Toda actividad al aire libre que implique caminar o realizar travesías por terrenos, rutas, sendas o caminos no pavimentados, abruptos y/o con cierto desnivel, tienen en común no sólo el uso de cierto equipo o material para hacer dicha actividad más segura, sino el cumplimiento de una serie de normas para lograr este mismo fin: garantizar lo más posible la seguridad de los participantes.
Entre las normas más comunes para mejorar la seguridad en recreación - senderismo o trekking, montañismo, excursionismo, y paseos por el campo en general- podemos mencionar las siguientes como las más importantes:
- No excederse al elegir el nivel físico o técnico del recorrido.
- Ir en grupos con al menos dos Guías.
- Respetar las indicaciones y decisiones de los Guías.
- Programar el recorrido en función del tiempo de luz natural disponible.
- Prever lugares de descanso y reaprovisionamiento de agua.
- Llevar botas y ropa con un cierto uso.
- Parar en las bifurcaciones de caminos (y consecuencias).
- En rutas y travesías al aire libre, llevar medios de comunicación y orientación.
- Llevar un botiquín de primeros auxilios.
- Hidratarse y comer adecuadamente, antes y durante el recorrido.
- Controlar que tenemos las botas bien atadas.
- Las uñas de los pies deben estar cortadas.
- No perder de vista al grupo.
- No ausentarse o pararse durante el camino sin avisar.
- No beber alcohol, bebidas estimulantes o tomar otras drogas.
- No caminar de cara a la pendiente.
- No bajar corriendo.
- Tener en cuenta el clima y la previsión meteorológica.
- Precauciones al cambiar de terreno y desnivel.
No excederse al elegir el nivel físico o técnico del recorrido
Cualquier actividad al aire libre o de multiaventura, como cualquier actividad deportiva, tiene un componente físico y técnico (de habilidad o dificultad) determinado. Muchas agencias de montañismo y de aventura califican este grado de dificultad en niveles numerados (nivel 1, nivel 2, etc.) o con nombres (dificultad baja, dificultad media, etc.) tanto a nivel conjunto, como separando la exigencia física de la técnica o coordinativa (nivel de exigencia física alta y técnica baja, nivel de exigencia física media y técnica media, etc.).
Sin embargo, es evidente que cualquier clasificación por niveles de dificultad tiene únicamente carácter orientativo, por el simple hecho de que todas las personas somos distintas debido a nuestra particular condición atlética y experiencia física y deportiva, en este caso en actividades al aire libre. Ciclismo, rafting, canoas, kayakismo, cabalgadas, trekking, montañismo, parapente, escalda, andinismo, ala delta, esquí, snowboarding, senderismo, acampada, supervivencia, mountainbike o cualquier otra disciplinas en el medio natural son actividades que tienen puntos en común, pero a la vez tan variadas que se pueden aplicar a personas con perfiles muy diversos. Así, tenemos que evaluar los niveles que indican las agencias ofrecen actividades al aire libre, y empezar siempre por el más bajo si no queremos llevarnos desagradables sorpresas.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchas veces esta calificación por niveles ni siquiera existe, y sólo se podrá comprobar la exigencia de una oferta de aventura probando o preguntando previamente. Esto será siempre así sobre todo cuando nosotros, ya sea por nuestra cuenta o dentro de un grupo de amigos, queramos organizar una actividad sin contar con ayuda de agencias o profesionales.
En este último caso, tendremos que evaluar a conciencia el esfuerzo físico y técnico que exija nuestro recorrido, para saber si se adapta tanto a nosotros como al miembro más débil del grupo. Y finalmente, adaptar siempre la actividad precisamente a la persona que cuente con un nivel más bajo, y no a la inversa.
En cualquier actividad al aire libre en el medio terrestre para grupos numerosos (más de 5 personas) y/o compuesto por gente inexperta en la actividad en cuestión (senderismo, trekking, montañismo, cabalgatas, esquí de fondo, raquetas, etc.) el contar con al menos dos personas responsables o Guías (uno que vaya adelante, y otro que vaya atrás) es imprescindible. Lo ideal es que (además del mínimo necesario de dos Guías) haya al menos un Guía, Monitor, Instructor, Técnico o persona responsable más por cada 5 o 10 personas en el grupo.
Como clientes de actividades de aventura o multiaventura, tenemos que tener claro que muchas agencias de viajes, de deportes extremos o de turismo activo o de aventura juegan con sus márgenes de beneficios, y por cuestiones comerciales pueden prescindir de los servicios de la cantidad de Guías que son obligados para realizar una actividad concreta al aire libre con las mayores garantías de seguridad. Pero nunca debemos transigir, nunca debemos ceder en este aspecto, porque esto iría directamente en contra de nuestra propia seguridad y de la de nuestros compañeros de grupo.
Además, tenemos que saber que los Guías en cuestión son personas con las habilidades suficientes como para cumplir su función. Esto podemos comprobarlo averiguando qué organismo los certifica como tales y/o (sobre todo y más importante) qué experiencia tienen realizando este trabajo en concreto, en el lugar y bajo las condiciones que en concreto se va a desarrollar la actividad de multiaventura en la que vamos a participar.
En este sentido, aunque no siempre es así, en general los Guías locales suelen ser los mejores. Y tampoco tenemos que creer que el título o la licencia que los certifica como Guías es lo más importante: recordemos que muchos Guías Sherpas en el Himalaya (por citar un ejemplo de Guías locales mundialmente conocidos) no tienen más certificación que décadas de experiencia a sus espaldas, no sólo realizando expediciones y ascensiones, sino viviendo día a día en condiciones que para nosotros son extremas. Dicho de otro modo, la experiencia real, como es obvio, vale más que un papel que diga que teóricamente se tiene dicha experiencia.
Siempre hay que respetar las indicaciones y decisiones de los Guías. Si estamos en una salida guiada por un profesional o alguien que se hace responsable (sin serlo) de dicha actividad, probablemente muchas veces no entenderemos (dependiendo de nuestro nivel de conocimiento y experiencia) porqué el Guía toma una u otra decisión, pero tenemos que recordar que cuando el tiempo apremia (ante una emergencia) no hay tiempo para explicaciones y habrá que acatar las indicaciones del Guía sin dificultar su labor.
Evidentemente, salir al aire libre sin tener en cuenta que allí la iluminación artificial es un medio limitado, y la mayor parte del tiempo inexistente, es cometer un error típico de ciudadano no acostumbrado al campo que hay que evitar. El caso extremo en donde la luz es absolutamente imprescindible lo constituyen las actividades espeleológicas, no exactamente al aire "libre", pero sí actividades en el medio natural.
Pero sin llegar a estos extremos, en cualquier otra actividad de multivamentura, cuando el sol se pone la luz la tenemos que poner nosotros...ya sea en forma de linternas en nuestras bicicletas, en nuestras manos o en nuestras cabezas, ya sea en forma de fogata, fogón u hornillo, pero no podemos confiar en que la Luna nos ilumine (aunque muchas veces lo hará, si las nubes lo permiten).
Como ya dijimos en más de una oportunidad, disponer de agua es imprescindible. Pero muchas veces encontraremos agua potable durante el camino, y por lo tanto tendremos que programar nuestras paradas, tanto para juntar agua como para descansar, al menos en esos puntos (de abastecimietno de agua) de forma obligada (así matamos dos pájaros de un tiro).
Esto no es excusa para no llevar siempre una resera de agua personal. Esos lugares, por lo tanto, tienen que tomarse como lugares para "reaprovisionar" nuestras reservas de agua; no simplemente para tomar agua y seguir el camino sin llevar reserva alguna del líquido elemento.
