que pasa con los guantes para ciclismo) comprarse los de invierno, porque en verano podemos improvisar algún tipo de pantalón corto, o incluso arremangarnos los primeros (aunque no es recomendable porque pierden flexibilidad). También existen una opción intermedia: unos que son largos pero con la opción de sacar las perneras para transformarlos en uno de verano: es decir, son modulares, por lo que pueden ser muy recomendables para rutas largas donde el clima pase de ser caluroso a ser frío. El uso de tiradores o tirantes evita que se nos bajen los pantalones, y son más abrigados al cubrir parte del pecho, por lo que son también una buena opción a tener en cuenta para el invierno.
Al ir ceñido al cuerpo (como las calzas o mallas térmicas para la práctica de aeróbic o como ropa interior térmica en montañismo) el culotte largo impide que se nos enganche cualquier parte de la tela con la cadena o los platos de la bicicleta o el propio asiento de la bicicleta al levantarse y adelantar el cuerpo (en una subida o al buscar velocidad) o al retrazarlo (en una bajada pronunciada), lo que podría transformarse en una grave accidente. A la vez, los cullotes son mucho más aerodinámicos que los pantalones holgados. El acolchado que incorporan se agradece, sobre todo en largas travesías, aunque puede ser complementado con un asiento para bici o sillín con acolchado (diseño anatómico, funda de gel o similar).
Si se practica bicicleta de montaña por sendas estrechas, es siempre recomendable que el largo de los pantalones llegue hasta los tobillos sobradamente; si no es así, no estaremos protegidos ante arbustos espinosos o zarzas que puedan rodear este tipo de sendas, sobre todo si discurren entre bosque de matorrales bajos. En caso de que tengamos uno de tipo "pescador" (que llegue por abajo de la rodilla, pero por encima del tobillo) si no queremos invertir en uno más largo, podemos usar medias largas, o incluso polainas o guetres de montañismo o briches para montar a caballo, que aunque no están pensadas para este uso, pueden servir para evitar arañazos.
El pantalón largo de bicicleta o cullote de invierno puede ser además una interesante inversión doble, en el sentido de que puede usarse también como pantalón interior o pantalón térmico en otras actividades al aire libre, como montañismo, senderismo, monta o cabalgatas, etc.
* Maillot, tronco y extremidades.
En lo que se refiere a la ropa que cubre la parte superior del cuerpo, las capas interiores de abrigo deben cumplir los mismos requisitos que para cualquier tipo de ropa usada en deportes al aire libre: varias capas fáciles de sacar, que abrigan (gracias también al aire acumulado entre capa y capa) al mismo tiempo que permiten o facilitan la evacuación de la transpiración e impiden el paso del viento y el agua exterior. Es decir, el conocido "sistema de capas" de abrigo.
La chaqueta exterior debe ser cortaviento, y si es posible además contar con una membrana impermeable y transpirable (hidrófuga) como el Goretex. Sino, adicionalmente a una chaqueta cortaviento, habrá que llevar una capa, poncho o chubasquero, aunque lo ideal sería otra prenda fina de membrana impermeable y transpirable, como dijimos, porque esta cumple la doble función de rompeviento e impermeabilización en caso de lluvia.
El "maillot" cumple con estas características de transpirabilidad y rompevientos, en su versión de invierno (mangas largas) o verano (cortas). Es una camiseta elastizada específicamente diseñada para cubrir el tronco y las extremidades del ciclista. Estos muchas veces incorporan bolsillos situados a la espalda, y son más cortos adelante y más largos atrás, para asegurar la cobertura de la parte lumbar durante la postura típica del ciclista (flexionado sobre el manubrio o manillar).
Además de quedar totalmente pegadas al cuerpo, lo que facilita la aerodinamia eliminado la resistencia que crearía la ropa holgada, los maillots vienen en colores chillones por razones de seguridad: así los conductores de automotores ven a los ciclistas más fácilmente, evitando desagradables accidentes. Por eso, si sobre el maillot se usa un rompevientos, este debe ser de un color llamativo, para mantener esta medida de seguridad. Por suerte las prendas rompevientos o impermeables que se diseñan para otras actividades al aire libre como el montañismo o el senderismo, también suelen ser de colores vivos, en este caso para facilitar la ubicación de una persona que se haya perdido en la montaña.
- Las gafas o anteojos para ciclismo
Aunque en muchos deportes al aire libre los anteojos o gafas de sol son intercambiables (en senderismo, montañismo, carreras de orientación, cross country, escalada, etc.) en ciclismo se usan unas diferentes ya que su función no es sólo la de protegernos de los rayos UV (UVA y UVB), sino la integridad de nuestros ojos.
