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Un montañista conocedor no es necesariamente un Guía

Se da el caso habitual que muchos montañistas ejercen de Guías de montaña en la práctica. Generalmente no ocurre nada, por suerte. Sin embargo, un Guía de montaña no sólo tiene experiencia en montaña previa, sino una formación de dicha experiencia bajo la tutela de otros. No olvidemos que se puede tener años de experiencia en montaña -o en cualquier otro ámbito- pero haciendo siempre las cosas mal.
 
Guias y montañistas.
 Por dicha razón, un conocedor de la montaña no es necesariamente un buen guía. Sí, puede haber hecho ya la cumbre a la que pretende guiar a sus amigos, y sí, puede que dicha cumbre no presente dificultades técnicas -uso de crampones, escalada en roca o hielo, el cruce de un glaciar, etc.- pero pese a todo eso, guiar requiere de conocimientos de organización y manejo de grupos que un montañista no necesariamente posee, y que pueden hacer la diferencia entre una salida sin incidentes y otra que desemboque en un accidente.

Un Guía de montaña serio cuenta a su vez con una determinada cantidad de equipo de seguridad y el conocimiento para usarlo, tal como botiquín de primeros auxilios y una radio y frecuencias de emergencia, protocolos de búsqueda, rescate y autorrescate, técnicas de orientación para casos de ausencia de visibilidad, técnicas de supervivencia y un largo etc.

Un Guía, huelga decirlo, no es “más” ni “menos” que un montañista. Solamente tiene una profesión que éste no tiene. Guiar implica conducir personas, no subir montañas. Subir montañas sin considerar lo que hacen terceros que están a nuestro cargo no tiene punto de comparación con la labor de un Guía de trekking, y esa es la principal diferencia que separa a estos de los simples montañistas, no su capacidad para salvar tramos técnicos.

Es decir, lo que distingue a un guía es su capacidad para guiar con seguridad a personas a una meta, no su capacidad para “coleccionar cumbres”. El mejor montañista puede ser un pésimo Guía. El mejor guía debe ser, sin embargo, un montañista medianamente bueno.

Por todo ello, no crea que ahorrando algunos pesos en un Guía decente porque un amigo lo lleva al mismo lugar, va a hacer negocio. Por supuesto, puede que salga bien -y, sinceramente, así lo espero-, pero si algo sale mal, ahí es donde el Guía cobra el verdadero valor que normalmente no aprecian lo suficiente aquellos que lo subestiman al salir a la montaña.

Coincidencias entre el Montañismo y el Judo

El judo puede complementar al montañismo, y a la inversa, desde le momento en que parte de su estructura se basa en saber caer, en saber caminar sin ser derribado, y en efectuar una caída (ukemi) sin salir lesionado. 

Judo y montañismo

Por supuesto, el judo no contempla ejercicios en terrenos irregulares, mucho menos en zonas de montaña. Pero pese a esto, no está demás el saber cómo acomodar el cuerpo en caso de una caía accidental de pocos metros, ya sea en la nieve, en un acarreo o en un bosque.

El equilibrio que se adquiere con la práctica de esta y otras artes marciales (como el karate o el aikido) cuenta también en el momento de moverse por terrenos escabrosos, como lo son los terrenos de montaña. Saber donde pisar y de que modo hacerlo.

En la práctica del montañismo (y más específicamente en la práctica de la escalada) tiene mucha importancia la fuerza de las manos y los dedos.

En el judo también es imprescindible esta fuerza que la proporciona toda su práctica y particularmente la práctica del "kumi kata", o "formas de agarre".

Para mantener el equilibrio es necesario manejar inconscientemente nuestro centro de gravedad. Cuanto más inclinado sea el terreno por el que se transite, más inclinado con respecto al suelo se debe andar.

El ejemplo extremo lo constituye el ascenso por una pared de ángulo cercano a los 90 grados. En este caso es necesario practicar la escalada, utilizar tanto los pies como las manos para ascender. Todo el cuerpo se encuentra lo más “pegado” posible a la pared, variándose los puntos de apoyo, pero procurando que el centro de gravedad se ubique de la forma necesaria para poder mantener el equilibrio sobre el muro.

La práctica de la escalada, por tanto, presenta muchos puntos de coincidencia con la práctica de ne-waza, o técnicas de suelo, en judo. Las técnicas de lucha en el suelo persiguen el aprendizaje del manejo del cuerpo para poder mantener el equilibrio al tiempo que se desestabiliza al adversario para poder dominarlo.

Al adquirir cierto dominio de estas técnicas de combate, se adquiere un tipo de destreza corporal, de manejo del centro de gravedad propio, que se aplica maravillosamente a las actividades como el montañismo y la escalada. Y por supuesto, también puede suceder a la inversa.

Los deportes que uno practica pueden ser muchos y muchas sus variantes. pero estos se conjugan en una única constantes: el propio cuerpo. Todo puede ser complementado con todo. El dominio del cuerpo puede aprenderse de diversas formas, está en nosotros la oportunidad de hacer que diferentes ámbitos del ejercicio físico se unan en nosotros mismo.