Además, hay que considerar que (por muy potable que sea) el agua natural no le cae bien al estómago de muchos ciudadanos no acostumbrados más que al agua clorada de sus casas, o al agua mineral comercial embotellada. Y aunque los efectos de esta intolerancia al agua natural (normalmente diarrea) no suelen verse inmediatamente, sino a mediano plazo, a veces el rechazo es una cuestión de gusto y la persona puede directamente negarse a tomar agua...pero al mismo tiempo no haber tenido la precaución de traer agua consigo porque "nadie le avisó". Conviene entonces que los Guías o responsables lleven al menos siempre un poco de agua "de ciudad" de reserva para casos como estos.
Por motivos ecológicos que detallamos en otro lado, no es recomendable parar justo a la orilla de los ríos, sobre todo en lugares muy transitados. Así que conviene hacer las paradas cerca de los cursos de agua, pero al menos a 50 o 100 metros de estos.
En cuanto al lugar de descanso en sí, a parte de ser un lugar preferiblemente cercano a una fuente de agua (imprescindible en descansos largos y a la hora de comer) hay que elegir un lugar en que no se dificulte el paso a otros montañistas, caminantes o senderistas que pudieran transitar por el mismo lugar mientras estamos descansando. Este lugar debe ser seguro en cuanto ante potenciales peligros naturales protegido (derrumbes, avalanchas, etc.), protegidos de las inclemencias del tiempo: del sol en verano, y del viento en invierno (o según las condiciones meteorológicas imperantes) y no ser paradas demasiado largas para evitar "enfriamientos" (musculares) excesivos, y que no cueste luego retomar la actividad.
Por último, no olvide que la necesidad de más o menos agua de nuestro organismo se determina en función del esfuerzo a realizar, y del clima: a mayor esfuerzo física, e igualmente, a mayor calor, o mayor viento, mayor será la deshidratación sufrida. El agua que llevemos o carguemos en cada parada, dependerá de estas variables, siempre considerando un resto de reserva que no usaremos, y que quedará para posibles situaciones de emergencia o primeros auxilios.
Llevar botas y ropa con un cierto uso. Esta regla principalmente se aplica a las botas o borceguí (botas militares), no zapatillas o zapatos. Las botas nos sujetan el tobillo, haciendo que tengamos una menor posibilidad de tener lesiones por torceduras en esta articulación, debido tanto a la propia caña de la bota (al menos deben ser de "media caña") como a la mayor sensibilidad en la zona que nos hace reaccionar más rápido al sentir que se nos dobla el tobillo de forma exagerada (reacción propioceptiva).
No deben llevarse nunca botas nuevas o no probadas durante al menos una semana en condiciones lo más reales posibles. De no cumplirse esta recomendación, las ampollas serán la norma, norma que en algunos casos nos impedirá totalmente caminar debido al dolor.
Lo mismo se aplica a la ropa nueva, sobre todo la que va en contacto con la piel (ropa interior, medias o calcetines, pantalones, camisetas o remeras, etc.) y si no se tiene experiencia previa en el uso de ese tipo de marca, tejido, membrana o modelo en particular. Aunque con la vestimenta el problema de rozaduras sería menor que el que se daría al usar una bota nueva en salidas con caminatas más o menos largas, el riesgo existe, y a éste se suma el riesgo de alergias, algo cada vez más frecuente en el mundo moderno debido a la contaminación ambiental y los productos químicos que se usan tanto para cultivar las materias primas de las que derivan las fibras naturales (algodón, lana, alpaca, etc.) como para crear tejidos (polipropileno, poliéster, temast, rovyl, clorofibra, meraklón, thermalene, thermowear, capilene, lifa, termofibra, termas, dunova, etc.) y membranas artificiales (goretex, sofitex, sympatex, stan-air, micropor, porex, entrant, etc.) y/o impermeabilizarlas, aislaras del viento, laminarlas, hidrofugarlas, revestirlas, resinarlas, etc. etc.
Al igual que ocurre con el guiado de grupos en cualquier otra actividad al aire libre (a pie, en bicicleta o a caballo), cuando el que conoce el camino es sólo el Guía, y los que lo siguen dependen de sus indicaciones, debe reagruparse a la gente que conforma el grupo en todas las bifurcaciones, aprovechando ese momento para cerciorarse de que están todos (contarlos) y que continúan la marcha por el camino correcto, sin tomar el equivocado.
Cuando hay al menos dos Guías (Guía de primero o de cabeza; y Guía de segundo, Guía escoba, de cola o "Subguía") el encargado de realizar la tarea de recuento es el Segundo. Pero si el Segundo no conoce el camino y depende también de ver por donde va el Primero, éste último deberá esperar en las bifurcaciones al menos lo suficiente como para que los que lo sigan vean por el camino que toma.
En caso de que el tiempo apremie, el Guía que va de primero puede dejar a alguna persona de confianza en la bifurcación indicando el camino correcto, o incluso marcarla con alguna señal (eso sí, tiene que ser una señal previamente convenida y conocida por todos en el grupo). Cuando hay más de dos Guías, el o los Guías que van en el medio del grupo o distribuidos en él son los que se encargan de realizar esta función de "balizas" ante las bifurcaciones.
Es casi una cuestión estadística el que a más gente, más posibilidades de gente que vaya más despacio y gente que vaya más rápido; y también más posibilidades de "distracciones", ya sea viendo el paisaje, o al ir haciendo sociales entre los miembros del grupo, etc. Por lo tanto, esta parada en las bifurcaciones para esperar al último será obligada cuando se vaya grupos grandes. Cuanto más grande sea el grupo, más se va a "estirar", y por lo tanto más habrá que esperar a los últimos.
En estos casos, puede aprovecharse las paradas precisamente para descansar. Además, no es conveniente salir o empezar otra vez a pedalear inmediatamente cuando llegan los últimos, por razones obvias (los últimos también tienen que descansar, generalmente incluso más que los primeros). Si el grupo por este motivo las paradas en las bifurcaciones se hacen muy largas, se puede hacer alguna actividad de corta duración para "animarlas", y evitar que la gente se enfría o aburra.
Si estamos andando en bicicleta o a caballo, se puede rápidamente establecer un pequeño circuito alternativo para mantenerse en movimiento. Este circuito puede tener cierta dificultad técnica para hacerlo más atractivo, por ejemplo. También se puede hacer algún juego en el lugar, juego que variará dependiendo la edad y la cantidad de miembros del grupo. Así, nadie se va a aburrir, y todos van a tener la posibilidad de descansar en las paradas obligadas.
El teléfono móvil o celular se está haciendo imprescindible como medida de seguridad para grupos que realizan actividades al aire libre relativamente alejadas de la civilización. Esto es más cierto cuanto menos gente con experiencia y conocimientos haya en el grupo, siendo el móvil una herramienta para usar en caso de emergencia, y de la que nunca hay que abusar sin el consentimiento del Guía o la persona responsable del grupo.
Si vamos solos, cosa que debería ser excepcional (sobre todo cuanto más inhóspita, desconocida o peligrosa sea la zona) debemos aplicar el mismo sentido común, y no movilizar todo operativo de rescate simplemente porque tomamos la bifurcación incorrecta de un camino que, igualmente, nos llevará hasta un pueblo o ciudad cercana (aunque no sea al que pretendíamos llegar).
Ante accidentes y pérdidas del camino, se justifica pedir ayuda siempre que no podamos evacuarnos por nosotros mismos, o con la ayuda de otros, con la garantía suficiente de llegar antes de que deje de haber luz natural, y haya riesgos de que perdamos el camino, de sufrir un clima severo sin tener la vestimenta adecuada para afrontarlo, o cualquier otra situación que no podamos resolver con los medios y recursos (materiales y humanos) de que dispongamos en ese momento.
Así mismo, las radios o walkies son muy útiles incluso cuando no haya una urgencia, ya que sirven para deportes y actividades al aire libre en donde haga falta comunicación inalámbrica entre distintos miembros de uno o más grupos, que trabajan a distancias que hacen imposible la comunicación a viva voz, y donde la cobertura de telefonía celular no está disponible o es mucho más caro usarla.
