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Consejos ecológicos para cocinar en casa de forma eficiente

Pequeños consejos que nos permitirá ahorrar con las cocinas a gas y eléctricas, y al mismo tiempo ayudar al cuidado de la ecología.

Fogata en un refugio de supervivencia en la montaña.

  • Está demostrado que para que la llama de una hornalla o fogón de cocina a gas rinda más a igual consumo de gas, hay que hacer que la corona de la llama se centre en el recipiente a calentar, de forma tal que sobren por los costados alrededor del 20% del radio del recipiente. Dicho de otra forma, nunca tenemos que ver sobresalir la llama por los costados, o llegar al borde de las ollas, planchas, etc., sino mantenerla dentro de la circunferencia de la base del recipiente que está sobre la llama.
Aunque así el tiempo de cocción puede ser un poquito más lento, el hecho es que con menos gas se cocinará más, ahorrando energía (y por lo tanto dinero) al tiempo que contaminaremos menos para hacer lo mismo.
  • En el caso de las cocinas eléctricas híbridas, es decir, que tienen tanto lugares para cocinar por inducción como por el calentamiento de una espiral eléctricamente, hay que saber que siempre las hornallas o fogones de inducción son más eficientes, y por lo tanto conviene usar estos antes que los eléctricos. Lo bueno de la inducción es que calienta directamente el recipiente, y no la placa de vitrocerámica para que esta transfiera el calor al recipiente, así es como se logra una mayor eficiencia y un menor consumo.
  • Al hervir el agua, si a esta le agregamos un puñado de sal, esta romperá el hervor antes. Esto es así debido a que el agua salda tiene un punto de ebullición menor a la dulce. Cuando freímos, el aceite de oliva se calienta antes, usándolo también podemos ahorrar energía.
  • Tapar las sartenes, ollas, cacerolas o perolos siempre que sea posible harán que el agua entre hierva o los alimentos se cocinen o frían antes, con ayuda del vapor. Si podemos usar olla a presión para las comidas que tradicionalmente consumen mucho tiempo de cocción en ollas normales (garbanzos, lentejas, etc.) mucho mejor.
  • En todos los casos para rentabilizar la utilización de la cocina, hay que hacer uso del "calor residual". El calor residual es el calor que conservan los recipientes una vez calentados, luego de haber apagado la fuente de calor (sea de cocina eléctrica o a gas de cualquier tipo). Con este calor residual se pueden seguir cocinando los alimentos. Así, si en vez de apagar el fuego cuando lo que estamos cocinando o calentando está a punto, lo hacemos un poco antes, aprovecharemos el calor residual para que se termine la cocción.

Esto es mucho más importante en el caso de cocinar en un horno, ya que el calor residual que se conserva dura mucho más tiempo. De la misma forma, cuando cocinamos a la parrilla, las brasas o las ascuas hasta que se apaguen por sí solas pueden dar el último toque, y hacen que no sea necesario seguir agregando leña al fuego.

  • Picar los ingredientes chicos o en pequeñas partes hacen que se cocinen antes, ya sea hervidos o asados. Si nos da lo mismo para la receta que vamos a cocinar, entonces es mejor picar, molero machacar todo finito.

De la misma forma, las hortalizas siempre se cocinan antes peladas.

  • Piense dos veces antes de usar el horno (sobre todo los hornos eléctricos, que gastan mucho). En particular, lo primero que hay que preguntarse es: ¿puedo cocinar esto mismo sobre la cocina? Si es así, hacerlo fuera del horno siempre será más barato y por lo tanto más rendidor (menos contaminante).

Si de cualquier forma hay que usar el horno como única alternativa, lo segundo que hay que pensar o preguntarse es, ¿qué otra cosa puedo cocinar en el horno al mismo tiempo y/o inmediatamente para aprovechar mejor su calor y el calor residual? Muchas veces podemos adelantar comidas, haciendo dos con la energía con la que inicialmente pensábamos hacer una, hacer el postre inmediatamente después, etc.