En efecto, al andar en bicicleta, ya sea por montaña o por ruta pavimentada, nos pueden saltar pequeñas piedras debido a la tracción de la rueda de un compañero ciclista, de un vehículo motorizado que nos adelante o nos acompañe, o incluso de nuestra propia rueda. También nos molestará, sobre todo en los días secos y ventosos por sendas o caminos de tierra, el polvo que se levanta, y dependiendo la zona, nos insectos que chocarán contra nosotros durante el camino.
Por eso los anteojos diseñados para ciclismo son más grandes, cubriendo gran parte del hueco ocular, y están hechos de plástico resistente a impactos de piedras chicas o insectos. Su tamaño también ayuda a frenar el viento, y el material, al no ser vidrio, es menos propenso a dañarnos en caso de caída (aunque no nos va a proteger contra golpes, por supuesto).
Por todas esta razones el comprarse unos anteojos o gafas de sol para ciclismo no se puede considerar un capricho fruto de la moda o la estética, sino una inversión en seguridad, y por lo tanto en supervivencia. O dicho de otra forma ¿cuánto cree que valen sus ojos o la capacidad de ver? Unas gafas de sol pueden encontrarse en tiendas como estas desde alrededor de $10 euros, con filtro de rayos UV al 100% y una alta proporción de rayos infrarojos o IR (homologadas por la autoridad competente) y cristales intercambiables (negros para cuando el día es soleado, transparentes pero igualmente filtrantes para cuando el día está nublado o llueve)...yo por lo menos considero que mis ojos valen más que $10 euros, espero que usted piense lo mismo de los suyos, ;-).
- Los guantes para andar en bicicleta
Al igual que pasa con las gafas o anteojos de sol para ciclismo, lo guantes para ciclismo no sólo tienen la función de protección tradicional, en este caso contra el frío, sino que están pensados para evitarnos lesiones en caso de caídas.
Una de las zonas más expuestas durante una caída andando en bici son las manos, y en especial el dorso de la mano. Sobre todo al andar en ruta o carretera, y también en terreno pedregoso en una mountainbike, una caída puede significar no sólo una fea herida, sino la lesión o rotura de los tendones que posibilita la extensión de los dedos (abrir la mano) con desagradables consecuencias.
Por suerte, esto puede evitarse comprando unos guantes adecuados. Los guantes además, suelen tener un acolchado en la parte de la palma, en el talón de la mano sobre todo, que busca amortiguar los impactos que nos llegan a través del manubrio o manillar de la bicicleta.
Estas vibraciones, aunque no sean violentas, siempre existen y son constantes, sobre todo en bicicletas que no cuentan con amortiguación delantera (en la orquilla). Existen distintos modelos de guantes que persiguen el mismo fin con soluciones alternativas : normalmente usando algún tipo de goma o gel. Esta protección impide que surjan lesiones de muñeca consecuencias repetidos microtraumatismos que se van acumulando en distintas zonas con el paso del tiempo (lesión crónica) como el síndrome del túnel carpiano, o la neuritis cubital (la muñeca del ciclista).
Por último, los guantes de ciclismo están pensados para ofrecer una óptima movilidad de los dedos, para así poder manejar los frenos y los cambios con naturalidad, además de para lograr una mayor adherencia a los puños del manillar o manubrio, evitando la pérdida de contacto y los resbalones por culpa de la transpiración de las manos.
Por todo esto, es más que recomendable comprarse guantes para practicar ciclismo, y se consideran como parte básica del equipo para mejora de la seguridad. Cuando vayamos a comprarlo, es importante observar la confección (costuras, solidez de la tela protectora, etc.) y la capacidad de aislamiento: normalmente indican las temperaturas hasta las cuales ofrecen protección contra el frío, igual que pasa con las bolsas o sacos de dormir. Además, tendremos que optar entre los guantes de verano y los de invierno, eligiendo uno u otro dependiendo en la época del año en que practiquemos con mayor frecuencia.
Si sólo vamos (o sólo podemos) comprarnos unos guantes para bicicleta, evidentemente será mejor comprase los de invierno, ya que estos protegen toda la mano, y aunque transpiremos un poco, vamos a estar más seguros ante una caída...aunque, ojo, los guantes pueden romperse, tras una caída, y muchas veces lo harán, pero como pasa en escalada con las cinta express dinámicas que frenan nuestra caída desgarrándose y después ya no sirven, habrán cumplido su cometido: mantenernos enteros.