Los medios necesarios para orientarnos (mapa, brújula y/o Gps), habrá que llevarlos siempre, aunque conozcamos el camino a seguir. Puede que sean necesario variar el camino, precisamente para llegar al lugar más cercano en caso de accidente; retomar el camino por otro que no conozcamos en caso de pérdida, o avisar nuestras coordenadas para que nos rescaten (GPS), por ejemplo. De todos, el más imprescindible es el mapa, ya que además es más seguro (no se puede quedar sin pilas, como el Gps o una brújula digital, por ejemplo), y conviene llevarlo en una funda de plástico para evitar que eventualmente se moje.
Es evidente que, por muy corta que sea una ruta o travesía al aire libre, y se trata de la actividad que sea (ciclismo, senderismo, montañismo, esquiar, andar a caballo, etc.) un botiquín de primeros auxilios siempre puede ser útil. Viajando en grupo, siempre debe llevarse al menos uno; y lo ideal es que además cada persona cuente con algunas reservas individuales para tratar pequeñas emergencias, o sus problemas de salud personales.
Hemos realizado una lista con un ejemplo de botiquín de primeros auxilios para ciclismo, pero que también se aplica a cualquier actividad al aire libre, que puede leerse acá. Es sólo una sugerencia, ya que siempre un botiquín debe adaptarse a las necesidades concretas de la actividad en cuestión que se vaya a realizar, del número de participantes, de su nivel de conocimientos medios y de primeros auxilios, de la forma en que se transportará el botiquín, etc.
Como sabemos, el agua es imprescindible para la vida, más que la comida, y será siempre algo que tengamos que tener en cualquier actividad al aire libre de cierta intensidad física o duración. El agua no sólo será necesaria para beberla, sino que también puede ser útil (por ejemplo) para lavar una herida al aplicar primeros auxilios. Por eso, siempre habrá que tener en cuenta, y saber con seguridad, en qué lugares del camino se encuentra agua (ya sean fuentes artificiales o naturales), y en cualquier caso llevar agua de reserva por si acaso, aunque más no sea para tener durante el recorrido para cualquier incidencia.
La comida es menos necesaria, sobre todo durante el recorrido inferiores a un día (sobre todo si comimos bien antes de salir). Pero todo depende, por supuesto, de nuestro nivel de entrenamiento y costumbre, porque igual que puede haber una persona que no tenga problema en no comer por 5 horas, a otras ante el menor esfuerzo físico se les despierta el apetito.
En cualquier caso, igual que pasa con el agua, siempre habrá que llevar algo de comida de reserva personal en forma de hidratos de carbono (glucosa o azúcar), ya sea una barrita energética, frutas desecadas o algo parecido. Si alguna persona sufre una recaída por agotamiento físico, comer azúcar la "reavivará" por al menos 20 minutos, quizás lo necesario para que siga moviéndose por sus propios medios hasta llegar a destino, donde pueda descansar y comer mejor.
En cuanto al consumo de agua o bebidas isotónica antes y durante la actividad, si no tenemos experiencia práctica personal en el tema, podemos empezar guiándonos por las recomendaciones que mencionamos acá. Respecto al la ingesta de comida, y en particular de hidratos de carbono antes y durante la actividad, también podemos tener en cuenta estas recomendaciones para evitar problemas de recaída física durante nuestro itinerario. Pero, por supuesto, el tema de la nutrición deportiva o para el rendimiento es demasiado amplio como para tratarlo en este texto.
Controlar que tenemos las botas bien atadas, tanto al comenzar la marcha, como cuando empezamos a descender (en caso de ser un ruta con tramos "aéreos"). Esto puede evitarnos lesionarnos los tobillos ante una mísera piedra, o que nos salgan ampollas en los dedos.
Llevar unas botas desatadas es tan inútil o más que llevar unas zapatillas: la función para la que fue pensada la bota se esfuma totalmente, algo similar a lo que pasa cuando un ciclista o un conductor de motos lleva un casco desatado, no sirve de nada, y lo que es peor, crea una falsa sensación de seguridad que puede traer problemas, pero nunca beneficios.
Alguno puede pensar que esto es una obviedad, que porqué me recomiendan semejante tontería evidente. Pero mi experiencia me demuestra que la gente camina con las botas flojas muchas veces, y he tenido que asistir a personas por esguinces de tobillo, e incluso caídas, por tener las botas desatadas o mal atadas. Como Guías, debemos recordar a nuestros clientes que verifiquen el atado de sus botas. En particular, que las aten fuertemente en las bajadas prolongadas, para evitar en la medida de lo posible que los dedos choquen con el frente de las botas.
Hay que cortarse las uñas de los pies antes de una caminata. Para evitar lesiones. Parece una tontería, pero si se dejan largas las uñas de los pies, estas chocarán contra el calzado en bajadas pronunciadas, pudiendo provocar lesiones en los dedos, uñas encarnadas, etc.
En caso de escalada, y por razones obvias, esto se aplica también a las uñas de las manos. En caso de expediciones de larga duración, no hay que olvidarse entonces de llevar por lo menos un cortaúñas o alicate, ya que aunque las uñas de las manos suelen crecer poco si se realizan tareas de campamento básica (manejo de fuego, recogida de leña, cocina, lavado de utensilios de cocina, etc.) las de los pies no corren la misma suerte: aunque se camine mucho, suelen crecer a un ritmo normal.
Nunca hay que perder de vista al grupo. Sobre todo si se va atrás, nunca hay que perder de vista a la persona inmediatamente anterior a nosotros para evitar extravíos. Esto se aplica tanto a aquellos que pueden quedarse rezagados y respecto del Guía de cola o "segundo" (el último, que cierra la marcha); como a los que quieran adelantarse al Guía de cabeza o "primero" (el que encabeza la marcha, normalmente con más experiencia o conocimiento de esa travesía en concreto), cosa que no puede ni debe hacerse.
Estas medidas deben ser llevada más a rajatabla si cabe en mala visibilidad en caso de niebla o mal tiempo que empeoren las condiciones de visibilidad, o si está excepcionalmente (por imprudencia o necesidad) caminando de noche o con poca luz, natural o artificial.
No hay que ausentarse o pararse durante el camino sin avisar, al menos a otra persona del grupo, y preferiblemente a los Guías. Si nos vamos o dejamos el grupo por algún motivo sin avisar, aunque más no sea provisoriamente (para ir al baño) pueden darnos por perdidos, o seguir la marcha olvidándonos atrás.
Es importantísimo por tanto ser consciente de que no viajamos solos, y si somos responsabilidad de otra/s persona/s, a ella/s debemos comunicarles si vamos a ausentarnos del grupo por lo que sea en el momento que fuere.
Incluso si el grupo no tiene un Guía claro o todos son personas del mismo nivel de experiencia, siempre es conveniente ponerse de acuerdo en caso de que el grupo deba dividirse, teniendo todos los miembros del mismo pleno conocimiento de que eso va a pasar y por qué.
Por mucho que "controlemos" cuándo o cuánto nos afecta, lo cierto es que el consumo de alcohol disminuye los reflejos, y por lo tanto hace que haya más riesgo de lesiones por descoordinación a la vez que favorece la hipotermia. Además, podría impedir la ingesta de ciertos medicamentos de ser necesario, por estar contraindicado junto con el consumo de alcohol.
Por otro lado, varios estudios médicos coinciden en señalar que las bebidas energéticas [1] o estimulantes tipo "Red Bull" pueden tener efectos perjudiciales en el rendimiento físico y los reflejos, por lo que también las desaconsejamos antes y durante cualquier travesía en el medio terrestre (y cualquier otro que implique depender de nuestras capacidades físicas y/o psíquicas).
No hace falta decir que el consumo de cualquier otro tipo de estupefacientes puede ser perjudicial y ajeno al espíritu de una salida a la naturaleza.