  • En verano, desde la cocina el horno sobrecalienta la casa, y probablemente hace que indirectamente se gaste más energía en volver a que esté fresca otra vez (aire acondicionado, ventilador, etc.). Por esa razón siempre es mejor cocinar al horno en invierno, cuando al contrario, aprovechamos su calor para calentar la casa.
  • Capítulo aparte merece el ahorro de agua para cocinar. En resumen, podemos decir que hay que evitar la costumbre de usar más agua que la que se consuma en la propia cocción y que (en caso de tener que un sobrante) usar lo que quede para otras comidas y otros usos. Como norma general, un alimento se cuece más o menos en el doble de volumen (o el doble y medio si lo queremos caldoso) de agua que ocupa. Para ejemplo tenemos las recetas tradicionales de arroz orienta, mexicano, ecuatoriano, etc. Incluso en algunos casos puede usarse la misma cantidad de agua que de alimento, por ejemplo en el caso de la cocción tradicional de couscous (sémola de trigo couscous) donde además la cocción al fuego no pasa de 5 minutos.

Si usted vive en un lugar muy soleado, plantéese seriamente comprar o incluso fabricar una cocina solar y/o un horno solar. Estos aparatos requieren una cierta inversión, como cualquier cosa, pero el ahorro energético y la independencia de la electricidad o el gas para cocinar al aire libre los hacen realmente fabulosos. Por supuesto, a esta autosuficiencia culinaria le tenemos que sumar el favor que le hacemos a la ecología al cocinar solamente usando la luz del sol, su calor, refractado y concentrado por la cocina solar u horno solar.

¡Y buen provecho!.

Polución o contaminación atmosférica: peligros y medidas para combatirla

La polución o contaminación atmosférica es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo, y aunque bastante normal en la mayoría de las grandes ciudades, es a la vez poco combatido por muchos gobiernos e ignorado por la mayoría de la gente. Pero los peligros para la salud que representa y la necesidad de evitarla hacen necesario difundir lo que hay que saber y lo que podemos hacer para luchar contra la contaminación.


La contaminación es perjudicial para la salud sobre todo porque contiene partículas en suspensión, dióxido de nitrógeno, c02 y ozono troposférico. Está demostrado que la exposición crónica a estos agentes químicos aumenta el riesgo de problemas cardiovaculares (que desembocan en infartos, anginas de pecho, etc.) y cáncer de pulmón, entre otras dolencias y enfermedades, como las que EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica).

Es evidente, además, los perjuicios medioambientales de la contaminación, ya que muchos de los gases emitidos son GEI (gases de efecto invernadero), y por lo tanto contribuyen al cambio climático y el calentamiento global. A esto hay que sumarle el perjuicio que existe para la fauna y la flora afectada también en su propia salud. Es decir, la "salud" de la naturaleza, al igual que la humana, también se ve directamente perjudicada.

Las causas de la contaminación del aire (sobre todo en las grandes ciudades) son, en general, las siguientes:

  • La emisión de gases contaminantes por parte de los vehículos a motor.

  • La emisión de gases contaminantes por parte de la industria.

  • La emisión de gases contaminantes por parte de las plantas generadoras de energía eléctrica no renovables.

  • La emisión de gases contaminantes por parte de los aparatos de calefacción (calderas de carbón, calefactores de gas, etc.).


Al mismo tiempo, la acumulación puntual de contaminación puede empeorar debido a circunstancias orográficas y/o climáticas.

Así, por cuestiones orográficas, en ciertas ciudades, a igual cantidad de contaminación generada que en otras, la polución resultante (partículas en suspensión y gases que se acumulan en su atmósfera) es mayor debido a que su ubicación, desnivel, etc., impide que los vientos la limpien regularmente como les sucede a otras (caso de México D.F., por ejemplo).

La meteorología puede, en otros casos, causar un efecto similar o agravarlo: así vemos que cuando existen zona de alta presión en la atmósfera (anticiclones) sobre ciertas ciudades que generan mucha contaminación, esta se acumula más de lo normal (ya que la alta presión impide que escape hacia arriba), siendo esta situación también crónica en regiones con determinado clima (caso de las grandes ciudades españolas, con sus típicos anticiclones invernales).
 

