Esquí y medio ambiente: como cuidar la ecología esquiando

Si bien la práctica de esquí tiene más o menos impacto ambiental dependiendo de la modalidad que se practique, hay ciertas acciones básicas que pueden contribuir a que la actividad sea amigable con el medio ambiente. Aquí citamos algunos.

  • Desechos y desperdicios. Tirar la basura en los lugares habilitados para tal fin (papeleras, tachos, etc.). No tirar o arrojar al suelo colillas de cigarrillo, guardarlas y después tirarlas en el lugar apropiado. Si ve algún desperdicio tirado, levántelo.
  • Sendas y fuera de pista. Si no es necesario no cree nuevas sendas ni abuse de los trayectos por fuera de pista. El daño ecológico se magnifica si se destruye el poco entorno natural que rodea las pistas de esquí.
  • Medios de transporte. Lo mejor es usar los transportes colectivos o públicos, y si se viaja en coche, compartirlo no viajar solo. Así contribuiremos a disminuir la contaminación.

Cómo elegir el mejor punto para vadear o cruzar un río o arroyo a pie

¿Cómo elegir el mejor punto para cruzar o vadear un río, un arroyo o cualquier tipo de curso de agua a pie? Para eso tenemos que saber algunas cosas desde la teoría. Y, por supuesto, tener práctica en el cruce de ríos a pie. Aquí explicamos lo básico que hay que saber para hacer elegir un punto vadeo.

Ante todo, una aclaración terminológica: estrictamente hablando, la palabra que hay que usar para referirse al cruce de un río a pie por el agua es "vadear". Ya que "cruzar" puede aplicarse también a superar un curso de agua por sobre un puente, por ejemplo. Sin embargo, y en general, en este artículo usaremos indistintamente "vadear" y "cruzar" un río, salvo que se aclare lo contrario.

  • Vadear es la última opción

Video tutorial sobre cómo elegir el mejor punto para vadear o cruzar un río.

Lo primero que debe saber es que vadear un río no es algo que haya que hacer, salvo que uno no lo pueda evitar. Es decir, si tenemos un puente, y sabemos que está en cierta dirección, aunque tardemos un poco más hay que ir a cruzar el río en ese puente. O cruzarlo en cualquier punto seco que conozcamos.

Si el río acaba de subir porque es época de de deshielo o por luvias, o si es un arroyo temporario y no tenemos mucho apuro, hay que acampar hay que esperar y cruzarlo cuando haya bajado.

Teniendo en cuenta lo anterior, si no nos queda otra opción y tenemos que cruzar un río por cuestiones de supervivencia o fuerza mayor, mejor considerar algunas cuestiones que vamos explicar en este artículo y en el video tutorial que lo acompaña.

  • No cruzar en una curva y/o tener en cuenta el fondo

Lo primero a tener en cuenta es que el arroyo o el río a vadear no esté, en el punto en que lo queremos cruzar, en una curva. Porque las curvas hacen que se erosione de forma tal, que haga que tenga un desnivel del lado saliente de la curva que sea más peligroso.

A su vez, cuando hay vegetación, sobre todo árboles más grandes, en la zona que vamos a cruzar es posible que haya (dependiendo de la fuerza de la corriente y del tipo de flora) troncos, ramas, etc. que, tras haber caído, creen un doble fondo bajo el agua, no necesariamente visible, que lo hace peligroso.

En ríos como los de la Patagonia, donde hay mucha piedra redonda, bocha o canto rodado, se hace todavía más dificultoso mantener el equilibrio que en ríos de fondos arenosos.

  • Vadee por la parte más ancha del río

En todos los casos hay que buscar una zona para vadear lo más ancha posible, y con el fondo lo menos profundo posible. Estas dos cosas suelen darse juntas, ya que al ser más ancho o haber más distancia entre una orilla y la otra, lo que ocurre es que el caudal consecuentemente es menor, o viceversa.