Notas:
[1] No nos referimos, por supuesto, a bebidas energéticas isotónicas, sino a bebidas que contengan estimulantes o nutrientes no alimenticios que exciten en alguna medida sistema nervioso. Tampoco hacemos referencia a bebidas estimulantes tradicionales con un efecto probadamente inocuo y beneficioso, como son el té, el mate o el café (tomadas en su justa medida).
No caminar de cara a la pendiente ni en línea recta. En caso de caminar por terreno inclinado durante una bajada, debe descenderse de costado o de lado, en zig-zag. De esta forma el descenso no sólo será más simple, sino que evitaremos una probable lesión más grave en caso de caída.
Esto es así, en principio, porque esta postura posibilita un mejor control del peso flexionando la pierna del lado de la montaña, y dejando más extendiendo algo más la del lado de la ladera. Adicionalmente, al tropezar o caer accidentalmente, si estamos de costado los efectos serán más suaves que si estamos bajando de frente a la pendiente, ya que en ese caso caeremos de cara, rodando cuenta abajo con pocas posibilidades de frenar (salvo quizás aplicando maniobras de autodetención sobre superficies nevadas ayudados de un piolet).
Si estamos de costado, en cambio, ante una caída el deslizamiento será menor y el golpe menos brusco al impactar sólo por un costado y no de frente. El caminar en zig-zag, además, hace que el descenso sea natural (se camina de frente, surcando diagonales alternativas respecto de la bajada) y más contenido.
Estas mismas recomendaciones se aplican en general también a las subidas. Porque el subir en zig-zag o haciendo diagonales, además de ser más seguro, es menos cansador y por lo tanto eficiente a largo plazo en montañismo y alpinismo.
Sin embargo, si la capacidad física y la habilidad técnica lo permiten, muchos montañistas suelen (en terrenos desprovistos de sendas o caminos, de vegetación que impida el paso y de desnivel medio) trepar o ascender en línea recta hacia su objetivo (ataque directo a la cumbre), ya que si pueden mantener el ritmo, el tiempo de ascenso se reduce considerablemente. Esta excepción no se suele aplicar a las bajadas, ya que por mucho apuro que se tenga en llegar, el bajar en línea recta y de cara a la pendiente puede causar graves accidentes, salvo en caso de existencia de nieve blanda o gravilla fina.
Bajar corriendo una pendiente montañosa es un riesgo que sólo debemos correr en caso de extrema urgencia, por ejemplo, si hay que avisar de un accidente grave donde debe atenderse a personas heridas [2], o si tenemos que escapar de un alud o avalancha inminente. Es decir, en casos de fuerza mayor o de vida o muerte.
Bajar corriendo una pendiente cuando la situación no apremia, aunque exista senda o caminos, puede ser en otras circunstancias muy peligroso. Si no hay camino o senda marcada, y es un terreno montañoso accidentado con piedras, rocas, nieve o hielo, es poco menos que un suicidio.
Como siempre, existen otras excepciones, en este caso deportivas. Se trata de los corredores de montaña (cross country, raids, trail running, etc.), disciplina que cada vez cosecha más adeptos. Estos deportistas están acostumbrados a (o entrenan para) correr en terrenos abruptos, con calzado liviano que no protege sus tobillos pero con suela muy adherente. Hay que decir que además de ser verdaderos profesionales que muchas veces arriesgan sus tobillos y demás partes del cuerpo ante eventuales torceduras o caídas, a su vez, van con poco o ningún peso a cuestas, lo que en general los diferencia de un montañista o un senderista. Un montañista o senderista que corre con cierto peso a sus espaldas, tiene más riesgo de perder el equilibrio o lesionarse las articulaciones que alguien que no carga con peso alguno.
Para los que creen que bajar corriendo es divertido...les damos la razón: sí, lo es. La cuestión es ¿estás dispuesto a cambiar un momento de diversión por una pierna, quedarte paralítico o directamente morir en el intento? Está en cada uno tomar esa decisión...pero después no digan que no se los avisamos ;-) Por supuesto, un Guía no se puede permitir bajar corriendo con todo un grupo bajo su responsabilidad.
Una última excepción sobre las bajadas a alta velocidad, la constituyen los descensos por pendientes con poco desnivel (menores al 45%), progresivas y despejadas (que disminuyan terminado en una amplia superficie plana sin obstáculos) y a su vez cubiertas de nieve que se pueden hacer patinando o taloneando. En esos casos, incluso sin tener esquís, se puede bajar deslizándose sentados o, si se domina bien el equilibrio corporal, de pie, patinando. Muchos montañistas usan esta técnica para acelerar descensos de pequeños tramos que, de otra forma, consumirían preciosos minutos durante el retorno. En esos casos, se puede usar un bastón de trekking, de esquí, piolet, piqueta, etc. como freno de circunstancia para (arrastrándolo por la nieve) controlar en alguna medida la velocidad de descenso al tiempo que tener un punto de apoyo adicional.
Notas:
[2] Incluso en caso de tener que avisar de una urgencia médica, los primeros auxilios dejan bien claro que el primer deber es la "autoprotección", porque siempre es mejor una víctima que dos.
El clima hace referencia a las condiciones meteorológicas previsibles para un determinado lugar en una determinada época del año. Las previsiones meteogológicas, en cambio, hablan de "hechos probables" que ocurrirán en las próximas horas o días, independientemente de lo que debería pasar según el clima de esa temporada en esa región.
Así, cuando nos dedicamos a actividades al aire libre, es importante tanto saber lo que normalmente pasa a nivel climatológico en una región determinada en determinada estación del año; como lo que la previsión del tiempo concreta para los días en los que hagamos nuestra actividad.
Lo primero, el conocimiento del clima, nos dará la pauta de qué ropa y equipo llevar de acuerdo a la actividad que realicemos: no será lo mismo (por ejemplo) hacer montañismo en la Araucanía y Patagonia en invierno que hacerlo en verano. Lo segundo, el conocimiento de la meteorología local y la previsión del tiempo, nos ayudará para modificar ese equipo y material estándar que llevaremos, dependiendo de lo que podamos esperarnos más concretamente para las fechas en las que dure la actividad.
Lamentablemente, en expediciones, excursiones, salidas o actividades de media o larga duración, las previsiones del tiempo pueden no abarcar todo el período que necesitamos, y en cualquier caso (pronóstico extendido hasta una semana) pueden variar, siendo mayor la posibilidad de que lo hagan cuanto mayor el período de meteorológico que intentan predecir con antelación. En estos casos, y salvo que tengamos una forma de acceder a los datos meteorológicos actualizados (vía internet móvil o satelital, por ejemplo) tendremos que depender de las observaciones que hagamos sobre el terreno de las distintas variables que indican el clima "a ojo", como son el viento, la presión (si podemos medirla) el tipo y cantidad de nubes, etc. Dependiendo de lo que veamos, decidiremos si continuar con la actividad al aire libre en cuestión o no.
Cuando cambiamos de terreno (de piedra a nieve, de tierra a piedra o terreno mixto, etc. etc.), muchas veces habrá que cambiar tanto la forma de andar como el equipo o los ajustes en el material que llevemos (botas, bastones, crampones, etc.). Lo mismo ocurrirá cuando pasemos de seguir un camino principalmente plano, a uno con desnivel ascendente o descendente; de uno en subida a uno en bajada o cualquier otra combinación de cambio de condiciones en una ruta o travesía por terreno accidentado.
Así, por ejemplo, cuando pasemos de caminar por la nieve a caminar por la roca, es conveniente sacudirse la nieve de las suelas de las botas, o de los crampones (si los tenemos puestos) para, cuando empecemos a caminar por terreno más duro, evitar patinar o resbalar debido a la nieve (o el agua que se forme al derretirse esta). Lo mismo se aplica a terrenos con barro, hielo o aguanieve.