Los guantes de verano, con los dedos recortados, no protegen la falanges de los dedos, sino sólo el dorso de la mano (los metacarpos o los metacarpianos con sus respectivos músculos y tendones). En este caso de elegir los de invierno, quizás convenga invertir en unos guantes que estén recubiertos de algún tipo de membrana transpirable como el Goretex o similar, para evitar tener las manos húmedas durante el rodaje.
- El kit de herramientas multiuso para bicicleta
Igual que es necesario conocer lo básico de mecánica de vehículos a motor si somos dueños de un automóvil o un avión, sería necesario conocer lo básico de mecánica de bicicletas si somos dueños de una bici. Eso implica disponer de una serie de herramientas que muchas veces serán imprescindibles para arreglar pequeños desperfectos, tanto en casa como en ruta durante un viaje, y que pueden ahorrarnos una buena cantidad de dinero que se llevaría el bicicletero o mecánico si la tuviéramos que mandar a arreglar.
Una bicicleta tiene distintos tipos de tornillos y tuercas para formar el conjunto, además de otras partes como la cadena, los rayos, los platos o los piñones (por mencionar sólo algunos) que necesitan de herramientas bastante específicas para ajustarse, desajustarse o para poder reemplazarlas por otras. Estas herramientas se pueden comprar individualmente, pero la mayoría, como los destornilladores, ocupan bastante espacio debido a su mango, lo cual no es problema en el caso de guardarlas en casa adentro de una caja de herramientas, pero que no nos sirven como herramientas de viaje.
Y, precisamente, es durante una travesía de cicloturismo, o una salida larga en bici cuando se pueden aflojar partes claves de la bici, y donde extrañaremos las herramientas que con un pequeño ajuste nos podrían evitar perder la salida porque (por ejemplo) se nos desajustó el manillar o manubrio de la bici, y da vueltas como una calesita loca...
Por eso, es ideal contar con un kit de herramientas multiuso para viajes o carreras de aficionados (es decir, donde no habrá apoyo logístico externo durante muchos kilómetros). Estas herramientas multiusos, son similares a las navajas multiusos como la famosa Victorinox, pero obviamente incluyendo herramientas que específicamente sirven para las bicicletas, sus tuercas y tornillos estándar.
Una buena herramienta multiuso para ciclismo debe incluir al menos las siguientes llaves y destornilladores:
- Llave Allen (destornillador hexagonal) de tamaños 4, 5, 6 mm.
- Destornillador plano, tamaño estándar para bicicleta.
- Destornillador en estrella, tamaño estándar para bicicleta
Como adicional, convendría que llevara una llave Allen del 8 mm, porque suele ser la necesaria para ajustar la potencia del manubrio o manillar; y una llave para rayos o radios, que pueden romperse o perder tensión, y tendríamos que poder regular o cambiar con algunos de repuesto que llevásemos para viajes largos.
Nuestra caja de herramientas portátil para viajes en bicicleta, debe incluir también como algo básico un cortador de cadenas (conocido también como "extractor de cadenas", "troncha cadenas" o "tronchacadenas"). Este último es imprescindible para volver a unir una cadena a la que se le rompió un eslabón, arreglo de circunstancia que nos permitirá seguir pedaleando hasta que podamos reemplazar la cadena completa más adelante, de ser necesario. También se llevarán los accesorios imprescindibles para arreglar roturas de cadena (el extractor de cadenas no sirve de mucho sin los hierritos que se usan para volver a unir los eslabones una vez retirado los defectuosos).
El cortacadenas debe ser preferiblemente metálico, porque los de plástico no duran mucho. Tampoco es recomendable que esté incluido dentro de la herramienta multiusos, porque suele ser más chico y menos manejables, y se puede romper con relativa facilidad, y después cambiarlo de la herramienta es algo más complicado (y también de conseguir comercialmente) que reponer un independiente.
- La técnica de frenado en ciclismo
Resumen sobre los principales aspectos que hay que dominar para tener una buena técnica de frenado en ciclismo.
Lo primero que siempre tenemos que tener en mente, es que debemos controlar nuestra velocidad en función de nuestra capacidad técnica (de domino de la bici) y la capacidad de frenado efectivo de esta. Obviamente, no es lo mismo moverse con una bicicleta en perfecto estado con frenos de hidráulicos de disco, que hacerlo con una a la que le falte el freno delantero, o que frene "regularmente" bien. Aunque evidentemente antes de salir nuestra bicicleta tiene que tener los frenos perfectamente comprobados, siempre puede ocurrir que se rompan o se terminen de desgastar durante el camino, y tendremos que adaptar nuestra velocidad y forma de frenar a este hecho.