La emisión de gases contaminantes por parte de los vehículos a motor


Aunque ya existen tecnologías que generan muy pocas emisiones de gases contaminantes, no son en general tan baratas como las tecnologías ya instauradas más sucias. Así, se siguen fabricando, comprando y usando automóviles y vehículos automotores que contaminan en gran medida. Su concentración en las grandes ciudades hace que estas sean los lugares más contaminados, y que las medidas contra el uso de estos vehículos tengan que tomarse en dichas metrópolis, como ya se hace en muchos casos. La contaminación es incluso en muchos casos invisible e inodora para el ser humano, como ocurre con el ozono troposférico, afectando a los que hacen ejercicio al aire libre, en los espacios verdes de las grandes urbes.

Si una mejora del poder adquisitivo de la gente no se equilibra con la exigencia legal de fabricar coches menos contaminantes, y mientras los grandes vehículos se sigan viendo como imprescindibles, una señal de estatus, etc., el resultado es una mayor contaminación.

Así, en lo referente al uso de vehículos, se pueden tomar varias medidas individuales, desde las más obvias y radicales, a las menos, entre las que podemos mencionar:

  • - No comprar un vehículo a combustión si realmente no es necesario. Si es posible, son preferibles los vehículos eléctricos o que se muevan utilizando otras fuentes de energía menos contaminantes.
  • - Nuestros propias piernas son el vehículo de transporte individual más eficiente y ecológico de la historia, seguido de la bicicleta, los veleros y los caballos. Dependiendo de las circunstancias, hay que usarlos en ese orden y todo lo posible, ya que además redundará en nuestra buena salud gracias al ejercicio físico.
  • - Si se tiene automóvil, no usarlo para trayectos cortos que se pueden hacer a pie o en bicicleta, es una medida complementaria a la anterior.
  • - Si se puede elegir, mejor viajar en un medio de transporte público que en uno privado. Si se viaja en un medio de transporte privado, que este vaya lleno de pasajeros, maximizando su uso (ahorro de combustible además de menor contaminación).
  • - Es mejor usar el tranvía, tren y/o el metro (subterráneo) que los autobuses. A su vez, es mejor usar los autobuses que los coches. Lo mejor, no usar ninguno.
  • - Exigir que se aprueben normativas y leyes que limiten el máximo que puede contaminar un vehículo, promuevan los vehículos no contaminantes, prohíban el uso de vehículos en las ciudades más contaminadas y en los momentos de mayor contaminación, fomenten el uso de las propias piernas y la bicicleta generando espacios para ello (carrilbici, bicisendas, caminos y calles peatonales, etc.) o educando en las escuela y concienciando a adultos. 
  • - Si se usa el coche, practicar una conducción ecológica, lo cual merece un capítulo aparte con varias recomendaciones que luego tienen que ser aplicadas (y practicadas, porque no es un conocimiento que se adquiera solamente en la teoría) en la práctica. Algunos consejos para una conducción más ecológica (y por lo tanto más económica) son:
  • mantener bajas las revoluciones del motor y conducir con una marcha o cambio "largo" en la medida de lo posible.
  • apagar el motor si se está detenido por más de un minuto, incluso en los semáforos en rojo, embotellamientos o atascos. Actualmente los vehículos más modernos apagan el motor de forma automática en estos casos, por lo cual entonces no deberemos preocuparnos.
  • no acelerar cuando nuestro vehículo tiene inercia suficiente para moverse, hay que aprovechar ese impulso (por ejemplo, en bajadas, cuando estamos por frenar con tiempo suficiente, etc.).
  • utilizar el "freno motor", es decir, la reducción de cambios o marchas para frenar, en la medida de lo posible.

Las emisiones contaminantes por parte de la industria

Como ciudadanos no podemos limitar directamente las emisiones que genera la industria de nuestro país, pero sí podemos hacerlo indirectamente apoyando a grupos ecologistas o políticos que se ocupen de presionar o regular las prácticas industriales antiecológicas. Al mismo tiempo, como consumidores, si nos informamos correctamente podemos dejar de comprar productos de empresas que tengan prácticas contrarias al medio ambiente.