Cuando empecemos una bajada o un camino donde predominen los desniveles descendentes (tras una ascensión a una montaña, en un recorrido de senderismo, etc.) es recomendable ajustarse mejor las botas, para evitar en la medida de lo posible que nuestros dedos "choquen" contra la puntera, con las consecuentes ampollas o dolor que nos hará más incómoda los descensos. Si usamos bastones de senderismo o trekking telescópicos (sean uno o dos), será el momento para ajustarlos dándole más diámetro que en la subida (así podremos mantener el cuerpo más erguido durante la bajada), y apretando bien las fijaciones para evitar desagradables accidentes.
En cuanto a la forma de marcha, en descensos nunca caminaremos "de cara a la pendiente" (ver una explicación al respecto acá). En terrenos con nieve blanda o grava floja, sin embargo, podremos hacerlo si sabemos caminar clavando los talones antes que las puntas, generando escalones con cada pisada, manteniendo así el cuerpo perpendicular al eje que pasa por nuestro centro de gravedad, es decir, un buen equilibrio.
Sin embargo, es evidente que cualquier clasificación por niveles de dificultad tiene únicamente carácter orientativo, por el simple hecho de que todas las personas somos distintas debido a nuestra particular condición atlética y experiencia física y deportiva, en este caso en actividades al aire libre. Ciclismo, rafting, canoas, kayakismo, cabalgadas, trekking, montañismo, parapente, escalda, andinismo, ala delta, esquí, snowboarding, senderismo, acampada, supervivencia, mountainbike o cualquier otra disciplinas en el medio natural son actividades que tienen puntos en común, pero a la vez tan variadas que se pueden aplicar a personas con perfiles muy diversos. Así, tenemos que evaluar los niveles que indican las agencias ofrecen actividades al aire libre, y empezar siempre por el más bajo si no queremos llevarnos desagradables sorpresas.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchas veces esta calificación por niveles ni siquiera existe, y sólo se podrá comprobar la exigencia de una oferta de aventura probando o preguntando previamente. Esto será siempre así sobre todo cuando nosotros, ya sea por nuestra cuenta o dentro de un grupo de amigos, queramos organizar una actividad sin contar con ayuda de agencias o profesionales.
En este último caso, tendremos que evaluar a conciencia el esfuerzo físico y técnico que exija nuestro recorrido, para saber si se adapta tanto a nosotros como al miembro más débil del grupo. Y finalmente, adaptar siempre la actividad precisamente a la persona que cuente con un nivel más bajo, y no a la inversa.
Ir en grupos con al menos dos Guías
Como clientes de actividades de aventura o multiaventura, tenemos que tener claro que muchas agencias de viajes, de deportes extremos o de turismo activo o de aventura juegan con sus márgenes de beneficios, y por cuestiones comerciales pueden prescindir de los servicios de la cantidad de Guías que son obligados para realizar una actividad concreta al aire libre con las mayores garantías de seguridad. Pero nunca debemos transigir, nunca debemos ceder en este aspecto, porque esto iría directamente en contra de nuestra propia seguridad y de la de nuestros compañeros de grupo.
Además, tenemos que saber que los Guías en cuestión son personas con las habilidades suficientes como para cumplir su función. Esto podemos comprobarlo averiguando qué organismo los certifica como tales y/o (sobre todo y más importante) qué experiencia tienen realizando este trabajo en concreto, en el lugar y bajo las condiciones que en concreto se va a desarrollar la actividad de multiaventura en la que vamos a participar.
En este sentido, aunque no siempre es así, en general los Guías locales suelen ser los mejores. Y tampoco tenemos que creer que el título o la licencia que los certifica como Guías es lo más importante: recordemos que muchos Guías Sherpas en el Himalaya (por citar un ejemplo de Guías locales mundialmente conocidos) no tienen más certificación que décadas de experiencia a sus espaldas, no sólo realizando expediciones y ascensiones, sino viviendo día a día en condiciones que para nosotros son extremas. Dicho de otro modo, la experiencia real, como es obvio, vale más que un papel que diga que teóricamente se tiene dicha experiencia.
Respetar las indicaciones y decisiones de los Guías
Siempre hay que respetar las indicaciones y decisiones de los Guías. Si estamos en una salida guiada por un profesional o alguien que se hace responsable (sin serlo) de dicha actividad, probablemente muchas veces no entenderemos (dependiendo de nuestro nivel de conocimiento y experiencia) porqué el Guía toma una u otra decisión, pero tenemos que recordar que cuando el tiempo apremia (ante una emergencia) no hay tiempo para explicaciones y habrá que acatar las indicaciones del Guía sin dificultar su labor.
Programar el recorrido en función del tiempo de luz natural disponible
Evidentemente, salir al aire libre sin tener en cuenta que allí la iluminación artificial es un medio limitado, y la mayor parte del tiempo inexistente, es cometer un error típico de ciudadano no acostumbrado al campo que hay que evitar. El caso extremo en donde la luz es absolutamente imprescindible lo constituyen las actividades espeleológicas, no exactamente al aire "libre", pero sí actividades en el medio natural.
Pero sin llegar a estos extremos, en cualquier otra actividad de multivamentura, cuando el sol se pone la luz la tenemos que poner nosotros...ya sea en forma de linternas en nuestras bicicletas, en nuestras manos o en nuestras cabezas, ya sea en forma de fogata, fogón u hornillo, pero no podemos confiar en que la Luna nos ilumine (aunque muchas veces lo hará, si las nubes lo permiten).
Prever lugares de descanso y reaprovisionamiento de agua
Como ya dijimos en más de una oportunidad, disponer de agua es imprescindible. Pero muchas veces encontraremos agua potable durante el camino, y por lo tanto tendremos que programar nuestras paradas, tanto para juntar agua como para descansar, al menos en esos puntos (de abastecimietno de agua) de forma obligada (así matamos dos pájaros de un tiro).
Esto no es excusa para no llevar siempre una resera de agua personal. Esos lugares, por lo tanto, tienen que tomarse como lugares para "reaprovisionar" nuestras reservas de agua; no simplemente para tomar agua y seguir el camino sin llevar reserva alguna del líquido elemento.
Además, hay que considerar que (por muy potable que sea) el agua natural no le cae bien al estómago de muchos ciudadanos no acostumbrados más que al agua clorada de sus casas, o al agua mineral comercial embotellada. Y aunque los efectos de esta intolerancia al agua natural (normalmente diarrea) no suelen verse inmediatamente, sino a mediano plazo, a veces el rechazo es una cuestión de gusto y la persona puede directamente negarse a tomar agua...pero al mismo tiempo no haber tenido la precaución de traer agua consigo porque "nadie le avisó". Conviene entonces que los Guías o responsables lleven al menos siempre un poco de agua "de ciudad" de reserva para casos como estos.
Por motivos ecológicos que detallamos en otro lado, no es recomendable parar justo a la orilla de los ríos, sobre todo en lugares muy transitados. Así que conviene hacer las paradas cerca de los cursos de agua, pero al menos a 50 o 100 metros de estos.
En cuanto al lugar de descanso en sí, a parte de ser un lugar preferiblemente cercano a una fuente de agua (imprescindible en descansos largos y a la hora de comer) hay que elegir un lugar en que no se dificulte el paso a otros montañistas, caminantes o senderistas que pudieran transitar por el mismo lugar mientras estamos descansando. Este lugar debe ser seguro en cuanto ante potenciales peligros naturales protegido (derrumbes, avalanchas, etc.), protegidos de las inclemencias del tiempo: del sol en verano, y del viento en invierno (o según las condiciones meteorológicas imperantes) y no ser paradas demasiado largas para evitar "enfriamientos" (musculares) excesivos, y que no cueste luego retomar la actividad.
Por último, no olvide que la necesidad de más o menos agua de nuestro organismo se determina en función del esfuerzo a realizar, y del clima: a mayor esfuerzo física, e igualmente, a mayor calor, o mayor viento, mayor será la deshidratación sufrida. El agua que llevemos o carguemos en cada parada, dependerá de estas variables, siempre considerando un resto de reserva que no usaremos, y que quedará para posibles situaciones de emergencia o primeros auxilios.