Aunque no sepamos medir exactamente cual es nuestra mencionada "capacidad técnica", cualquiera se da cuenta (por muy poco que sepa de ciclismo) cuando pierde el control de la bicicleta. Eso se nota rápidamente: vemos que no podríamos esquivar a alguien si se nos cruzara, o a alguno de nuestros compañeros si frenara, porque no nos daría tiempo a reaccionar o a maniobrar. Así que lo mejor es siempre disminuir la velocidad, frenando progresivamente, hasta ir sintiendo que tenemos el control y, en todo caso, aumentarla siempre progresivamente, sin sobrepasar nunca ni dejar de lado esa sensación de miedo que surge al sentir que ya no dominamos la bicicleta (esa es una alarma que nos dice que tenemos que parar...antes de que paremos violentamente y contra nuestra voluntad al tener un accidente). Como se suele decir, más vale prevenir que curar.
Una vez claros estos puntos básicos para saber si cuando tenemos el control de nuestra bicicleta en movimiento, concretamente tenemos que prestar atención a los siguientes aspectos sobre la técnica de frenado:
1) - Se debe manipular el freno siempre con dos dedos (el índice y el medio). Estos dedos SIEMPRE deben estar sobre la palanca o manetas de freno mientras pedaleamos, para poder frenar rápidamente por cualquier necesidad.
2) - Hay que mantener el centro de gravedad bajo cuando frenemos. Si, en cambio, mantenemos el centro de gravedad alto al frenar, el peso de nuestro peso (y su inercia) será mayor al de la bicicleta, y como consecuencia podríamos salir volando (literalmente) por delante de esta. Para lograr esto podemos levantarnos del asiento o sillín de la bici, y retrazar nuestros nalgas respecto de éste, incluso bajando atrás, y dejándolo momentáneamente a la altura del pecho (o a la altura suficiente para compensar la frenada) [1]. Muchas veces, sobre todo ante bajadas de larga duración, es preferible bajar el asiento al inicio precisamente para que sea más fácil retrazar el centro de gravedad en las frenadas.
3) - Para que una frenada sea más eficiente, la misma debe concentrarse (pese a lo que se cree comúnmente) principalmente en la rueda delantera, que es en la que se centra el mayor peso e inercia al desplazarse con una bicicleta. La proporción adecuada es 70% de frenada en la rueda de adelante, y 30% en la de atrás. Lo que pasa es que si este tipo de administración de la frenada no se combina con un adecuada distribución de nuestro peso (centro de gravedad), como indicamos antes, las consecuencias pueden ser que se nos levante la rueda de atrás y perdamos el equilibrio.
4) - Se debe frenar de forma tal que la rueda pare de forma progresiva. Es decir, que siga girando hasta que se detiene sin llegar a colear o derrapar, o sea, bloquearse. En los vehículos a motor existe desde hace un tiempo un mecanismo automático que impide este bloqueo de las ruedas, aunque se aprete el pedal del freno sin parar (el conocido ABS). Bloquear las ruedas (incluso por diversión) puede implicar una pérdida de control importante con la consecuente posibilidad de accidentes, además de una frenada menos eficiente, desgaste innecesario de gomas, erosión del suelo, ruido, mala imagen para los ciclistas de montaña, etc. (ver al respecto Utilidad y contras de la técnica de derrapaje o coleada).
5) - No es recomendable frenar en las curvas, ya que las ruedas (aunque no se lleguen a bloquear), tienen mayor tendencia a derrapar o colear, aunque esta no sea nuestra intención (ver al respecto la técnica para el trazado de curvas)
6) - Hay que tener en cuenta que existe cierta velocidad mínima a partir de la cual no es posible mantener el equilibrio. El excedernos con los frenos puede que nos hagan tener que bajarnos de la bici por no haberlo tenido en cuenta esto, y entonces incluso no poder volver a pedalear (en terrenos muy empinados, o cuando tenemos un compañero ciclista muy cerca adelante nuestro, por ejemplo) teniendo que andar parte del camino a pie.
Notas:
[1] Aquí se ve la importancia de llevar pantalones, calzas o mallas para ciclismo; o por lo menos pantalones ajustados que impidan que (al retrazarnos para las frenadas o al levantarnos del asiento) se nos enganche.
- La técnica de ascenso en ciclismo
Resumen sobre los principales aspectos que hay que dominar para tener una buena técnica de ascenso en ciclismo"
Como dijimos cuando hablamos de la técnica de frenado, hay cierta velocidad a partir de la cual no se puede mantener el equilibrio sobre una bicicleta, y es fundamental tener esto claro cuando subimos. Dicho de forma más técnica, el punto a partir del cual el movimiento giroscópico de las ruedas hace que tengamos que no podamos mantenernos sobre la bicicleta, y tengamos que poner pie a tierra. Todos conocemos intuitivamente este principio, pero cuando la marcha es lenta, y sobre todo en subida cuando no nos quedan más platos ni piñones por cambiar, y las piernas no nos dan más, puede que en algún momento no nos quede más opción que bajarnos de la bicicleta por este motivo.