Esto significa que si confluye un río con otro río, lo normal es que aumente el caudal y que sea más suave tras dicha confluencia. Contrariamente, si se bifurca un río sucede al revés, hace que el caudal sea más fuerte. Por lo tanto, en condiciones normales e idealmente, hay que cruzar los curso de agua antes de las bifurcaciones y después de las confluencias.

  • No cruzar hacia orillas contrarias con pendiente pronunciada o vegetación densa

Lo mismo que dije de no cruzar en las curvas se aplica a las pendientes que son del otro lado escarpadas. La máxima expresión de esto sería un acantilado. Porque lo que ocurre es que esto está indicando una erosión en la parte cercana a donde sube la orilla. Y además, evidentemente, nos va a ser más difícil trepar y salir. Esto último se aplica también a las orillas con vegetación profusa, que pueden complicar nuestra salida por la orilla contraria.

En resumen, va a haber que buscar una zona, por lo tanto, lo más ancha posible, como dije antes, y que no tenga una pendiente escarpada del otro lado.

  • Evaluar la temperatura del agua

En la mayoría de las regiones, aunque sea verano o temporada estival, el agua de ríos y arroyos puede bajar muy fría debido al deshielo u otras condiciones climáticas. Entonces, hay que evaluar precisamente la temperatura del agua antes de vadear un río. Si está muy fría no es conveniente vadear, sobre todo si es un trayecto largo.

  • Uso y utilidad de piedras

Piedras a intervalos regulares en el agua, que sobresalieran de esta, formando el símil de un camino, serían lo ideal, pues constituirían un verdadero puente natural. Suele haber este tipo de cruces, creados por los caminantes, en arroyos que se vadean habitualmente. Pero será raro encontrarlo en situaciones de supervivencia donde es muy probable que estemos en territorio inexplorado o poco transitado. Puede, sin embargo, darse que existan lugares suficientemente anchos para hacer que al menos algunas piedras sobresalgan, esos son los lugares ideales de cruce, porque las podemos usar para ir pasando de piedra en piedra, o para tener al menos puntos de apoyo extra.

Por supuesto, también podría generarse un puente de ese tipo tirando piedras desde la orilla, pero a veces es una pérdida de tiempo.

Hay que considerar, por otra parte, si vamos en grupo, que todas las personas tengan la habilidad mínima para caminar por piedras en un río, o que no tengan miedo a ello, porque sino no tiene sentido que la persona más débil no pueda hacer el cruce.

  • Analizar el río

Todo lo anterior implica que hay que disponer de tiempo para analizar el río, buscando el mejor lugar de vadeo. Hay que ver los lugares donde, por ejemplo, haya remolinos o rebufos, donde las piedras se nota que los generan, haciendo peligroso el vadeo del río.

Le recomendamos ver el video tutorial que acompaña este artículo para tener una descripción más gráfica sobre cómo analizar un río o arroyo antes de vadearlo.

Hidratación, rehidratación y ejercicio físico

Para no quedar deshidratados, pero a la vez no hidratarnos en exceso, viene bien conocer cuales son las cantidades de líquido que los médicos deportólogos recomiendan beber antes, durante y después de un ejercicio físico o actividad deportiva, según el tipo de esfuerzo que se realice.


Rehidratándose en un vivaque de montaña.

Según el Colegio (norte)Americano de Medicina Deportiva (institución que se toma como referencia en lo que las recomendaciones médicas en el contexto del ejercicio físico se refiere), para rehidratarse correctamente debe beberse de acuerdo a los datos que proporcionamos más abajo. Pero para los que no necesitan datos tan precisos y científicos, podemos resumir que, en general, hay que tomar agua antes, durante y después de la actividad, anticipándose a tener sed (antes de tener sed) y no más de 1/2 litro por toma.

El agua debe estar idealmente templada, ni muy fría ni muy caliente. Adicionalmente, pueden tomarse sueros o bebidas isotónicas, es decir, que incorporen una cantidad de hidratos y sales minerales, para facilitar la absorción del líquido, esto sobre todo durante el esfuerzo o el ejercicio.