Llevar botas y ropa con un cierto uso
Llevar botas y ropa con un cierto uso. Esta regla principalmente se aplica a las botas o borceguí (botas militares), no zapatillas o zapatos. Las botas nos sujetan el tobillo, haciendo que tengamos una menor posibilidad de tener lesiones por torceduras en esta articulación, debido tanto a la propia caña de la bota (al menos deben ser de "media caña") como a la mayor sensibilidad en la zona que nos hace reaccionar más rápido al sentir que se nos dobla el tobillo de forma exagerada (reacción propioceptiva).
No deben llevarse nunca botas nuevas o no probadas durante al menos una semana en condiciones lo más reales posibles. De no cumplirse esta recomendación, las ampollas serán la norma, norma que en algunos casos nos impedirá totalmente caminar debido al dolor.
Lo mismo se aplica a la ropa nueva, sobre todo la que va en contacto con la piel (ropa interior, medias o calcetines, pantalones, camisetas o remeras, etc.) y si no se tiene experiencia previa en el uso de ese tipo de marca, tejido, membrana o modelo en particular. Aunque con la vestimenta el problema de rozaduras sería menor que el que se daría al usar una bota nueva en salidas con caminatas más o menos largas, el riesgo existe, y a éste se suma el riesgo de alergias, algo cada vez más frecuente en el mundo moderno debido a la contaminación ambiental y los productos químicos que se usan tanto para cultivar las materias primas de las que derivan las fibras naturales (algodón, lana, alpaca, etc.) como para crear tejidos (polipropileno, poliéster, temast, rovyl, clorofibra, meraklón, thermalene, thermowear, capilene, lifa, termofibra, termas, dunova, etc.) y membranas artificiales (goretex, sofitex, sympatex, stan-air, micropor, porex, entrant, etc.) y/o impermeabilizarlas, aislaras del viento, laminarlas, hidrofugarlas, revestirlas, resinarlas, etc. etc.
Parar en las bifurcaciones de caminos (y consecuencias)
Al igual que ocurre con el guiado de grupos en cualquier otra actividad al aire libre (a pie, en bicicleta o a caballo), cuando el que conoce el camino es sólo el Guía, y los que lo siguen dependen de sus indicaciones, debe reagruparse a la gente que conforma el grupo en todas las bifurcaciones, aprovechando ese momento para cerciorarse de que están todos (contarlos) y que continúan la marcha por el camino correcto, sin tomar el equivocado.
Cuando hay al menos dos Guías (Guía de primero o de cabeza; y Guía de segundo, Guía escoba, de cola o "Subguía") el encargado de realizar la tarea de recuento es el Segundo. Pero si el Segundo no conoce el camino y depende también de ver por donde va el Primero, éste último deberá esperar en las bifurcaciones al menos lo suficiente como para que los que lo sigan vean por el camino que toma.
En caso de que el tiempo apremie, el Guía que va de primero puede dejar a alguna persona de confianza en la bifurcación indicando el camino correcto, o incluso marcarla con alguna señal (eso sí, tiene que ser una señal previamente convenida y conocida por todos en el grupo). Cuando hay más de dos Guías, el o los Guías que van en el medio del grupo o distribuidos en él son los que se encargan de realizar esta función de "balizas" ante las bifurcaciones.
Es casi una cuestión estadística el que a más gente, más posibilidades de gente que vaya más despacio y gente que vaya más rápido; y también más posibilidades de "distracciones", ya sea viendo el paisaje, o al ir haciendo sociales entre los miembros del grupo, etc. Por lo tanto, esta parada en las bifurcaciones para esperar al último será obligada cuando se vaya grupos grandes. Cuanto más grande sea el grupo, más se va a "estirar", y por lo tanto más habrá que esperar a los últimos.
En estos casos, puede aprovecharse las paradas precisamente para descansar. Además, no es conveniente salir o empezar otra vez a pedalear inmediatamente cuando llegan los últimos, por razones obvias (los últimos también tienen que descansar, generalmente incluso más que los primeros). Si el grupo por este motivo las paradas en las bifurcaciones se hacen muy largas, se puede hacer alguna actividad de corta duración para "animarlas", y evitar que la gente se enfría o aburra.
Si estamos andando en bicicleta o a caballo, se puede rápidamente establecer un pequeño circuito alternativo para mantenerse en movimiento. Este circuito puede tener cierta dificultad técnica para hacerlo más atractivo, por ejemplo. También se puede hacer algún juego en el lugar, juego que variará dependiendo la edad y la cantidad de miembros del grupo. Así, nadie se va a aburrir, y todos van a tener la posibilidad de descansar en las paradas obligadas.
En rutas y travesías al aire libre, llevar medios de comunicación y orientación
El teléfono móvil o celular se está haciendo imprescindible como medida de seguridad para grupos que realizan actividades al aire libre relativamente alejadas de la civilización. Esto es más cierto cuanto menos gente con experiencia y conocimientos haya en el grupo, siendo el móvil una herramienta para usar en caso de emergencia, y de la que nunca hay que abusar sin el consentimiento del Guía o la persona responsable del grupo.
Si vamos solos, cosa que debería ser excepcional (sobre todo cuanto más inhóspita, desconocida o peligrosa sea la zona) debemos aplicar el mismo sentido común, y no movilizar todo operativo de rescate simplemente porque tomamos la bifurcación incorrecta de un camino que, igualmente, nos llevará hasta un pueblo o ciudad cercana (aunque no sea al que pretendíamos llegar).
Ante accidentes y pérdidas del camino, se justifica pedir ayuda siempre que no podamos evacuarnos por nosotros mismos, o con la ayuda de otros, con la garantía suficiente de llegar antes de que deje de haber luz natural, y haya riesgos de que perdamos el camino, de sufrir un clima severo sin tener la vestimenta adecuada para afrontarlo, o cualquier otra situación que no podamos resolver con los medios y recursos (materiales y humanos) de que dispongamos en ese momento.
Así mismo, las radios o walkies son muy útiles incluso cuando no haya una urgencia, ya que sirven para deportes y actividades al aire libre en donde haga falta comunicación inalámbrica entre distintos miembros de uno o más grupos, que trabajan a distancias que hacen imposible la comunicación a viva voz, y donde la cobertura de telefonía celular no está disponible o es mucho más caro usarla.
Los medios necesarios para orientarnos (mapa, brújula y/o Gps), habrá que llevarlos siempre, aunque conozcamos el camino a seguir. Puede que sean necesario variar el camino, precisamente para llegar al lugar más cercano en caso de accidente; retomar el camino por otro que no conozcamos en caso de pérdida, o avisar nuestras coordenadas para que nos rescaten (GPS), por ejemplo. De todos, el más imprescindible es el mapa, ya que además es más seguro (no se puede quedar sin pilas, como el Gps o una brújula digital, por ejemplo), y conviene llevarlo en una funda de plástico para evitar que eventualmente se moje.
Llevar un botiquín de primeros auxilios
Es evidente que, por muy corta que sea una ruta o travesía al aire libre, y se trata de la actividad que sea (ciclismo, senderismo, montañismo, esquiar, andar a caballo, etc.) un botiquín de primeros auxilios siempre puede ser útil. Viajando en grupo, siempre debe llevarse al menos uno; y lo ideal es que además cada persona cuente con algunas reservas individuales para tratar pequeñas emergencias, o sus problemas de salud personales.
Hemos realizado una lista con un ejemplo de botiquín de primeros auxilios para ciclismo, pero que también se aplica a cualquier actividad al aire libre, que puede leerse acá. Es sólo una sugerencia, ya que siempre un botiquín debe adaptarse a las necesidades concretas de la actividad en cuestión que se vaya a realizar, del número de participantes, de su nivel de conocimientos medios y de primeros auxilios, de la forma en que se transportará el botiquín, etc.