Pero otras veces, si tenemos la fuerza suficiente, esto nos puede pasar simplemente por no haber considerado este hecho, y no mantener una buena distancia con nuestro compañero de adelante en las ascensiones, previendo que si el se para, probablemente nos obligará a parar al reducir nuestra velocidad bruscamente, si no tenemos tiempo o lugar para maniobrar.
Al margen de este hecho, hay tres formas técnicas con las que podemos encarar una pendiente en bicicleta, y cada una tiene sus pro y sus contras:
1 - Subiendo de pie sobre los pedales.
2 - Subiendo sentado, con el centro e gravedad atrasado.
3 - Ascendiendo sentados, con el centro de gravedad adelantado.
1 - Subiendo de pie sobre los pedales.
Esta técnica se basa en la basculación o el balanceo de nuestro peso, haciendo fuerza alternativamente en uno y otro pedal mientras estamos parados o de pie sobre la bicicleta.
Es una buena técnica para entrar en calor todos los músculos y realizar un ejercicio más completo sobre la bicicleta, pero su problema o factor limitante es que puede hacer que resbale la rueda trasera (al despegarse del suelo y perder el agarre) en subidas empinadas.
- Señalización de seguridad en ciclismo
Si se pretende hacer travesías de larga duración, habrá que incorporar a nuestra bicicleta luces y materiales reflectantes para mejorar nuestra visibilidad en condiciones de poca luz.
Aunque no se debería circular nunca de noche por rutas o carreteras que no sean exclusivas para ciclismo, en salidas largas o en travesías de más de un día de duración, muchas veces circularemos en condiciones de poca visibilidad, ya sea al amanecer, al atardecer, o debido a condiciones climáticas adversas (niebla, ventisca, nieve, lluvia, etc.). En todos estos casos, lo mejor es parar en la banquina, arcen o acotamiento, pero si por lo que fuere esto no es posible y debemos seguir pedaleando, un sistema de iluminación será imprescindible para evitar que nos atropellen.
Existen dos formas de iluminar nuestra bicicleta: con sistemas señalización pasivos, que refractan la luz exterior; o con sistemas de iluminación activa, que generan luz propia para iluminar nuestro camino, o marcar nuestra posición. Los primeros son los típicamente conocidos como "ojos de gato". Los segundos, pueden ser luces para iluminar el camino que seguimos, o luces de posición.
Las señales pasivas pueden ir incorporados a la bicicleta, o a nuestro cuerpo. Lo ideal, es que las pongamos en ambos. Las bicicletas, por lo general, ahora incorporan de fábrica ojos de gato atrás y adelante de los pedales, pero Lo mínimo imprescindible sería que además agreguemos en la bicicleta uno trasero (atrás del asiento o sillín, y el trasportín o asiento para transporte) y una delantera a la altura del manubrio o manillar.
Respecto las que podemos llevar puestas, existen unas cintas elásticas reflectantes que se pueden usar para agarrar la parte baja de los pantalones holgados, en caso de llevarlos, y que por lo tanto cumplen una doble función. Esto, unido a un tránsito racional con la bicicleta, y al uso de ropa de colores vivos para ciclistas debería ser suficiente advertencia para los conductores que nos podamos cruzar por el camino.
Normalmente las luces activas de posición funcionan con pilas, y pueden ser o no intermitentes, incorporando a su vez ojos de gato para tener un doble efecto activo/pasivo. Actualmente son muy populares las que usan leds de última generación, que consumen poco, teniendo una gran autonomía. Las luces que sirven para iluminar nuestro camino, sin embargo, al ser más potentes, suelen consumir más, por lo que puede ser interesante usar los "viejos" sistemas (pero nunca separados en rendimiento y ecología) que hacen funcionar la luz con un dínamo, aparatito que aprovecha nuestro desplazamiento para moverse y generar la luz. La ventaja evidente de este último sistema es que es que no necesita pilas y es por lo tanto respetuoso con el medio ambiente; la desventaja es que sólo funciona cuando nos estamos moviendo, a excepción de los modelos que incorporen una batería recargable adicional para usar en estático (algo útil al acampar con la bicicleta, ya para no tener que llevar más de una linterna para cada cosa).