Las recomendaciones concretas y específicas son las siguientes:

  • 1 - En pruebas o actividades físicas de menos de 1 hora de duración, a un 75% - 100% de consumo máximo de oxígeno o VO2 máx., (una forma de medir el esfuerzo físico, que en este caso podríamos traducir como un ejercicio principalmente anaeróbico) se recomienda beber:

1.1 - Antes de realizar el ejercicio, de 300 a 500 Ml de agua con hidratos de carbono disueltos que no superen el 8% de concentración.
1.2 - Durante el ejercicio, de 300 a 500 Ml de agua sin agregados.
1.3 - Después del ejercicio, de 500 Ml a 1L de agua sola.

  • 2 - En pruebas o ejercicios que duren entre 1 a 3 horas, al 65% - 90% de VO2 máx (ejercicio aeróbico-anaeróbico), se recomienda:

2.1 - Antes del ejercicio, beber 300 a 500 Ml de agua sola.
2.2 - Durante el ejercicio, 1,6 litros de agua, de los cuales 1L estará enriquecida con Hidratos de Carbono al 6%.
2.3 - Después del ejercicio, no más de 900 Ml de agua p/hora.

  • 3 - En ejercicios o pruebas de más de 3 horas de duración,

3.1 - Antes del ejercicio, se tiene que tomar 300 a 500 Ml de agua.
3.2 - Durante el ejercicio, 2,5L de agua con hidratos de carbono disueltos al 8%, pero no más de 150 Ml cada 20 minutos.
3.3 - Después del ejercicio, no más de 900 Ml de agua p/hora.

Botas impermeables y transpirables: consejos

Las botas usadas en actividades al aire libre desde hace un tiempo se suelen ofertar con membranas impermeables y transpirables, tipo Gore-tex. Esto es sin duda un avance, pero para realmente sacarle provecho a este calzado hay que tener en cuenta algunas consideraciones.


Una bota congelada tras mojarse. Esto enseña que,
por muy impermeables que sean nuestras botas, en invierno es mejor mantenerse alejado del agua...
Estas membranas nos protegerán de salpicaduras ocasionales o de la lluvia, de mojarnos durante el cruce de arroyos o las travesías por nieve, todo esto en mayor o menor medida dependiendo, en principio, de la calidad de la bota en cuestión, de lo dura de las condiciones meteorológicas (incluyendo el nivel de humedad, que hará que nos traspire más o menos el pie, y este se moje "desde adentro") pero también de ciertas precauciones que tomemos de antemano nosotros, tanto antes de elegir la bota y comprarla, como antes de la actividad al aire libre que vayamos a realizar.

Antes de la compra algo a tener en cuenta es el alto de la bota. Si se trata de una bota de caña baja, media o alta. Esta forma de denominar la caña de la bota es algo relativa, ya que algunos llaman caña alta a botas que otros denominarían de caña media. Lo que está claro es que la altura de la caña va a ser el límite de agua o nieve que podremos transitar o vadear sin que las botas impermeables no sirvan de algo. Es decir, el agua o la nieve entraría por arriba de la bota (con algunas excepciones que explicaremos a continuación) si sobrepasa la altura de la caña de la bota, y por muy impermeable que sea esta, nos mojaremos los pies tarde o temprano.

Las tradicionales botas militares o borceguíes son un ejemplo de bota de caña alta, la cual llega aproximadamente a la mitad de la tibia. Las botas impermeables de lluvia o las botas para montar o andar a caballo, también, ya que llegan incluso por debajo de la rodilla, cubriendo toda la pierna. En cambio, las botas de trekking "impermeables" de caña baja, no nos darán mayor protección por sobre los tobillos. Las botas de montaña o las botas de expedición, deben ser por esta razón de caña media o alta.

Una travesía de senderismo, trekking o montañismo por la nieve, en la que hundamos nuestros pies por encima de la caña de la bota, puede no ser un problema si de antemano llevamos unas polainas impermeables o guetres. Esta indumentarias es el complemento perfecto de nuestras botas perlantes para travesías invernales, porque va a evitar, precisamente, que la nieve nos entre por encima de la bota, y al derretirse nos empape el pie por completo. Así vemos que una bota de caña baja debe ir acompañana siempre que sea posible por unas polainas, ya que estas, si son verdaderamente impermeables o de membrana, nos sacarán incluso del apuro de mojarnos demasiado al vadear un río o arroyo con nuestras botas de trekking.