Hidratarse y comer adecuadamente, antes y durante el recorrido
Como sabemos, el agua es imprescindible para la vida, más que la comida, y será siempre algo que tengamos que tener en cualquier actividad al aire libre de cierta intensidad física o duración. El agua no sólo será necesaria para beberla, sino que también puede ser útil (por ejemplo) para lavar una herida al aplicar primeros auxilios. Por eso, siempre habrá que tener en cuenta, y saber con seguridad, en qué lugares del camino se encuentra agua (ya sean fuentes artificiales o naturales), y en cualquier caso llevar agua de reserva por si acaso, aunque más no sea para tener durante el recorrido para cualquier incidencia.
La comida es menos necesaria, sobre todo durante el recorrido inferiores a un día (sobre todo si comimos bien antes de salir). Pero todo depende, por supuesto, de nuestro nivel de entrenamiento y costumbre, porque igual que puede haber una persona que no tenga problema en no comer por 5 horas, a otras ante el menor esfuerzo físico se les despierta el apetito.
En cualquier caso, igual que pasa con el agua, siempre habrá que llevar algo de comida de reserva personal en forma de hidratos de carbono (glucosa o azúcar), ya sea una barrita energética, frutas desecadas o algo parecido. Si alguna persona sufre una recaída por agotamiento físico, comer azúcar la "reavivará" por al menos 20 minutos, quizás lo necesario para que siga moviéndose por sus propios medios hasta llegar a destino, donde pueda descansar y comer mejor.
En cuanto al consumo de agua o bebidas isotónica antes y durante la actividad, si no tenemos experiencia práctica personal en el tema, podemos empezar guiándonos por las recomendaciones que mencionamos acá. Respecto al la ingesta de comida, y en particular de hidratos de carbono antes y durante la actividad, también podemos tener en cuenta estas recomendaciones para evitar problemas de recaída física durante nuestro itinerario. Pero, por supuesto, el tema de la nutrición deportiva o para el rendimiento es demasiado amplio como para tratarlo en este texto.
Controlar que tenemos las botas bien atadas
Controlar que tenemos las botas bien atadas, tanto al comenzar la marcha, como cuando empezamos a descender (en caso de ser un ruta con tramos "aéreos"). Esto puede evitarnos lesionarnos los tobillos ante una mísera piedra, o que nos salgan ampollas en los dedos.
Llevar unas botas desatadas es tan inútil o más que llevar unas zapatillas: la función para la que fue pensada la bota se esfuma totalmente, algo similar a lo que pasa cuando un ciclista o un conductor de motos lleva un casco desatado, no sirve de nada, y lo que es peor, crea una falsa sensación de seguridad que puede traer problemas, pero nunca beneficios.
Alguno puede pensar que esto es una obviedad, que porqué me recomiendan semejante tontería evidente. Pero mi experiencia me demuestra que la gente camina con las botas flojas muchas veces, y he tenido que asistir a personas por esguinces de tobillo, e incluso caídas, por tener las botas desatadas o mal atadas. Como Guías, debemos recordar a nuestros clientes que verifiquen el atado de sus botas. En particular, que las aten fuertemente en las bajadas prolongadas, para evitar en la medida de lo posible que los dedos choquen con el frente de las botas.
Las uñas de los pies deben estar cortadas
Hay que cortarse las uñas de los pies antes de una caminata. Para evitar lesiones. Parece una tontería, pero si se dejan largas las uñas de los pies, estas chocarán contra el calzado en bajadas pronunciadas, pudiendo provocar lesiones en los dedos, uñas encarnadas, etc.
En caso de escalada, y por razones obvias, esto se aplica también a las uñas de las manos. En caso de expediciones de larga duración, no hay que olvidarse entonces de llevar por lo menos un cortaúñas o alicate, ya que aunque las uñas de las manos suelen crecer poco si se realizan tareas de campamento básica (manejo de fuego, recogida de leña, cocina, lavado de utensilios de cocina, etc.) las de los pies no corren la misma suerte: aunque se camine mucho, suelen crecer a un ritmo normal.
No perder de vista al grupo
Nunca hay que perder de vista al grupo. Sobre todo si se va atrás, nunca hay que perder de vista a la persona inmediatamente anterior a nosotros para evitar extravíos. Esto se aplica tanto a aquellos que pueden quedarse rezagados y respecto del Guía de cola o "segundo" (el último, que cierra la marcha); como a los que quieran adelantarse al Guía de cabeza o "primero" (el que encabeza la marcha, normalmente con más experiencia o conocimiento de esa travesía en concreto), cosa que no puede ni debe hacerse.
Estas medidas deben ser llevada más a rajatabla si cabe en mala visibilidad en caso de niebla o mal tiempo que empeoren las condiciones de visibilidad, o si está excepcionalmente (por imprudencia o necesidad) caminando de noche o con poca luz, natural o artificial.
No ausentarse o pararse durante el camino sin avisar
No hay que ausentarse o pararse durante el camino sin avisar, al menos a otra persona del grupo, y preferiblemente a los Guías. Si nos vamos o dejamos el grupo por algún motivo sin avisar, aunque más no sea provisoriamente (para ir al baño) pueden darnos por perdidos, o seguir la marcha olvidándonos atrás.
Es importantísimo por tanto ser consciente de que no viajamos solos, y si somos responsabilidad de otra/s persona/s, a ella/s debemos comunicarles si vamos a ausentarnos del grupo por lo que sea en el momento que fuere.
Incluso si el grupo no tiene un Guía claro o todos son personas del mismo nivel de experiencia, siempre es conveniente ponerse de acuerdo en caso de que el grupo deba dividirse, teniendo todos los miembros del mismo pleno conocimiento de que eso va a pasar y por qué.
No beber alcohol, bebidas estimulantes o tomar otras drogas
Por mucho que "controlemos" cuándo o cuánto nos afecta, lo cierto es que el consumo de alcohol disminuye los reflejos, y por lo tanto hace que haya más riesgo de lesiones por descoordinación a la vez que favorece la hipotermia. Además, podría impedir la ingesta de ciertos medicamentos de ser necesario, por estar contraindicado junto con el consumo de alcohol.
Por otro lado, varios estudios médicos coinciden en señalar que las bebidas energéticas [1] o estimulantes tipo "Red Bull" pueden tener efectos perjudiciales en el rendimiento físico y los reflejos, por lo que también las desaconsejamos antes y durante cualquier travesía en el medio terrestre (y cualquier otro que implique depender de nuestras capacidades físicas y/o psíquicas).
No hace falta decir que el consumo de cualquier otro tipo de estupefacientes puede ser perjudicial y ajeno al espíritu de una salida a la naturaleza.
Notas:
[1] No nos referimos, por supuesto, a bebidas energéticas isotónicas, sino a bebidas que contengan estimulantes o nutrientes no alimenticios que exciten en alguna medida sistema nervioso. Tampoco hacemos referencia a bebidas estimulantes tradicionales con un efecto probadamente inocuo y beneficioso, como son el té, el mate o el café (tomadas en su justa medida).
No caminar de cara a la pendiente
No caminar de cara a la pendiente ni en línea recta. En caso de caminar por terreno inclinado durante una bajada, debe descenderse de costado o de lado, en zig-zag. De esta forma el descenso no sólo será más simple, sino que evitaremos una probable lesión más grave en caso de caída.
Esto es así, en principio, porque esta postura posibilita un mejor control del peso flexionando la pierna del lado de la montaña, y dejando más extendiendo algo más la del lado de la ladera. Adicionalmente, al tropezar o caer accidentalmente, si estamos de costado los efectos serán más suaves que si estamos bajando de frente a la pendiente, ya que en ese caso caeremos de cara, rodando cuenta abajo con pocas posibilidades de frenar (salvo quizás aplicando maniobras de autodetención sobre superficies nevadas ayudados de un piolet).