Las baterías o pilas extras nunca deben faltar en caso de ser necesarias para que funcione nuestro sistema de iluminación. Y por supuesto, hay que cuidar el encender las luces al menor indicio de mala visibilidad, y procurar no taparlas con el equipaje o nuestra propia ropa.
Principios para la prevención de accidentes: prevención y causas
Podemos resumir ciertos principios que se aplican para poder prevenir accidentes en todos los casos.
I - Primero debemos prevenir activamente los accidentes.
II - Segundo, debemos conocer las causas de los accidentes. Estas, al margen de las particularidades de cada caso, siempre suelen ajustarse a una norma general.
I - Prevención
La prevención, por tanto, es el imprescindible primer paso en salvamento y socorrismo, como así también en cualquier otro ámbito dónde se estime que haya riesgo de accidentes. La prevención de accidentes se basa en los siguientes principios:
1 - Identificar los riesgos existentes.
2 - Controlar los riesgos.
3 - Eliminar los riesgos.
1 - Identificar los riesgos existentes
Estos riesgos a su vez pueden clasificarse según diferentes criterios, entre los que podemos destacar:
1.1 - Las características físicas el entorno.
1.2 - Las actividades propias del medio en cuestión.
1.3 - El comportamiento de las personas.
1.4 - El tipo de personas y grupos.
1.1 - Las características físicas el entorno
El riesgo puede medirse en función de cual sea el lugar donde se desarrolle la actividad en cuestión, ya sean actividades físicas o deportivas, turismo, trabajo o la vida misma.
En el caso del actividades acuáticas y del socorrismo, por ejemplo, se debe tener en cuenta la profundidad del agua, los desniveles del fondo y su nivel de adherencia, el clima y la temperatura del agua, los animales marinos que la habitan y su peligrosidad, los puntos desde los cuales la vigilancia es imposible (puntos ciegos), las formas de entrar y salir del agua, el número de personas o usuarios que estarán en la zona, etc. Si se trata de una piscina o pileta, hay que prestar atención al estado de las escaleras, peldaños, trampolines, toboganes o cualquier otro "obstáculo" peligroso. En el caso de tratarse de la playa o aguas abiertas en generar, de los bancos de arena, corrientes, pozos, cambios bruscos de profundidad, resaca, mareas y zonas rocosas, como a los dobles fondos y escolleras.
En el caso del montañismo, podemos agregar la cercanía a un puesto de socorro, refugio o la civilización; la velocidad con que suele variar el clima y sus mayor peligrosidad posible de acuerdo a la época del año, las zonas de derrumbes, avalanchas o aludes, etc.
1.2 - Las actividades propias del medio en cuestión
Dependiendo la actividad que se desarrolle (laboral, transporte, turismo, recreación, actividad física o deporte) los riesgos a identificar también pueden variar o afinarse más.
Por ejemplo, en actividades en el medio acuático en piletas o piscinas, habrá que tener en cuenta las entradas en el agua (zambullidas) a base de clavados en las partes con poca profundidad, la realización de apnea o buceo sin material en aguas poco claras (riesgo de choque con otros bañistas o las paredes), los juegos bruscos en los bordes de la piscina, o el uso de material subactuático que implique cierta peligrosidad (como el de aletas de bucear o patas de rana que, en personas no entrenadas, hacen que se acalambres los músculos gemelos de las piernas, con el consiguiente riesgo de ahogamiento). En playa, podemos además considerar la lejanía de la orilla a la que se encuentren los bañistas o nadadores, y las diversas actividades acuáticas que se desarrollen al mismo tiempo, sobre todo si se mezclan actividades náuticas (yating, velerismo, motonáutica, surf y windsurf, kitesurf, etc.) con aquellas que no usan vehículos acuáticos (natación, buceo, snorkeling, etc.).
1.3 - El comportamiento de las personas
Evidentement,e el cómo alguien se comporte puede determinar los riesgos que corra. Dependiendo de la actividad en cuestión, habrá que tipificar ciertos comportamientos que deberán evitarse o prohibirse por su alta peligrosidad.
En actividades acuáticas podemos mencionar: la exposición prolongada al sol o el tomar sol en las horas en que está más alto (riesgo de quemaduras), el meterse al agua tras transpirar por hacer ejercicio o después de comer copiosamente (riesgo de hidrocución), las temeridades varias (saltos mortales, aguantar sin respirar, etc.) o la simple y llana pedantería (riesgo que es propio de toda actividad humana).
En otras actividades terrestres en el medio natural, podemos mencionar el uso de equipo inadecuado, viejo o en malas condiciones, el uso inconsciente del fuego (riesgo de incendios), el no llevar agua o comida, el no llevar mapa o brújula -o no saber usarlos...-, el no contratar un guía local o conocer la zona, etc.