Pero incluso las polainas tienen un límite de impermeabilización, ya que si llueve copiosamente y nuestros pantalones absorben el agua, esta chorreará por ellos y por debajo de las polainas hasta nuestros pies. En esos casos es útil el poseer a su vez de pantalones también de membrana perlante, o incluso totalmente impermeables, dependiendo del la actividad de que se trate (si se hace mucha actividad física y transpiramos, mejor los primeros).

Otro complemento ideal para nuestras botas impermeables serán unos calcetines o medias transpirables. Sobre el tamaño, grosor, confección y otras particularidades de los calcetines idóneos no hablaremos aquí, ya que hay infinitos gustos y matices a tener en cuenta dependiendo de la actividad que vayamos a realizar al aire libre con nuestro calzado. Pero solamente apuntar el hecho de que debemos probar y elegir los más cómodos posible, poniendo mucha importancia en su capacidad de "expeler" la humedad de nuestros pies hacia afuera, para que luego esta sea evacuada a su vez por la membrana de la bota.

Lo segundo a considerar, al comprar una bota impermeable, es la confección de la lengüeta. Las lengüetas de las botas impermeables deben, idealmente, estar totalmente unidas a los laterales de las botas, y llegar hasta la misma altura que llegue el final de la caña. Si la lengüeta no estuviera cocida o unida sin continuidad a los laterales, el agua entraría incluso por debajo de la altura de la caña de la bota, sin importar lo impermeable que sea el resto de esta.

Un tercer punto a tener en cuenta es por donde pasan los cordones. Si estos puntos lo constituyen simples ojales, evidentemente que la bota sea impermeable no tendrá mucho sentido, ya que el agua o la humedad entrará igual. El punto de paso de los cordones deberá ser independiente del tejido o material (cuero, plástico, etc.) con el que esté hecho la bota, y su unión al mismo, hecha de forma prolija y sin fisuras (por ejemplo, al tratarse de anillos o ganchos de metal unidos por remaches).

En cuanto al tejido o membrana impermeable en sí, es importante fijarse que esté cosido y pegado al mismo tiempo, ya que esto, además de ser un reaseguro redundante en cuanto a la durabilidad de la bota, en el caso del pegado en particular, garantiza una mayor impermeabilización.

En cuanto al cuidado y mantenimiento de nuestras botas, hay que recalcar que nunca deben secarse al fuego, y mucho menos limpiarse con producto químico de limpieza alguno (salvo excepciones autorizadas por el fabricante). De secarse, debe hacerse en todo caso al sol o al viento, pero no sobre una fuente de calor potente, ya sea el fuego, como acabamos de mencionar, o un radiador o calefactor.

Las membranas, a medida que pasa el tiempo, van perdiendo sus propiedades perlantes. En estos casos podemos, o bien dejar de considerar a nuestra bota apta para repeler el agua y usarla como una bota convencional ("rebajarla de categoría") o bien intentar prolongar su vida útil como bota impermeable aplicándole alguno de los productos impermeabilizantes en aerosol que se venden en el mercado. En este último caso tendremos que tener en cuenta las recomendaciones al respecto del fabricante, si las hay, incluyendo los productos impermeabilizantes que recomienda.

Por último, como siempre ocurre en el caso de cualquier compra de materiales para actividades al aire libre, es bueno elegir una marca o fabricante de confianza, que cuente con garantía e incluso un servicio de reparación y mantenimiento. Esto nos va a sacar de más de un apuro cuando queramos arreglar pequeños defectos de nuestras botas que prolonguen su vida útil y revaloricen nuestra inversión inicial en ellas.

Estas recomendaciones se aplican no sólo a las botas, sino también a las zapatillas deportivas impermeables y transpirables. La diferencia principal es que las zapatillas no poseen caña, con las limitaciones que esto implica.