Como industriales o personas de negocios relacionados con la industria (si resulta ser el caso), se puede buscar invertir en energías renovables y no ver al medio ambiente como un costro, sino como una ganancia a mediano y largo plazo para nuestro negocio, nuestra imagen, nuestros clientes y todo el que respira sobre la tierra. 

La emisión de gases contaminantes por parte de las plantas generadoras de energía eléctrica no renovables.

A escala masiva, existe una gran diferencia si la energía eléctrica que utilizan todos los ciudadanos proviene de centrales eléctricas que la generan de forma renovable o no. Si, por ejemplo, la energía se genera en centrales carboneras (hidroeléctricas que general electricidad quemando carbón) la contaminación que se "paga" en función del consumo eléctrico es muy alta. Si, contrariamente, se utiliza energía eólica, solar, geotérmica, mareomotriz, maremotérmica o cualquier otra fuente de energía renovable, la polución atmosférica directa puede ser cero, y la acumulada durante todo el proceso de vida de estas centrales muy inferior a la de otras fuentes de energía sucia.

Así, un primer punto a destacar sobre las medidas a tomar contra la contaminación es el exigir a los gobernantes el crear leyes que obliguen a las grandes compañías eléctricas a usar energías renovables y limpias. Porque, hay que decirlo también, hay energías que no son limpias porque contaminen la atmósfera, sino porque generan otro tipo de perjuicios ecológicos, como las presas o represas que obligan a inundar regiones o talar bosques, afectando a la fauna o flora, a la temperatura y caudal de los ríos, etc. O como la energía nuclear, que no contamina con polución atmosférica, pero lo hace con algo peor y más persistente: radioactividad.

La emisión de gases contaminantes por parte de los aparatos de calefacción (calderas de carbón, calefactores de gas, etc.).

A varias formas en que, como consumidores de calefacción, podemos reducir las emisiones por nuestra parte:

  • - Utilizando calefacción lo más eficiente y no contaminante posible: eléctrica de bajo consumo o de gas que calienta radiadores de agua, no estufas de aceite o de calderas de carbón que si es el caso deberíamos buscar reemplazarlas por un sistema más eficiente, comunitario o individual. La combustión de leña es una de las fuentes más contaminantes que existen. Hay que tratar de evitarla.
  • - No poner muy alta la calefacción en invierno o muy bajo el aire acondicionado en verano. La temperatura entre 19 y 21 grados centígrados es más que aceptable. Por cada grado que se sube o sea baja (dependiendo el caso), se consume alrededor de un 7% más de electricidad, con el gasto que eso implica a nivel ecológico y económico.
  • - Maximizar el aprovechamiento de la luz del sol y las corrientes de aire para mejorar la temperatura. Por ejemplo, abriendo las persianas y no las ventanas cuando sale el sol en invierno, cerrando las persianas cuando se oculta, para aprovechar su calor. Y a la inversa, en verano cerrándolas para evitar que la casa se caliente durante las horas en las que pega el sol, y/o utilizar toldos, para luego dejar paso a ventanas abiertas para que las corrientes de aire refresquen el ambiente de forma natural y ecológica

El costo de los platos rotos de otros

Si hacemos todo lo posible para no contaminar, directa o indirectamente, pero seguimos respirando aire contaminado en donde vivimos, quizás tengamos que pensar seriamente en mudarnos. Si uno es responsable ecológicamente, no tiene por qué "pagar los platos rotos" por otros: políticos, ciudadanos irresponsables, automotríces, grandes compañías eléctricas e industria en general. Existen muchos lugares donde poder seguir siendo responsables ecológicamente, pero al mismo tiempo disfrutar de una mejor calidad del aire. Estos lugares nunca se encuentran en las grandes urbes, por lo que vivir en una metrópoli y pretender respirar aire tan limpio como en el campo o en la montaña no es realista.