1.4 - El tipo de personas y grupos
El comportamiento de las personas variará dependiendo sobre todo la edad y las características físicas y mentales de los mismos. Por eso hay que tener particular atención a los ciertos grupos de riesgo como son los niños, los adolescentes de actitudes temerarias, los ancianos, los enfermos y los discapacitados. Sin embargo, esta clasificación es arbitraria, y las personas de los más diversos tipos pueden actuar de forma sorprendente según cualquier criterio previo que tengamos.
A su vez, deben considerarse grupos de riesgo, en principio, todos aquellos que no tengan la experiencia necesaria para llevar a cabo una actividad dada.
2 - Controlar los riesgos
El
control de riesgos es esencial para la prevención de accidentes, una vez
estos fueron identificados de acuerdo a lo que explicamos acá. Si se
hace correctamente, el control de riesgos potenciales disminuirá las
posibilidades de accidentes. Para ello habrá que tener en cuenta.
-
El señalizar los riesgos que existen. A través de material divulgativo,
carteles, folletos, banderas o información gráfica, que será clara,
visible, sencilla y atractiva para todos los que estén expuestos a dicho
riesgo. Esta información preventiva deberá recopilar normas y
recomendaciones realistas y/o razonables antes que ser coercitiva o
prohibitiva (es decir, dar las razones que la fundamentan, no ser
fundamentalistas sin más).
- El comunicar verbalmente los mismos.
Teniendo en cuenta que muchas veces la comunicación escrita no será
viable o posible. Por ejemplo, cuando un socorrista acuático o
guardavidas informa a un usuario que no puede bañarse en determinado
lugar por alguna causa; o cuando un guardia forestal avisa de la
prohibición de hacer fuego directamente a los excursionistas de una zona
de bosque, etc.
- La comunicación por otros medios alternativos. Teniendo en consideración que pudiera haber personas con problemas de audición o capacidad de atención, etc.
3 - Eliminar los riesgos
La
eliminación o anulación de los riesgos o peligros existentes
identificados y controlados en la medida de lo
posible, deberían ser idealmente eliminados en este
punto. Sin embargo, esto no siempre se logra.
Por lo tanto, si
no se puede anular un riesgo dado (y de hecho, el riesgo siempre existe
en alguna medida) debe volverse al paso anterior (control) y
señalizarlo lo más claramente posible dicho riesgo, para que pueda ser evitado.
II - Las causas de los accidentes
Aunque cada accidente tiene sus propias causas, se puede hablar de tres causas fundamentales que son las responsables de que ocurra todo accidente.
Ya sea cuando estamos al volante, cuando trabajamos como personal de seguridad, rescate o socorrismo, cuando estamos realizando deportes acuáticos, deportes de riesgo o cualquier tipo de actividad física al aire libre de tipo recreativa, la posibilidad de accidentes (en mayor o menor medida) siempre existe. Pero las causas, aunque son distintas en cada caso particular, se basan en ciertas cuestiones y actuaciones que se aplican a cualquier tipo de accidentes, y que son las siguientes:
1 - Ignorar o infravalorar el riesgo que implica lo que hacemos o haremos.
2 - La ausencia de recursos de prevención de accidentes e intervención ante los mismos.
3 - La incapacidad para afrontar las dificultades surgidas.
1 - Ignorar o infravalorar el riesgo que implica lo que hacemos o haremos.
Normalmente esta causa de accidentes es consecuencia directa de la ignorancia sobre un tema determinado, asociada con la temeridad que implica el hacer algo peligroso sin saber que es peligroso... Algunos hombres son expertos en esto, sobre todo cuando (por ejemplo) quieren demostrar su "virilidad" frente a otros.
La ignorancia y la infravaloración como causa de accidentes se ve claramente ejemplificada en montañismo. Las personas sin experiencia creen que caminar por la montaña es cómo hacerlo por una calle peatonal...pero al estar esto totalmente alejado de la realidad, lo que hacen es crear las condiciones para la primera de las causas de accidentes: la infravaloración del peligro que corren. Al que va sólo a la montaña, el que va sin el equipo adecuado, el que no lleva un aparato para comunicarse en caso de emergencia, el que no avisa a dónde va, el que no considera las condiciones climatológicas, el peso que se transporta, la altitud, etc., lo que hace es poner en riesgo su vida, muchas veces no conscientemente, sino por ignorancia: porque no conoce o no sabe estimar el riesgo al que se expone.