Si estamos de costado, en cambio, ante una caída el deslizamiento será menor y el golpe menos brusco al impactar sólo por un costado y no de frente. El caminar en zig-zag, además, hace que el descenso sea natural (se camina de frente, surcando diagonales alternativas respecto de la bajada) y más contenido.
Estas mismas recomendaciones se aplican en general también a las subidas. Porque el subir en zig-zag o haciendo diagonales, además de ser más seguro, es menos cansador y por lo tanto eficiente a largo plazo en montañismo y alpinismo.
Sin embargo, si la capacidad física y la habilidad técnica lo permiten, muchos montañistas suelen (en terrenos desprovistos de sendas o caminos, de vegetación que impida el paso y de desnivel medio) trepar o ascender en línea recta hacia su objetivo (ataque directo a la cumbre), ya que si pueden mantener el ritmo, el tiempo de ascenso se reduce considerablemente. Esta excepción no se suele aplicar a las bajadas, ya que por mucho apuro que se tenga en llegar, el bajar en línea recta y de cara a la pendiente puede causar graves accidentes, salvo en caso de existencia de nieve blanda o gravilla fina.
No bajar corriendo
Bajar corriendo una pendiente montañosa es un riesgo que sólo debemos correr en caso de extrema urgencia, por ejemplo, si hay que avisar de un accidente grave donde debe atenderse a personas heridas [2], o si tenemos que escapar de un alud o avalancha inminente. Es decir, en casos de fuerza mayor o de vida o muerte.
Bajar corriendo una pendiente cuando la situación no apremia, aunque exista senda o caminos, puede ser en otras circunstancias muy peligroso. Si no hay camino o senda marcada, y es un terreno montañoso accidentado con piedras, rocas, nieve o hielo, es poco menos que un suicidio.
Como siempre, existen otras excepciones, en este caso deportivas. Se trata de los corredores de montaña (cross country, raids, trail running, etc.), disciplina que cada vez cosecha más adeptos. Estos deportistas están acostumbrados a (o entrenan para) correr en terrenos abruptos, con calzado liviano que no protege sus tobillos pero con suela muy adherente. Hay que decir que además de ser verdaderos profesionales que muchas veces arriesgan sus tobillos y demás partes del cuerpo ante eventuales torceduras o caídas, a su vez, van con poco o ningún peso a cuestas, lo que en general los diferencia de un montañista o un senderista. Un montañista o senderista que corre con cierto peso a sus espaldas, tiene más riesgo de perder el equilibrio o lesionarse las articulaciones que alguien que no carga con peso alguno.
Para los que creen que bajar corriendo es divertido...les damos la razón: sí, lo es. La cuestión es ¿estás dispuesto a cambiar un momento de diversión por una pierna, quedarte paralítico o directamente morir en el intento? Está en cada uno tomar esa decisión...pero después no digan que no se los avisamos ;-) Por supuesto, un Guía no se puede permitir bajar corriendo con todo un grupo bajo su responsabilidad.
Una última excepción sobre las bajadas a alta velocidad, la constituyen los descensos por pendientes con poco desnivel (menores al 45%), progresivas y despejadas (que disminuyan terminado en una amplia superficie plana sin obstáculos) y a su vez cubiertas de nieve que se pueden hacer patinando o taloneando. En esos casos, incluso sin tener esquís, se puede bajar deslizándose sentados o, si se domina bien el equilibrio corporal, de pie, patinando. Muchos montañistas usan esta técnica para acelerar descensos de pequeños tramos que, de otra forma, consumirían preciosos minutos durante el retorno. En esos casos, se puede usar un bastón de trekking, de esquí, piolet, piqueta, etc. como freno de circunstancia para (arrastrándolo por la nieve) controlar en alguna medida la velocidad de descenso al tiempo que tener un punto de apoyo adicional.
Notas:
[2] Incluso en caso de tener que avisar de una urgencia médica, los primeros auxilios dejan bien claro que el primer deber es la "autoprotección", porque siempre es mejor una víctima que dos.
Tener en cuenta el clima y la previsión meteorológica
El clima hace referencia a las condiciones meteorológicas previsibles para un determinado lugar en una determinada época del año. Las previsiones meteogológicas, en cambio, hablan de "hechos probables" que ocurrirán en las próximas horas o días, independientemente de lo que debería pasar según el clima de esa temporada en esa región.
Así, cuando nos dedicamos a actividades al aire libre, es importante tanto saber lo que normalmente pasa a nivel climatológico en una región determinada en determinada estación del año; como lo que la previsión del tiempo concreta para los días en los que hagamos nuestra actividad.
Lo primero, el conocimiento del clima, nos dará la pauta de qué ropa y equipo llevar de acuerdo a la actividad que realicemos: no será lo mismo (por ejemplo) hacer montañismo en la Araucanía y Patagonia en invierno que hacerlo en verano. Lo segundo, el conocimiento de la meteorología local y la previsión del tiempo, nos ayudará para modificar ese equipo y material estándar que llevaremos, dependiendo de lo que podamos esperarnos más concretamente para las fechas en las que dure la actividad.
Lamentablemente, en expediciones, excursiones, salidas o actividades de media o larga duración, las previsiones del tiempo pueden no abarcar todo el período que necesitamos, y en cualquier caso (pronóstico extendido hasta una semana) pueden variar, siendo mayor la posibilidad de que lo hagan cuanto mayor el período de meteorológico que intentan predecir con antelación. En estos casos, y salvo que tengamos una forma de acceder a los datos meteorológicos actualizados (vía internet móvil o satelital, por ejemplo) tendremos que depender de las observaciones que hagamos sobre el terreno de las distintas variables que indican el clima "a ojo", como son el viento, la presión (si podemos medirla) el tipo y cantidad de nubes, etc. Dependiendo de lo que veamos, decidiremos si continuar con la actividad al aire libre en cuestión o no.
Precauciones al cambiar de terreno y desnivel
Cuando cambiamos de terreno (de piedra a nieve, de tierra a piedra o terreno mixto, etc. etc.), muchas veces habrá que cambiar tanto la forma de andar como el equipo o los ajustes en el material que llevemos (botas, bastones, crampones, etc.). Lo mismo ocurrirá cuando pasemos de seguir un camino principalmente plano, a uno con desnivel ascendente o descendente; de uno en subida a uno en bajada o cualquier otra combinación de cambio de condiciones en una ruta o travesía por terreno accidentado.
Así, por ejemplo, cuando pasemos de caminar por la nieve a caminar por la roca, es conveniente sacudirse la nieve de las suelas de las botas, o de los crampones (si los tenemos puestos) para, cuando empecemos a caminar por terreno más duro, evitar patinar o resbalar debido a la nieve (o el agua que se forme al derretirse esta). Lo mismo se aplica a terrenos con barro, hielo o aguanieve.
Cuando empecemos una bajada o un camino donde predominen los desniveles descendentes (tras una ascensión a una montaña, en un recorrido de senderismo, etc.) es recomendable ajustarse mejor las botas, para evitar en la medida de lo posible que nuestros dedos "choquen" contra la puntera, con las consecuentes ampollas o dolor que nos hará más incómoda los descensos. Si usamos bastones de senderismo o trekking telescópicos (sean uno o dos), será el momento para ajustarlos dándole más diámetro que en la subida (así podremos mantener el cuerpo más erguido durante la bajada), y apretando bien las fijaciones para evitar desagradables accidentes.
En cuanto a la forma de marcha, en descensos nunca caminaremos "de cara a la pendiente" (ver una explicación al respecto acá). En terrenos con nieve blanda o grava floja, sin embargo, podremos hacerlo si sabemos caminar clavando los talones antes que las puntas, generando escalones con cada pisada, manteniendo así el cuerpo perpendicular al eje que pasa por nuestro centro de gravedad, es decir, un buen equilibrio.