Un ejemplo concreto en montañismo lo constituye la creencia de que si se subió a alta montaña ya varias veces, y no se sufrió mal de altura o edemas pulmonares o cerebrales, uno ya está "inmunizado" o es "apto" para ascender altas montañas. Esto muestra ignorancia (ya que está probado de que cualquiera, por mucha experiencia en altura que tenga, puede sufrir mal de montaña y edemas) y por lo tanto la infravaloración de un riesgo claro pero no tenido en cuenta o subestimado.
En socorrismo o salvamento acuático, un guardavidas o socorrista puede creer (tontamente) que desarrollar su trabajo en una sola piscina chica es lo mismo que hacerlo en una grande donde tenga que compartir responsabilidades de vigilancia con otros compañeros; o que hacerlo en esta última es lo mismo que hacerlo en la playa, en un lago o en un río. Infravalorar las condiciones en la que actúa de esta forma o de otra cualquier podría desencadenar un accidente.
2 - La ausencia de recursos de prevención de accidentes e intervención ante los mismos.
Aún sabiendo a lo que nos arriesgamos con una actitud determinada o en una circunstancia "x", esto no nos servirá de mucho si no disponemos de los recursos necesarios (sean humanos o materiales) para prevenir los riesgos que nuestra actividad o actitud implica, o para evitarlos; o si (una vez ocurrido el accidente) no tenemos los medios con los que intervenir para poder minimizar sus consecuencias negativas.
Siguiendo con el ejemplo del montañismo como deporte o actividad al aire libre riesgosa, podemos mencionar el hecho de que por mucho que tengamos claro que escalar la pared inestable de una determinada montaña puede implicar la caída de rocas sobre nuestras cabezas, si no llevamos puesto un buen casco de escalada la roca que nos caiga (si no tenemos suerte, o si la tenemos mala) nos causará un accidente. De la misma forma, saber que esa pared debería ser subida con alguien que vaya "de primero" de cordada con la suficiente experiencia, pero al mismo tiempo hacerlo solos porque no conseguimos la ayuda de una persona suficientemente experimentada en escalada, puede ser la causa de otro accidente. Por último, si tras caer un compañero en una grieta mientras cruzamos un glaciar, y aunque sabemos técnicamente como realizar un rescate en un caso como este, no disponemos de (por ejemplo) una soga o una cuerda lo suficientemente larga, el accidente irá seguramente a peor...
En salvamento o socorrismo acuático, por ejemplo, la ausencia de material de rescate (salvavidas, material de primeros auxilios, etc.) puede ser lo que complique un accidente o impida que termine en buen puerto.
3 - La incapacidad para afrontar las dificultades surgidas.
La falta de conocimientos teóricos y (sobre todo) la capacidad para aplicar esta teoría en la práctica, es decir, la falta de conocimientos prácticos (experiencia práctica bajo condiciones reales o lo más cercanas a la realidad) puede implicar el que no se sea capaz de evitar dificultades que podrían (de no hacerse lo correcto) terminar en un accidente.
A veces se trata de pura ignorancia, otra de poseer el carácter adecuado para aplicar los conocimientos que se tienen en situaciones críticas, mientras que en otros casos lo que ocurre es que la experiencia teórico-práctica que se tiene no fue adquirida en situaciones lo suficientemente realistas (simulación o simulacros deficientes), y "en la calle" las cosas no son resultan tan fáciles de manejar como se esperaba.
En montañismo (como en otros deportes extremos) puede darse una incapacidad para actuar tanto a un principiante como a un veterano, nadie está exento. Sin embargo, la experiencia ayuda, ya que el humano basa sus conocimientos en el aprendizaje, y al ir "sobreviviendo" a distintas dificultades surgidas en condiciones reales, va adquiriendo una mayor capacidad para afrontar a dificultades parecidas que surjan en el futuro.
En socorrismo o salvamento acuático, un técnico en emergencias puede estar debidamente titulado y poseer el equipamiento de emergencias adecuado, pero no haber practicado hace tiempo algo como la RCP, y ser superado por las circunstancias y el nerviosismo y, por lo tanto, "auto-impedirse" socorrer a una víctima con parada cardiorrespiratoria.
Hay casos, por supuesto, en que pese a todo lo que hagamos para evitarlos, los accidentes ocurren. De hecho, un accidente por definición es un hecho (trágico o no) fortuito. La suerte que tengamos podrá ser, por lo tanto, una importante causa "totalmente inevitable" de accidentes...o, si es buena, una inesperada solución también inevitable a los mismos...Por eso mismo, de la suerte no se trata aquí, ya que no podemos modificarla a nuestro gusto, es la variable que nunca podremos controlar.